Las desventuras de Bronce Latino

jueves, 18 de marzo de 2010 · 01:00

MEXIO, D.F., 18 de marzo (apro).- Adriana Cervantes y Antonio Suárez, integrantes de Bronce Latino, acaban de sacar a la luz su nuevo CD Jaime Sabines para el mundo (musicalización de 12 poemas a ritmo de cumbia y música andina).

Esta pareja de esposos y músicos capitalinos fundaron Bronce Latino a su vuelta de una extensa gira por islas del océano Índico y el Mar de Java en la primavera de 2000, cuando decidieron radicarse en Oaxaca. Desde entonces llevan registrados siete Cds con ese nombre.

Cuentan su experiencia:

“Dejamos la música andina por un tiempo hacia 1999, cuando a Toño y a mí nos llamaron para integrar con Fernando Natarén un conjunto que se formó para hacer una gira al extranjero.

“Nos pusimos por nombre Filigrana y viajamos hasta Indonesia. Allá llevamos nuestras flautas de pan, las quenas, el charango y el bombo porque teníamos la idea de trabajar Adriana y yo nuestra música andina como Bronce Latino.”

         Mencionan que el resto de los integrantes de Filigrana impusieron un repertorio basado en piezas de jazz, género de su predilección.

         “Una vez en la isla de Bali que sería nuestro centro de trabajo, llegó el gerente del hotel, un empresario alemán que llamábamos sólo Míster Jürgen, quien al oír aquellas piezas de jazz puso el grito en el cielo:

         “--¡No, no, esta música no mete gente, van a arruinarme el negocio! Necesito algo distinto, más sabroso, con sabor mexicano, típico pero no así de formal…”. 

         Mal empezaba aquel nuevo trabajo en Bali para Filigrana. Los jazzistas preguntaron qué estilos de música mexicana pensaba serían idóneos para el lugar y él les cantó temas típicos como La cucaracha. La cantante Adriana refiere:

         “Incluso, Míster Jürgen mandó traer discos con la música de nuestro país que se oía mucho en Bali: ¡Selena y Los Tigres del Norte! Al ver aquello, los otros muchachos del grupo ya querían hacer sus maletas y fue cuando los detuve:

         “--Podemos montar canciones distintas con los instrumentos de música andina que Toño y yo teníamos para comenzar otro repertorio.

         “Aceptaron de mala gana. Me di cuenta de que estaban fuera de lugar y que hubiera sido mejor ir a Indonesia sólo como Bronce Latino y nuestra música andina.”

         Toño agrega:

         “Pusimos seis melodías andinas y diez canciones mexicanas que pegaron con tubo en aquel restorán Pepper's Bar del Hotel Sanurbeach de Bali, donde estábamos tocando para Míster Jürgen, y ese repertorio de música jaló bastante a la gente. Logramos así prolongar nuestro contrato hasta ocho meses en Indonesia.”

         Posteriormente, Míster Jürgen los envió a Yakarta para una gran convención de restauranteros, donde ambientaron una gran muestra gastronómica, que incluyó platillos de México. La gente, feliz con Filigrana:

         “No creía que fuésemos mexicanos; pensaba que éramos italianos y yo les decía:

         “--No, México, México... Y luego, luego, lo relacionaban:

         “--¡Oh, Julio César Chávez! ¡Oh, Thalía! ¡Viva México...!

         “Ese '¡Viva México!' lo escucharíamos varias veces desde que comenzamos el viaje. Debimos pasar un par de noches de escala rumbo a Indonesia en Bruselas, Bélgica y cuando nos arreglamos para cenar, Adriana se vistió con la ropa mexicana que llevaba y los jazzistas del grupo se burlaron de ella.”

         --¿Por qué?

         --Fíjate que pensando en mi atuendo para la gira me compré un sarape de Saltillo y varios listones de colores para hacerme mis trenzas en caso de que saliéramos a pasar, como esa noche en Bruselas que iríamos a cenar en la Gran Plaza. Cuando salí así, los muchachos del grupo que iban muy propios con gabardina y corbata fueron a quejarse con el director artístico del grupo, pues según uno yo parecía una piñata de colores y me veía gorda.”

         Fernando Natarén la defendió:

         --Si quiere ir así vestida, Adriana está muy en su derecho.

         Entonces, el mismo jazzista que la comparó con una piñata, replicó:

         --Pues qué vergüenza, pero entonces que se vaya hasta atrás en el auto para que no nos queme a nosotros que vamos muy bien arreglados a cenar en Bruselas.

         Una vez dentro del coche rumbo a la Gran Plaza de la capital belga, Adriana  no pudo reprimir su coraje:

          --¡Cómo es posible que ustedes siendo mexicanos me discriminen y sientan pena de su país! Yo soy quien siente pena y se avergüenza por ustedes...

          “Cuando yo llego caminando atrás de ellos a la Plaza Mayor, la gente me señaló por mi jorongo y comenzó a gritarme:

         “--¡Viva México...!, y me empezaron a tomar fotos. Cuanta gente se encontraba allá esa noche se acercaba sonriente a tomarse la foto conmigo. Total, causé sensación y también en el restorán donde cenamos lo mismo, todo mundo quería retratarse conmigo. Pero muy especial era oír que no dejaban de gritarme:

         “--¡Viva México...!. Ya después de eso, los muchachos estaban felices:

         “--Oye, no pos sí que la ropa mexicana jala mucho la atención. Por ahí traemos unas chamarras oaxaqueñas y mejor nos las ponemos cada vez que vayamos a cenar...

           Sin embargo, Fernando Natarén frenó su alegría:

         “--Nadie se va a poner nada parecido a lo que trae Adriana, porque ella tuvo el valor de salir así cuando ustedes se molestaron y hasta se ofendieron; así que ora se aguantan.”

         Filigrana ambientó la llegada del nuevo siglo en aquel hotel de Bali y no regresarían a Oaxaca, donde radicaba el dueto, sino hasta la primavera de 2000.

Entonces fundaron Bronce Latino con Fernando Sánchez y Rafael Camarena.

         “La experiencia de aquellos ocho meses que duró nuestra estancia en Indonesia no fue tan satisfactoria, si bien aprendimos mucho artísticamente hablando porque también Toño y yo hicimos buenas migas con músicos locales con quienes tocábamos en nuestros ratos libres cuando no estábamos en el hotel de Bali.

         “Pero emocionalmente fue muy difícil llevarnos bien entre nosotros como grupo. Había muchos problemas internos con los otros muchachos de Filigrana que nos veían con desprecio por Toño y yo ejecutar la música andina que les parecía un arte menor.”

         Añade Toño:

         “Cuando un grupo no tiene la magia ni la chispa para ser compañeros y carece del espíritu de hermandad musical, por más que quieras, nada funciona, no te hallas y como estábamos en otra cultura, hablando inglés todo el tiempo enfrentados a tradiciones tan diferentes y tus amigos llenos de orgullo minimizando nuestros gustos por la música andina, el fracaso es inminente. Nos despedimos de Míster Jürgen.”

         Afortunadamente, para aquel viaje contaron con la lectura de una guía cultural que por años ha sido considerada de gran valor en México. Se trata del libro que en 1937 publicara en Nueva York la figura emblemática del arte pictórico nacional Miguel Covarrubias (1904-1957), La isla de Bali (UNAM/UV, 2004, 512 páginas), ilustraciones del autor que incluyen álbum fotográfico de Rosa María Covarrubias.

         Esta investigación ofrece amplias descripciones con dibujos y grabados de las artes escénicas, la música de Bali e instrumentos tradicionales, que realizara Miguel Covarrubias. Concluye el dueto fundador de Bronce Latino:  

         “Fueron ocho largos meses en Bali. Así conseguimos la fuerza para arrancar Bronce Latino y emprender siete trabajos independientes con este nuevo CD Jaime Sabines para el mundo (Producciones Aso 016), que nos llena de satisfacción.”

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