Celebran 50 años del Museo Nacional del Virreinato

jueves, 20 de noviembre de 2014 · 16:25
MÉXICO, D.F. (apro).- Con un concierto del coro The Tallis Sholars y la inauguración de la exposición Magnificant. Los secretos de los libros de coro, se celebró el cincuenta aniversario del Museo Nacional del Virreinato, ubicado en Tepoztlán, Estado de México, y en el cual se reúne un acervo que da cuenta de más de 300 años de la historia de México. El museo fue inaugurado por el presidente Adolfo López Mateos el 19 de septiembre de 1964 en el Antiguo Colegio Noviciado de la Compañía de Jesús. En el sitio, según información del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INA), se establecieron tres colegios para los niños indígenas y para los mismos jesuitas: “…y a pesar de que fue abandonado durante un largo periodo después de la expulsión de esta orden (25 de junio de 1767), sus cualidades estéticas y artísticas lo salvaron de la destrucción total, sin que por ello estuviera exento del deterioro.” Añade que sus características particulares hicieron de este colegio el lugar ideal para un museo que resguardara las obras e historia del México virreinal: Un vasto acervo que constituye “una de las colección más importantes” de su época y tipo. Incluye pintura, escultura y artes aplicadas como platería, cerámica, porcelana, vidrio herrería, laca, textiles y arte plumaria, entre otros. Integrado por casi 34 mil piezas que datan de los siglos XVI al XIX, principalmente, el acervo está dispuesto en salas de exposición permanente y cuentan la historia desde la llegada de los españoles hasta las reformas borbónicas. Presentan cuatro temas. El primero “México Virreinal”, se divide en los subtemas: La Conquista, Primera Sociedad Virreinal, Integración de la Nueva España y Las Reformas Borbónicas y la Crisis de la Sociedad Virreinal, esto es que narra la historia del país desde los antecedentes de la Conquista de México en 1521 hasta “las primeras causas de descontento social que desembocaron en el movimiento insurgente de 1810”. El segundo tema en la colección permanente es “Monjas Coronadas. Vida conventual femenina”, dentro del cual se exhibe la colección de más de veinte retratos de monjas que portan “exuberantes coronas”. No son un decorado para mejorar la composición estética del cuadro: “Coronas, palmas y otros componentes iconográficos fundamentales, tienen un claro significado religioso que en el periodo virreinal pretendían comunicar de manera eficaz y contundente su trascendencia.” Y se agrega: “Los retratos eran realizados para conmemorar dos momentos fundamentales de la vida de una religiosa: la profesión y la muerte. Los retratos de profesión recrean el momento en que las jóvenes realizaban los votos perpetuos y “morían” para el mundo exterior. Una vez que las religiosas fallecían, volvían a portar coronas y palma floridas y eran realizados sus retratos para transmitir mediante imágenes iconográficas de sencilla lectura.” La particularidad de los retratos de las monjas coronadas ha dado pie a varias investigaciones y a un catálogo. En el libro Monjas coronadas, publicado en 1999 por el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta) dentro de la colección Círculo de Arte se explica: “Las pinturas de monjas coronadas constituyen una de las representaciones barrocas más importantes de la Nueva España. La exuberancia de sus atuendos, así como las características de las ceremonias de su coronación estuvieron ligadas al ámbito pluricultural en que surgieron.” “Artes y Oficios de la Nueva España” es el tercer tema en las colecciones permanentes. Es una exposición en la cual se abordan distintos aspectos relacionados con la producción de las artes en la Nueva España y la organización del trabajo en gremios, ordenanzas, talleres, tiendas y cofradías. Se pueden apreciar aquí obas de herrería, carpintería, bordados, pintura, dorados, esculturas y tallados, entre otras. Finalmente, el cuarto apartado es “Oriente en Nueva España”, ubicada en la planta alta del llamado Claustro de Naranjos, donde se presentan colecciones de marfil, porcelana, taracea y los famosos “enconchados”. Los “enconchados” son obras realizadas con una técnica de origen oriental que llegó a la Nueva España con los artesanos de China y Japón. Consiste en incrustar fragmentos de nácar en las superficies de las obras y matizar sus brillos con pintura.   Obra arquitectónica En el acto conmemorativo por los cincuenta años del Museo, realizado en el Templo de San Francisco Javier que se encuentra en un costado del recinto museográfico, la directora del INAH, María Teresa Franco, recordó que el museo nació para mostrar la vida social, el arte, la historia y el patrimonio heredado de la cultura novohispana. Y enfatizó que fue parte de un proyecto cultural concebido en el gobierno de López Mateos: “Así, el museo se enlazaba con las propuestas de creación del Museo Nacional de Antropología y la revitalización del Museo Nacional de Historia, ayudándonos a entender nuestro ser mexicano.” Según la funcionaria, el museo conserva sus características arquitectónicas y decorativas originales, que adquirió entre 1606 y 1767, con la participación “de grandes creadores como los pintores Miguel Cabrera, Cristóbal de Villalpando, José de Ibarra y Juan Rodríguez Juárez. Cabrera fue el autor de los grandes lienzos que decoran el coro, el soto coro y la sacristía, así como la pintura mural de la bóveda de la iglesia, y Villalpando pintó la serie de 22 óleos del claustro bajo de los Aljibes, episodios que representan detalles de la vida de san Ignacio de Loyola, fundador de la Compañía de Jesús”, enfatizó. En el sitio web del museo se relata que el edificio fue construido a lo largo de casi dos siglos, entre 1580 y 1767. A ello se debe que presente diferentes características arquitectónicas: “Por ejemplo, la austera portada lateral del templo corresponde al siglo XVII y contrasta con la adornada fachada barroca principal que fue elaborada un siglo después.” Se cuenta que la construcción se inició en 1606 con un donativo de Pedro de Ahumada. El propósito fue albergar a los primeros habitantes del colegio jesuita, así que se comenzó con la edificación del claustro de los aljibes. Más tarde se levantó la capilla doméstica, se cree que en la misma etapa se construyeron la hospedería y el portal de peregrinos. Considerado una joya del barroco, el templo de San Francisco Javier se inició en 1670 con el donativo de la familia Medina Picazo, al tiempo se hizo la sacristía, la cripta y las capillas anexas. No se conserva todo el edificio original, sólo el campanario y la portada lateral del siglo XVII. El templo fue remodelado a mediados del siglo XVIII, daba servicio religioso al colegio del noviciado de Tepotzotlán. Se considera “uno de los pocos ejemplos de templos barrocos en nuestro país, que podemos apreciar tal como fueron concebidos y creados originalmente”. Su interior, los retablos barrocos fueron diseñados y elaborados por Miguel Cabrera e Higinio de Chávez a mediados del siglo XVIII. El gran retablo mayor dorado y en estilo churrigueresco, que se distingue por el tipo de pilastras invertidas que sostienen la estructura, está dedicado a San Francisco Javier. En las siguientes etapas, se concluyeron los dos niveles del claustro de los naranjos, según se lee en la inscripción que conserva la fuente de ese patio, hecha en 1708. Más tarde siguieron el refectorio, el anterrefectorio, la cava y el frigorífico que están dispuestos en torno al patio de la cocina, donde se ve la fecha 1740. Se destaca que en ese periodo se concluyó el sistema hidráulico que abastecía de agua al noviciado. Y se agrega respecto de la decoración: “El auge económico que alcanzaron los colegios con la administración de sus haciendas posibilitó que a mediados del siglo XVIII el padre rector, Pedro Reales, emprendiera trabajos de ornamentación. El templo de San Francisco Javier fue revestido con diez retablos dorados de acuerdo con los cánones artísticos de la época. En 1760 se inició la construcción de la actual fachada terminándose, junto con la torre campanario, dos años más tarde. De este periodo data también el trazo y barda del atrio de los olivos.”   Los libros del coro Como parte del acervo del museo se conserva en el patio, ya como uno de sus grandes elementos arquitectónicos, la original fuente del Salto del Agua que remataba del lado de La Mariscala el acueducto de Chapultepec, en lo que hoy es la esquina del Eje Central Lázaro Cárdenas y Arcos de Belén. La que ahí se encuentra ahora es una réplica. Hay también numerosos exvotos y una biblioteca antigua conformada por más de cuatro mil volúmenes. Se espera incrementar ese acervo en el marco de los 50 años del museo y el 75 aniversario del INAH. En el acto conmemorativo, Franco evocó a quienes han dirigido al recinto a lo largo de cinco décadas, entre ellos, Consuelo Maquívar, Miguel Celorio, Guadalupe Salcedo, Miguel Fernández Félix, Cecilia Genel y José Abel Ramos Soriano, su actual director. La exposición que se inauguró Magnificant. Los secretos de los libros de coro, está conformada por 19 de los 92 volúmenes que integran la colección del museo. Su propósito es mostrar al público la importancia de los procesos de conservación en los objetos patrimoniales. El Museo Nacional del Virreinato está ubicado en Plaza Hidalgo 99, barrio San Martín, en Tepotzotlán, Estado de México. Puede visitarse de martes a domingo de 9:00 a 18:00 horas. Desde las estaciones Cuautitlán y Lechería del Tren Suburbano hay transporte público a Tepotzotlán.

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