El proyecto socialista del Politécnico

jueves, 9 de octubre de 2014 · 14:15
MÉXICO, D.F. (apro).- Desde la llegada al poder de su sucesor Manuel Ávila Camacho, el proyecto de nación de Lázaro Cárdenas comenzó a ser minado. Pero ningún gobierno como el de Enrique Peña Nieto lo trastocó tanto al punto de revertir la expropiación petrolera con la llamada reforma energética. Cárdenas (1895-1970) ha sido considerado por varios investigadores como el presidente más radical de la historia moderna de México, no obstante que su proyecto no habló de un cambio de régimen hacia el socialismo, antes bien preservó el capitalismo de la época y planeó la industrialización del país. Dónde sí habló explícitamente de socialismo fue en su propuesta educativa. La historiadora Mary Kay Vaughan, profesora emérita de la Universidad de Maryland, Estados Unidos, relata en su libro La política cultural en la Revolución. Maestros, campesinos y escuelas en México, 1930-1940, editado por el Fondo de Cultura Económica por primera vez en 1997, que la izquierda del entonces Partido de la Nacional Revolucionario (PNR) logró el dominio de la Secretaría de Educación Pública, fundada en 1921 por José Vasconcelos, y plasmó su proyecto educativo y cultural en el Plan Sexenal que guio la presidencia de Cárdenas de 1934 a 1940. Se creó entonces el Plan de Acción de la Escuela Socialista, “que dio un giro jacobino” a los programas anteriores. Buscaba, explica Vaughan, rendir homenaje a los principios de lucha de clases y crear en el niño sentimientos de repulsión “contra lo injusto y lo innoble que hay en los sistemas de explotación”, pero su objetivo central fue combatir el fanatismo, excluir toda doctrina religiosa y crear en los jóvenes “un concepto racional y exacto del universo y de la vida social”. La educación socialista a decir de la historiadora fue complemento de la política de los años treinta: “En este decenio, los maestros federales pasaron a ser actores explícitamente políticos. Se les instruyó para que organizaran a obreros y campesinos que exigieran la aplicación de las leyes federales agrarias y laborales que efectuarían una redistribución de la riqueza y del poder. El presidente Lázaro Cárdenas los aclamó como la vanguardia de su enorme programa de reforma agraria, esperando que ellos impulsaran a los obreros a exigir sus derechos de clase.” Las reacciones de los grupos conservadores no se hicieron esperar. Para los izquierdistas el proyecto de educación socialista “fue el momento quintaesenciado de la movilización de masas y el heroísmo de los maestros, disminuido tan sólo por el hecho de que su producto fue un partido de Estado, en lugar de una autonomía organizacional subalterna”. Pero la derecha no dudó en calificarlo de comunista y “radicalmente inapropiado para la cultura católica mexicana”. El gobierno incluso se vio obligado a suspender su campaña contra la religión en 1936. La investigadora estadunidense menciona en su libro una investigación que alude a que cuando en 1940 se abandonó finalmente el proyecto educativo “en el México rural persistían costumbres tradicionales como encender velas a los santos, consumir licor y trabajar los campos con prácticas antiguas”. No hace falta una profundísima investigación para saber que persisten esas prácticas en el México actual. Y que las élites empresariales, nacionales y extranjeras, los poderes fácticos de los medios de comunicación masivos, así como la Iglesia católica se siguen oponiendo a los proyectos que impliquen un cambio. Técnica al servicio de la patria El proyecto de educación socialista de Cárdenas, que en resumen buscaba una sociedad más justa, no se canceló del todo. El Instituto Politécnico Nacional (IPN), fundado en 1936, es producto de él. Concebido desde 1932 como un sistema de enseñanza técnica por Narciso Bassols y los ingenieros Luis Enrique Erro y Carlos Vallejo Márquez, el Politécnico se creó con el doble fin de preparar los cuadros necesarios para la industrialización del país, y llevar la educación técnica a los sectores menos favorecidos. El historiador Tomas Rivas Gómez, miembro de la presidencia del Decanato del IPN, consigna (http://www.repositoriodigital.ipn.mx) que el Plan Sexenal del gobierno de Cárdenas contemplo la creación el Poli, para preparar trabajadores de diversos tipos y “colocarlos en condiciones de que se incorporen ventajosamente a las industrias del país, ya sea como obreros manuales o como directores técnicos”. No se trataba de crear “mano de obra barata” para la industria extranjera, como han denunciado ahora los jóvenes estudiantes que se oponen al nuevo reglamento del IPN, sino de fortalecer la industrialización nacional, formar “técnicos capaces de impulsar la explotación de nuevas fuentes productivas y participar en la dirección de las empresas”. La escuela sería el medio para lograr una sociedad más igualitaria y solidaria “un auténtico instrumento que iría más allá de sus aspectos pedagógicos y académicos, que favorecería una gran reestructuración económica y social, consecuencia de la elevación intelectual y moral de las masas, así como de su capacitación técnica-práctica”. Se suele suponer que la formación en el Politécnico no comprende las humanidades. Pero la educación se encaminaba a fomentar el deber social, a mejorar las condiciones de vida y la distribución de la riqueza. Se considera que el IPN respondió a los propósitos de progreso nacional planteados por Cárdenas. Rivas Gómez cita las palabras de Ignacio García Téllez, entonces secretario de Educación Pública, al inaugurar en 1935 la Escuela Superior de Ingeniería Mecánica y Eléctrica: “La técnica (entendida) como expresión suprema de la cultura, es un medio de felicidad común; de lo contrario, significa un fracaso del espíritu también una negación de la dignidad humana. La técnica no es riqueza acumulada mientras amontonan miseria las clases trabajadoras: es el fracaso de la técnica, la negación del progreso, la burla a la civilización. La técnica es la suprema conquista del espíritu para la redención de las masas explotadas y para el bienestar colectivo. Esta es la tesis de la escuela socialista frente a la enseñanza técnica.” Ése es el espíritu politécnico que debe seguirse defendiendo en momentos en que los ideales cardenistas han sido tan vilipendiados.

Comentarios