Teatro: Un lustro de ausencia de Víctor Hugo Rascón Banda

miércoles, 7 de agosto de 2013 · 22:44
MÉXICO, D.F. (Proceso).- El miércoles pasado se conmemoró el quinto aniversario luctuoso del dramaturgo Víctor Hugo Rascón Banda e inició el homenaje que se le hace en Chihuahua con las Jornadas Rascón Bandianas hasta el mes de septiembre, donde se incluye música, teatro, lecturas y mesas redondas. El teatro de Víctor Hugo siempre estuvo ligado a su experiencia de vida. Desde joven dejó su lugar natal, Uruachi, Chihuahua, y no quiso alejarse nunca de él. Sus historias tienen que ver con aquellas que escuchaba desde pequeño. Mientras su padre se dedicaba a trabajar en la mina de Las Ánimas, él escuchaba a su madre, sus familiares y amigas contar historias de mujeres para después volverlas obras de teatro. Como la historia de dos mujeres que las encontraron enterradas juntas y que le inspiraron para escribir su primera obra, Voces en el umbral, rica en recursos dramatúrgicos, poética, íntima y social. Sus obras de teatro nunca fueron festivas sino trágicas, tratando de rescatar las voces que nuestra sociedad ha querido callar. Así escribió sobre mujeres que la vida les ha cobrado caro sus actos; La Fiera del Ajusco (Elvira Luz Cruz, encarcelada por haber matado a sus hijos muertos de hambre) y Tina Modotti (fotógrafa memorable); o víctimas de la justicia como La mujer que cayó del cielo; o las de su obra Contrabando, cuyo último montaje lo dirigió Mauricio Jiménez en Acapulco y Dana Stella Aguilar el año pasado. Víctor Hugo recurre a sus orígenes para no olvidar de dónde viene, con quién creció y quiénes le dieron la vida. Y en este acto de gratitud recuerda y quiere que lo recuerden; no le gustaría pasar por esta vida desapercibido. Y lo logró, porque Víctor Hugo no pasa a la historia del teatro como incógnito, sino con el reconocimiento, tanto por su trabajo dramatúrgico como por su apoyo a la dramaturgia mexicana. Desde que Víctor Hugo tenía tres años, su casa estuvo repleta de hombres acusados de homicidio, robo o adulterio. Le marcó el trabajo que sus padres desempeñaban en el Ministerio Público investigando asesinatos, muertes y venganzas. Entonces, decidió estudiar derecho y se convirtió en abogado para él también hacer justicia. Combinó el teatro con la abogacía y al principio de su carrera escribía obras teatrales para las clases de derecho con su grupo Nolens Volens. Para él, el dramaturgo es el juez, que al final de la obra decide la sentencia y da a cada quien lo que le corresponde. En muchas de sus obras hace justicia y denuncia basándose en casos reales, como Homicidio calificado o El criminal de Tacuba. Víctor Hugo se adentra en ese mundo lleno de violencia del que fue testigo, porque su madre hospedaba en su casa a los delincuentes mientras resolvían su caso. De ahí surgieron obras como Armas blancas, Fugitivos, Guerrero negro o El machete. La cadena de enfermedades que Víctor Hugo padeció en la última etapa de su vida afectó también a su teatro. Miró hacia adentro de sí mismo y desde ahí escribió. Sus obras se volvieron más íntimas, más personales, como Apaches, obra lírica de gran aliento, Ahora y en la hora y Deseo, la primera obra donde trata el tema de la pareja, el sexo, el amor y el desamor protagonizada años después por Víctor Carpinteiro y Ofelia Medina en el Círculo Teatral. En este lustro de ausencia Libros de Godot ha publicado un par de volúmenes con sus piezas teatrales y el Gobierno de Chihuahua sus obras completas. Hoy lo recordamos y reconocemos su importancia en la dramaturgia mexicana y el desarrollo de nuestro quehacer escénico.

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