Los Arieles de Oro, Fons y Murguía, contra la guerra antinarco

domingo, 8 de mayo de 2011 · 01:00

MÉXICO, D. F., 8 de mayo (apro).- Los Arieles de Oro, el director de cine Jorge Fons, alzando su presea, saluda a la Marcha por la Paz, y la actriz Ana Ofelia Murguía en entrevista cita al poeta Javier Sicilia: “Ya basta, estamos hasta la madre”.

         Para el realizador de Los albañiles, Rojo amanecer y El callejón de los milagros el cine nacional puede aportar elementos “para que nos conozcamos mejor, para saber mejor quiénes somos y qué nos pasa, para que el espectador reflexione a dónde queremos ir y por qué no lo hemos logrado, quién lo ha impedido y quiénes son los que jalan hacia abajo los sueños de este país”.

--¿El cine si puede generar conciencia?  --se le pregunta en entrevista.

--Puede ayudar a participar en el cambio. De todas maneras los hombres tenemos que hacer nuestras lecturas en un horizonte muy amplio, y en ese horizonte está el cine que puede dar su aportación, su punto de vista para que salgamos de esta ignorancia programada, de este analfabetismo cultural programado meticulosamente por funcionarios, políticos y los hombres del poder.

         Recibir el Ariel de Oro lo hace sentir “más viejo”, dice, y agrega:

         “Este reconocimiento se otorga a los que ya han tenido una larga carrera y como broma decimos que a quien se lo ofrecen es porque ya está viejito.”

         Su debut como director fue con el cortometraje La sorpresa en 1968.

         --Ha sido muy criticada la entrega del Ariel, ¿qué opina?

         --Recibe muchas críticas el Ariel, pero necesita apoyo, esta nueva Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas está cumpliendo trece años y nació con excelentes propósitos. Primero, que fuera de los trabajadores, de los hacedores del cine, es decir que no tuviera vinculación alguna con los productores, exhibidores ni distribuidores, con toda esa área de la comercialización. Y segundo, que guardara una independencia total y una autonomía con respecto a las autoridades, a pesar de que éstas tienen el compromiso de otorgarle los fondos para su mantenimiento, pero que le dieran una absoluta libertad, que no se metieran con ella.

         “Sin embargo, ha surgido una nueva corriente donde se dice que deben entrar los productores y el tiempo lo dirá, el consenso de la asamblea lo dirá, la voz de la comunidad cinematográfica lo dirá. La entrega de Arieles siempre es polémica por razón natural, hay muchos que concursan y nada más uno gana. Los premios siempre generan descontento entre los que no son considerados o no ganan. Y así seguirá siendo, no es fácil evitar esto.”

--¿Cómo evaluaría su carrera como director en todos los años?

--Mi caso ha sido el de muchos. Nuestra producción cinematográfica nacional es muy desigual, tenemos años en los que se filma buena cantidad de películas y otros no, porque nuestra cinematografía vive en una permanente crisis, un poco pendular, de momentos malos y menos malos. Hay cineastas que tienen la posibilidad de crear un buen número de cintas y otros cuentan con menos posibilidades y les cuesta más trabajo y quizá sus obras son interesantes. Las carreras son desiguales. La mía ha sido desigual en el sentido de que hay años en los que he hecho dos películas y ha habido décadas en dónde no hago ninguna, pero creo que así es para todos.

         --¿Qué le ha aportado a usted ser director de cine?

--Cómo ha sido mi vida en años, intensidad y compromiso, me ha hecho comprender mejor al ser humano y los acontecimientos. Me ha aportado un conocimiento a nuestra realidad y eso hace que uno tenga los pies en la tierra. Y ese conocimiento lo lleva uno a entender que vivimos en un país demasiado injusto, en donde la queja permanente es que es una nación que merecía un mejor destino, de hombres más fuertes de espíritu y menos socavados, menos agachados por tanto golpe y tanta traición, por tanta ambición.

Ana Ofelia Murguía

Murguía ha trabajado en más de 70 películas,  como El apando y Las poquiachis, y el Ariel de Oro fue una sorpresa para ella:

“Iba manejando y escuché la noticia por la radio. Casi choco, y si no fuera una frase de un personaje que no quiero, diría: ‘¿Y por qué yo?’.”

--¿Qué se siente recibir un Ariel de Oro?

--Muy raro. Lo agradezco. Es un gran estímulo.

--¿Qué le ha ofrecido esta carrera de actriz?

--A parte de la satisfacción de estar jugando con personajes, en eso consiste esta carrera, de pronto me puse a pensar que me gustaba vivir pedazos de vida de otros seres humano que jamás quisiera ser o que si quisiera ser. Eso es apasionante. Me he dado cuenta que la esencia del ser humano es la misma a través de los siglos, de las distancias, de las diferentes culturas, porque se puede llegar a entender a un personaje tan distante a mi manera de pensar, de mi cultura e idiosincrasia.  Incluso, cuando ese personaje es muy negativo, por ejemplo, Medea, ni soñar que uno mate a los hijos, pero sí logras entenderla como mujer, como ser humano y logras comprender porque lo hizo, no lo justificas, pero lo entiendes. Es más, hay Medeas cada rato, desgraciadamente hay más casos de los que sabemos que llegan a esa circunstancia.

--¿Se le olvidan fácilmente los personajes o no?

--Sí, es lo bueno, yo borro el casete.

--¿No se posesiona el personaje del actor?

--No. Mi maestro Seki Sano nos ponía un ejercicio que le llamaba entrar en trance, de posesionarte tanto del personaje que ya te crees que eres él y que después no puedes salir, y es bien peligroso, para que eso jamás pasara nos lo ponía, se llama jugar, es un juego de a que yo era.

--¿Es difícil ser actor en México?

--No me puedo quejar, he sido actriz sólo en México, bueno en Cuba estuve tres años. Creo que es tan difícil como en cualquier otro lugar, cada vez hay menos apoyo a la cultura. Aunque estoy en la Compañía Nacional de Teatro y no me puedo quejar, pero la mayoría de los compañeros no tienen trabajo, es muy difícil, no hay suficientes teatros en fin. Pero eso es un problema de ciudadanos porque es lo que está pasando en el país, no es nada más en esta carrera, tengo un hermano que es arquitecto y no tiene trabajo, por ejemplo, hay médicos, con lo que se necesitan, que se mueren de hambre porque nada está planificado, porque todo está mal distribuido. La dificultad es general.

--¿Pero en México si se puede vivir de ser actor?

--Sí, la verdad siempre tuve apoyo de mi familia, si de pronto no tenía para pagar la renta, me prestaba mi mama. Nunca he tenido lujos. Bueno, depende de lo que te importa de la vida. A mí lo que me ha importado es trabajar, actuar, y me considero privilegiada.

--¿Dónde le gusta trabajar más en el cine, el teatro o la televisión?

--En cine y en el teatro, bueno, desde luego el teatro es mi cuna y el cine me fascina y la radio. La tele no porque es maquila, porque no la cuidan. En el cine me encanta la cámara, la siento mi cómplice, me encanta estar ante la cámara. El teatro porque es vivo, porque estás frente a la gente y hay esa comunicación que no se da en otro lugar.

--En este momento, ¿qué le gustaría comunicar?

--Que ya basta, que estamos hasta la madre. Ya no es posible, el país se nos está yendo, ya no es nuestro, se lo están vendiendo al mejor postor. Es una corrupción verdaderamente espantosa y esta guerra contra el crimen es absurda. Debemos empezar a salir a la calle a decir ya basta. Los que están manejando el país son nuestro empleados, se supone, y resulta que nos toman como ciudadanos de tercera.

“La guerra contra el narco me parece muy desgastante y está causando una violencia brutal, muerte todos los días que ya te acostumbras. Ya no puedo leer todo el diario porque me entra una angustia, de pronto sólo leo los encabezados. Además es un gasto el que se está haciendo en armas. Curiosamente salen a relucir en los asesinatos los policías, el ejército y gobernadores.  Qué casualidad que nunca encuentran a los maleantes, que raro.”

 

 

 

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