Escándalo americano: Maquillaje a granel
MÉXICO, D.F. (apro). Detrás de todo ese vestuario setentero, el asqueroso peluquín de Christian Bale, los chinos falsos de Bradley Cooper y los escotes de Amy Adams se encuentra una historia mediocre que tuvo que ser maquillada para dar la sensación de que era una historia grandiosa.
Escándalo americano (American Hustle, EU-2013) cuenta la historia de dos estafadores, Irving Rosenfeld (Christian Bale) y Sydney Prosser (Adams), y un agente del FBI, Richie DiMaso (Cooper), quienes se unen para realizar una operación encubierta y atrapar a los ladrones de cuello blanco.
Irving es un estafador nato que ve en Sydney a la compañera perfecta para comenzar una compañía financiera que se dedica a “otorgar” grandes préstamos a personas desesperadas. Sydney reconoce que Irving no es guapo, pero su actitud lo es todo: ella termina enamorándose del susodicho, quien resulta estar casado con una mujer con hijo encantador (Jennifer Lawrence), que lo atormenta y lo manipula para que no la deje.
Esta “bella foto familiar” se completa cuando el agente DiMaso captura a Rosenfeld y a Sydney en una estafa y los obliga a trabajar para ellos y poder atrapar a diversos criminales financieros.
Las cosas se complican cuando DiMaso, en un ataque de euforia, desea llevar su operación a políticos de altos vuelos y a la mafia, mientras comienza enamorarse de Sydney. El juego se vuelve peligroso para todos.
El argumento es interesante, pero a secas… así que había que maquillarlo para que no se viera tan desabrido. ¿Y qué hizo el director David O. Russell? Lo compensó con los actores: El look de los personajes, sus actitudes y motivaciones se sienten artificiales y pretenciosas; todos parecen estar demasiado consientes de su talento y, en lugar de actuar, se están luciendo frente a la cámara.
Escándalo americano es una cinta decepcionante que prometía ser un clásico cinematográfico, pero apenas llega a una buena película que nunca debió salir de la televisión.