Teatro: Macbeth

lunes, 19 de marzo de 2012 · 10:43
MÉXICO, D.F. (Proceso).- Macbeth, de Shakespeare, es una tragedia acerca de la traición y la ambición desmedida de poder, cuya actualidad subraya la inmoralidad de las personas que, en nuestra sociedad, han entrado a ese juego. En Macbeth hay una resistencia al inicio, pero en cuanto el virus se instala, el hambre de poder lo hace perder el control de sí mismo y realizar cualquier cosa por acrecentarlo. A diferencia de otros héroes villanos de Shakespeare, como Ricardo III, Yago o Edmundo, que disfrutan su maldad, a Macbeth lo pierde y lo tortura su conciencia. El autor ubica la capacidad de decisión en el núcleo de lo humano. Decidir –dice– es empeñar el ser y esto tiene múltiples consecuencias. Macbeth es de los personajes más imaginativos de Shakespeare: crea visiones de lo que le va a acontecer, a donde lo va a llevar su impulso y cómo se manchará su puñal de sangre. Dialoga con las brujas que le vaticinan su futuro, ama a su esposa que lo acompaña en el inicio de la carrera y que luego ella abandona al instalarse en su mente la locura. Macbeth se cree invencible y todo poderoso, pero termina sin cabeza. Se cree que la obra, escrita en prosa y verso a principios del siglo XVII, es de la autoría de Shakespeare, pero algunos suponen que ciertos pasajes son adiciones posteriores del dramaturgo Thomas Middleton, cuya obra La bruja tiene muchas afinidades con Macbeth. La puesta en escena que se lleva a cabo en el Círculo Teatral bajo la dirección de Marta Luna y las actuaciones de Víctor Carpinteiro, Ángeles Marín, Rafael Cortés y Claudia Frías es una adaptación realizada por Fernando Castaños, el cual condensa, acertadamente, en cuatro personajes, toda la tragedia de Macbeth. Resalta la estructura con base a monólogos y soliloquios de una gran belleza y sintetiza en dos personajes, la bruja y Macduff a las cuatro brujas y a los nobles, respectivamente. Marta Luna vuelve a los escenarios teatrales con este montaje en donde conserva su propuesta geométrica en el trazo escénico; continúa con la corriente teatral impulsada en Checoslovaquia que descubrió cuando hizo la licenciatura y posgrado en la Universidad de Praga, y enriquece las propuestas de dirección en México con este estilo donde la composición lineal y el movimiento simétrico dan una exquisita limpieza escénica. La estilización en la actuación se basa en una discreta gestualidad de los personajes a partir de los movimientos de ciertos animales. Los actores desarrollaron estas propuestas con gran solvencia y brillantez, en particular Macbeth, Víctor Carpinteiro y Lady Macbeth, Ángeles Marín, en los cuales el control de la intensidad del dolor y el placer les da una gran consistencia. Funciona bien la estética ecléctica del vestuario diseñado por Cristina Sauza: Macbeth y Macduff con trajes parecidos a los soldados de terracota, Lady Macbeth como una reina egipcia, y la bruja con un extraño atuendo con cuatros pares de senos en el torso y un casco militar. Es admirable el grado de abstracción y limpieza que Arturo Nava consiguió en la escenografía y la iluminación. Tres muros grises acotan el espacio vacío con cuatro entradas. Se apoyan en el tapanco del Foro para ubicar los juegos de la bruja y en una escalera marina para ascender o descender. La música de Alejandro Castaños acompaña los acontecimientos y se enriquece al ser ejecutada en vivo. Resulta entonces innecesaria la música grabada, que se contrapone escénicamente con el trabajo de interpretación de Alexander Bruck en la viola y Oscar Sánchez en la percusión.

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