Adiós al controvertido escritor estadunidense Gore Vidal

miércoles, 1 de agosto de 2012 · 18:28
MÉXICO, D.F. (apro).- El recientemente fallecido Gore Vidal, de acuerdo con el escritor y cronista mexicano José Joaquín Blanco, fue “el más firme hombre de letras de la segunda mitad del siglo XX en los Estados Unidos, sólo comparable a Edmund Wilson en la primera” parte de la centuria pasada. Enseguida, aclara: “Era el escritor que ponía nervioso a todo el mundo, con el que nadie sabía a qué atenerse, el prolífico y el polifacético, el armabullas, el… más clásico de todos, probablemente el único verdadero clásico de su generación dorada, la generación de la Segunda Guerra Mundial. “Era el autor ‘negativo’, el de las opiniones impopulares, el irreverente, el burlón, el de los temas cochinos; además se sentía culto y elegante, despreciaba la cultura y la sociedad norteamericanas, se iba a Europa, y desde ahí escribía cada cosa sobre ‘el mejor país del mundo’”. Gore Vidal falleció el martes 31 de julio en su casa de Hollywood Hills, en Los Ángeles, California, a la edad de 86 años, a causa de complicaciones por una neumonía, según informó su sobrino Burr Steers al diario The New York Times. Equiparado con Susan Sontang, Noam Chomsky y Norman Mailer por su posición crítica ante temas de la política, la cultura y la sexualidad de la sociedad y el imperialismo estadunidenses, Vidal fue familiar de varios políticos: primo del expresidente Jimmy Carter y del exvicepresidente Al Gore, y hermanastro de Jacqueline Kennedy. Él mismo incursionó sin éxito en la política al postularse dos veces a puestos de elección popular: La primera en 1960 como candidato demócrata al distrito 29 del Congreso del estado de Nueva York, y en 1982 por un puesto en el Senado. En ambas perdió, sin embargo, logró votaciones sin precedente y fue presidente del Partido Popular de Estados Unidos, entre 1970 y 1972. Nacido el 3 de octubre de 1925 en la Academia Militar de West Point, en Nueva York, donde su padre --fundador de tres compañías aéreas-- era instructor aeronáutico, Gore Vidal tuvo como nombre real el de Eugene Luther Gore Vidal. Realizó estudios en Los Alamos Ranch School en Nuevo México y posteriormente en la Phillips Exeter Academy en New Hampshire. De entre su amplia obra ensayística pueden mencionarse los libros El último imperio: Ensayos 1992-2001, América imperial: Reflexiones en los Estados Unidos de amnesia, Una memoria, Sexualmente hablando, Patria e imperio, Soñando la guerra y La invención de una nación: Washington, Adams y Jefferson. Como dramaturgo escribió Visit to a small planet, The best man, Romulus, Weekend y An evening with Richard Nixon, entre otras obras. Y en novela La ciudad y el pilar de sal, En busca del rey, El juicio de París, Mesías, Creación, Lincoln, Imperio, Hollywood y En directo del Gólgota: el Evangelio según Gore Vidal, por citar algunas. Conocedor, traductor y hasta (se dice él) imitador de Vidal, a quien conoció por Carlos Bonfil en 1973, José Joaquín Blanco escribió en su blog una semblanza del autor estadunidense, titulada Gore Vidal: El clasicismo del rebelde, en donde destaca su pertinaz disidencia contra el formalismo, el estructuralismo francés, el academicismo literario, la demagogia de los políticos, los temas patrióticos de las novelas, el realismo social, la antinovela y el melodrama. El dramaturgo plasmó en sus ensayos políticos –prosigue Blanco-- que Estados Unidos no sólo vivía una decadencia sino una “completa farsa que era necesario desenmascarar, combatir con recursos polémicos, cómicos, espectaculares…” Y confiesa: “Mi pasión por sus ensayos no me impidió admirar desde el principio sus novelas. Probablemente en una relectura madura las encuentre aun mejores de como las recuerdo (existe el prejuicio juvenil de no valorar como buena escritura lo ameno, y Vidal invariablemente es ameno). Pero las recuerdo escandalosas. Pocos autores vivos me escandalizaron tanto en su momento, y me cambiaron a tal grado la manera de pensar.” Gore fue un eterno candidato al Premio Nobel de Literatura, pero nunca lo recibió.

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