"El último texto de Pablo Neruda"

martes, 10 de agosto de 2004 · 01:00
* Centenario del poeta * Orozco, Rivera, Siqueiros, México México, D F, 9 de agosto (apro)- El último manuscrito de Pablo Neruda, que tituló Tres hombres, lo redactó en vísperas de su muerte para la Exposición del Arte Mexicano, y permaneció inédito hasta agosto de 1978 junto muchos otros textos del poeta, bajo custodia de quien fuera su amigo, el exembajador de México en Chile, Gonzalo Martínez Corbalá La revista Proceso lo dio a conocer en su edición número 97 (11 de septiembre de 1978), al recordar cinco años del golpe de Estado que derrocó al gobierno democrático de Salvador Allende Neruda fallecería una semana más tarde del “pinochetazo”, el 23 de septiembre de 1973 Aquí lo reproducimos como fue publicado en el semanario, a cien años del nacimiento del Nobel chileno La historia –Don Pablo, le recuerdo que mañana sábado nos vamos a México –No Gonzalo, yo quiero que salgamos hasta el lunes A Gonzalo Martínez Corbalá, embajador de México en Chile, le sorprendió aquella decisión de Pablo Neruda, expresada en su lecho de enfermo la tarde del viernes 21 de septiembre de 1973; pero la salud del poeta era ya muy delicada, no quiso discutirla y la acató El embajador había obtenido la visa para que Neruda pudiera viajar a México como invitado del gobierno y no como asilado político Sin embargo el viaje no pudo realizarse, la noche del domingo 23 el poeta falleció Ahora que lo cuenta, los ojos se le enrojecen El recuerdo se le avivó con la presencia de Matilde Neruda, que en un ejemplar de las memorias de Pablo, Confieso que he vivido escribió: "Para mí amigo Gonzalo Martínez Corbalá, este libro que él ayudó a salvar" Narra la historia: "Pablo Neruda me entregó un paquete con sus objetos personales y cuartillas, muchas cuartillas con textos inéditos, con objeto de que yo lo transportara a México ahora que él vendría con nosotros Entre esas cuartillas venían sus memorias, algunas poesías y otros textos Todo ese material permaneció bajo mi custodia hasta el 25 de agosto pasado, cuando se lo entregué a Matilde, la viuda del poeta Otro tanto de las memorias estaban en poder de Miguel Otero, en Venezuela, donde se editaron Días antes, Pablo Neruda había entregado al embajador mexicano cuatro cuartillas escritas de puño y letra, el último manuscrito del poeta, en las que presentaba la exposición pictórica de los tres grandes del muralismo mexicano que el gobierno mexicano montaría en Santiago de Chile, como expresión de la amistad longeva entre los dos pueblos Aquel texto no pudo imprimirse, como luego del golpe de los militares no podría montarse la exposición He aquí su trascripción: “Orozco, Siqueiros, Rivera”, por Pablo Neruda Estos tres grandes figurativos trazaron en muro o en tela la figura de una patria, estos tres grandes creadores la recrearon, estos reveladores la revelaron México les debe figura, creación y revelación Y México no es tierra de así no más, ni de baile especulativo o virreinal: es trágica grandeza, épica serenata, cadencia del corazón más volcánico de nuestro continente Estos hombres cumplieron el mandamiento de dioses enterrados y de héroes descalzos: su pintura es esencial, geografía, movimiento, talento y gloria de una nación formidable Todos ellos pudieron ensimismarse en su excelencia y destreza (como Diego en el brillo cubista); pero los tres prefirieron encarar con todos sus poderes la verdad perecible (sic) estableciéndola en su patria como constructores responsables, ligados al destino y a la larga lucha de un pueblo Me tocó convivir con ellos y participar de la vida y de la luz de México deslumbrante Si me asombraron con su fuerza y su ternura en su patria, aquí verán en la mía el fervor de los chilenos El fuego de esta pintura que no puede apagarse, vive también a nuestra circunstancia: necesitamos su telúrica potencia para revelar los poderes de nuestros pueblos Y para afirmar la fe y la conciencia del alto destino de nuestra América unida en sus raíces por la tierra, la sangre y la defensa de nuestras esencias Estos tres maestros mexicanos nos indican con la responsabilidad de su grandeza la afirmación de una nacionalidad y nos enseñan la confianza y la esperanza a través de su pintura atormentada, pero victoriosa (Pablo Neruda, Isla Negra, septiembre 1973)

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