Francisco Araiza, profeta en su tierra

jueves, 28 de julio de 2011 · 12:58
MÉXICO, D.F. (Proceso).- Como el título de este artículo se llamó a una serie de conciertos que en 1986 dio el tenor Francisco Araiza (1950) en diversos escenarios mexicanos. Entonces dirigió la orquesta Fernando Lozano, y Araiza cantó de maravilla un programa dificilísimo, muy extenso, y terminó de consolidarse en su patria como el gran tenor triunfador en todo el mundo. Tiempo después volvió a tierra mexicana a cantar Tosca de Puccini en el Teatro de la Ciudad con Guillermina Higareda, dirigidos de nuevo por Lozano. Lo realizado por Araiza durante los 40 años que lleva ya su carrera es un prodigio en muchos sentidos. Por principio de cuentas tuvo la pericia de saber conjuntar a un grupo de gente que creyó en él y lo apoyó: los maestros Luis Berber, Erika Kubascek e Irma González, el periodista Ricardo Rondón y Carlos Díaz Dupond, hombre muy vinculado a la ópera, y entonces trabajó muy pero muy duro y sin hacer caso de los que opinaban que era imposible lo que trataba de hacer. Debutó en 1970 en el pequeño papel de prisionero en la ópera Fidelio de Beethoven. Estudió alemán en el Goethe Institut, pues el idioma era indispensable para realizar sus proyectos. En 1974 se trasladó a Europa para perfeccionarse en la Escuela Superior de Música de Munich y estudió con Erik Werba y Richard Holm, especialmente el repertorio mozartiano, donde se convirtió en uno de los mejores de la historia. En 1980 cantó El rapto en el serrallo con Karl Böhm (considerado el mejor director de Mozart) y La flauta mágica en el Festival de Salzburgo con Herbert von Karajan, una leyenda viviente de la dirección orquestal. Karajan la grabó y fue la primera grabación digital de ópera. Siguió cosechando éxitos con el repertorio rossiniano, llegando éste a convertirse en un referente y parteaguas para él, así como también con Schubert. A lo largo de su carrera se ha hecho merecedor a las más importantes distinciones que puede ambicionar un cantante, la última en el Palacio de Bellas Artes el pasado día 6, durante un Concierto Homenaje donde se presentó en compañía de sus alumnos más destacados. Estaba planeado para el año pasado: Francisco Araiza cumplía 40 años de haber debutado y en su honor se planeó una función de Fidelio, pero se retrasó la reinauguración del palacio y además renunció Alonso Escalante, titular de la Ópera de Bellas Artes, quien orquestaba el homenaje. Por fin seis meses después con un teatro lleno se llevó a cabo. Salió Araiza y el público se puso de pie y le aplaudió por más de tres minutos entre los “¡Bravo!”, y emocionado cantó la primera escena de Fausto de Gounod con su alumno Alejandro Armenta, bajo. Cantó tres dúos más al lado de sus alumnas la croata Marija Vidovic, y la coreana Joo-Hee Jung. También participaron el barítono Gerardo Garciacano y el tenor Javier Camarena, quien se llevó la noche con su “Ah! Mes amis” de la ópera La hija del regimiento cantada como los grandes, y que nos hizo preguntarnos: “¿Por qué mejor no cantó Camarena en la reciente producción de esa ópera, en vez del no tan brillante Antonio Gandía?” Araiza agradeció luego la medalla de oro que recibió de manos de la titular del INBA, Teresa Vicencio. Su triunfo de Francisco Araiza no sólo es por el gran talento que posee, sino más que nada por una férrea disciplina y un trabajo muy duro aplicados durante toda su vida.

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