Liv & Ingmar, painfully Connected: Imposible no enamorarse

martes, 26 de noviembre de 2013 · 21:11
MÉXICO, D.F. (proceso.com.mx).- ¿Habrá imaginado algún vez el gran cineasta sueco Ingmar Bergman, que así como lo hizo casi ferozmente con sus personajes, él sería desnudado emocionalmente como protagonista ante los ojos de todos en la pantalla grande? Sí, él, quien mostró al mundo los secretos de un matrimonio en close-up adentro de la alcoba, que filmó su autobiografía en Fanny y Alexander con la timidez o el horror de ser visto --suficiente para que el final fuera cuando llega al vientre de su madre--, hoy brota entre sus más amorosos momentos y tormentos como el protagonista fantasmal de Liv and Ingmar, painfully connected. Liv Ullman, la belleza sueca nacida en Japón en 1938, participó no sólo en doce de las películas de Bergman, sino también de un breve e intenso amor del que nació una hija (aunque siguieron “dolorosamente conectados” 42 años, como ella misma lo dice). El documental combina fotografías,  íntimas y únicas escenas de sus películas, y tomas detrás de cámaras. La locación central y real de esta cinta es una isla cerca de Oslo, fría y solitaria, que para Bergman significó el lugar perfecto para escribir sus guiones. “Estaba (Ingmar) a punto de morir, así que renté un avión y fuí directo a la isla. Cuando me acerqué y lo vi recostado en su cama, me dijo: ‘¿Por qué viniste?’. A lo que respondí citando Saraband, su última película: ‘Porque tú me lo pediste’. Esa noche sin darnos cuenta, él partió en su viaje.” La historia es dirigida por un cineasta hindú, Dheeraj Akolkar, graduado con honores en arquitectura por la Universidad de Pune, y con distinción en una maestría de cine de la Universidad de Londres. Trabajó durante mucho tiempo en la industria fílmica de su país. Fue parte del equipo de la película Lagaan: Érase una vez en la India (2001), nominada al Óscar. Y ahora presenta ésta, su ópera prima, basada en relatos autobiográficos de ambos artistas. Cuenta sentada en primer plano Liv Ullman, con sus grandes ojos color turquesa, en la isla que fue el paisaje central de su amor. “Tal vez está en una parte del universo, pero yo pienso que está aquí, en la isla. Desde que Bergman nos dejó el sol se ha vuelto más cálido, cuando queremos que deje de llover, pasa. Muchas veces siento que se manifiesta en animales. Cuando hablamos sobre él llega en forma de insecto y nos invade para que dejemos de hacerlo. Hasta que nos paramos y nos vamos.” Es una lástima que la narración fascinante Dheeraj Akolkar le haga perder potencia con la intromisión de unos coros que parecen escapados de una iglesia y que resultan un chantaje emocional innecesario que Bergman jamás hubiera utilizado. Igualmente hace uso de recursos cinematográficos que enturbian la clara sencillez con la que Liv confiesa las diferentes etapas emocionales que vivió con el maestro. Ella narra uno de los momentos más íntimos después de la partida del realizador, descubrimiento que la hace llorar y de repente ahí está, allí está, el mosco a cuadro invadiendo el rostro de la aún bella actriz. ¿Habrá sido Bergman zumbándole al oído “calla, calla, no llores más por mí”? Un mágico momento que regala el cine documental. A pesar de la trágica dirección melodramática, Liv Ullmann e Ingmar Bergman fueron dos leyendas y es sumamente interesante mirar tras bambalinas la grandeza y bajeza de estos personajes. Una historia no sólo sobre dos enamorados sino de dos amigos, dos almas gemelas. Una abertura a la infinidad de capas emocionales que se encuentran en la complejidad de cada relación. Y que sin duda es una de las imperdibles que nos trae la 55 Muestra Internacional de la Cineteca a partir del día viernes 22 de noviembre. Tanto para los fanáticos del gran director sueco como para los que no han tenido aun el placer de ver su obra es este el momento para correr y apartar sus boletos, pues casi todas las funciones de la Muestra están volando.  Y esta no será la excepción.

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