Adiós a Armando García

lunes, 6 de mayo de 2013 · 14:38
MÉXICO, D.F. (Proceso).- El martes 30 de abril por la madrugada falleció el profesor del Centro Nacional de las Artes, del Instituto de las Artes de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo y de la Universidad Autónoma de Chapingo, Armando García, director teatral nacido en Zacatecas quien dedicó su vida al arte escénico, destacándose por su participación con el grupo Barro Rojo y sus exitosos montajes en la comunidad hidalguense de Real del Monte (Proceso 1781). Al comenzar la década de los ochenta, Armando García fundó el grupo de teatro ¡Vámonos Recio! con siete egresados más del Centro Universitario de Teatro (CUT) como él, para “desmitificar a los héroes que nos presenta la historia oficial” en las obras ¿Dónde quedó la Revolución Mexicana?, en coautoría con Sergio Magaña, y La Madrugada, de Juan Tovar, filmada por Ludwig Margules (Proceso 244). En el verano de 1986, su encuentro con el prestigiado director Luis de Tavira cristalizó en la producción de María Santísima en el teatro El Galeón, con actuaciones de Julieta Egurrola, Damián Alcázar, Brígida Alexander, Lourdes Villarreal y Luis Ábrego. El crítico Bruce Swansey comentó (Proceso 507): “Teatro, danza, cine, exposición de pintura en movimiento, María Santísima, de Armando García, constituye una etapa en el proceso de un realizador leal a sus obsesiones, a la lógica interna de su creación y atento a colaborar con los autores en la creación de un teatro nacional unitario”. Entre sus múltiples colaboraciones, apareció en los textos del volumen de pasta dura Voces de lo efímero. La puesta en escena en los teatros de la Universidad (UNAM, 2007), editado magistralmente en la línea clásica de Espejo de Obsidiana, dirigida por Carlos González Manterola. En 2009, Armando García dirigió La lección, de Eugène Ionesco, en el foro Antonio López Mancera del Cenart. La crítica Estela Leñero Franco señaló (Proceso 1687): “Es un acierto la metáfora que Armando García propone de los múltiples pares de zapatos que nos remiten a todas las muertas (de Juárez, de las violentadas sexualmente, de las subyugadas por el poder), al igual que las rojas manzanas… que caen de una maleta sugiriendo los corazones o las vidas perdidas, provocando un silencio impresionante entre los espectadores”. (RP)

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