"Aclarando puntos"

martes, 13 de enero de 2015 · 14:45
MÉXICO, D.F. (apro).- Esta, estimado lector, es una carta en defensa de los jodidos del mundo, de esos tantos que tienen que trabajar para poder vivir, claro, cuando encuentran trabajo, pues cuando no, Están condenados a encomendarse a Dios y a hacer circo, maroma y teatro para poder sobrevivir y no morir. Esos seres, que, insisto, son los más en esta tierra y los que, a pesar de todas las teorías políticas y socioeconómicas habidas y por haber, siguen jodidos, son los que, repito, van a ser definidos por la presente, pues son los que T.R. Malthus y sus seguidores, basados en la doctrina sobre la población, consideran feos, sucios, incompetentes, problemáticos y por lo tanto, peligrosos, motivo por el cual los han desprestigiado y combatido… y siguen desprestigiándolos y combatiéndolos de una manera u otra. Desprecian y rechazan a ellos sobre todo a los movimientos en los que han participado… o podrían… de manera preponderante, decisiva, bien sea de manera activa o pasiva. Recordemos algunos ejemplos: ahí está el jacobinismo revolucionario, surgido de la Revolución francesa; la lucha de clases, preconizada por C. Marx; lo que sucedió con el socialismo parlamentario en sus inicios, visto como un hijo bastardo del jacobinismo; lo que le ha pasado al Estado Benefactor, al que el neoliberalismo ve y trata como una institución inoperante… y sobre todo cara… que no soluciona los problemas de los más, de los jodidos y desalienta o desincentiva a la minoría selecta emprendedora y competitiva que si sabe hacer más cosas y mejor que el Estado… y en eso estamos… sin que los jodidos de siempre, repito, de los que tienen que trabajar para vivir… cuando encuentran trabajo… y cuando no, a ver cómo le hacen para sobrevivir. En ese golpeteo y repudio a las ideas que son partidarias de la inclusión de los jodidos en el reparto de la riqueza producida socialmente, mucho han participado las teorías de la muerte de las ideologías; la del ocaso de las revoluciones… sobre todo de las armadas; la de la superación de la lucha de clases; la del final de la historia y la de la imposibilidad de la utopías. Todo ello ha dado lugar a que haya escritores de antiutopías… o distopías, como las llaman algunos especialistas del tema. Una de ellas, de las primeras y famosa por cierto, es LA MÁQUINA DEL TIEMPO, de H.G. Wells… pero no lo es… pues es más bien una profecía siniestra, como lo muestra su título original LA MÁQUINA ADIVINADORA DEL FUTURO… veamos porque es siniestra. Según su autor, el protagonista de la misma, montado en la máquina del tiempo, llega a un mundo futuro, a primera vista paradisiaco, habitado por unos seres bellos, plácidos, frágiles, amables, ingenuos, alegres los eloi, no trabajan y se alimentan de frutos… pero en la noche son presa de un miedo incontrolable. Pronto descubre el viajero del tiempo que hay otros seres que habitan bajo tierra, los horribles morlocks, cuyo a cuyo mundo desciende llevado por la curiosidad… mundo que huele a carne fresca… y el viajero va descubriendo porqué los eloi se aterrorizan de la noche… los morlocks, de moral degenerada, alimentan y hacen la vida fácil a los eloi… para capturarlos por la noche y comérselos. El protagonista pronto se da cuenta que lo que espera al futuro de la humanidad es un mundo en el que va a haber dos clases: la de los morlocks, descendientes de los jodidos de hoy, y la de los eloi, descendientes de los ricos, de los que hoy mandan mayormente. Usted, lector de la presente, me dirá si con ese planteamiento H.G. Wells… queriendo o sin darse cuenta… al predecir que, con el tiempo, una clase considerada inferior devora a otra considerada superior, se hace o no eco, apoya y da por buena la teoría del economista, demógrafo… y pastor protestante Malthus… que con fervoroso espíritu cristiano proclamó y sostuvo que era necesario controlar la reproducción de las clases más bajas de la sociedad… las de los jodidos de siempre… por lo que separó a los hombres de las mujeres en los asilos, se opuso a la beneficencia pública, a la ayuda a los pobres y a aumentar el salario de los trabajadores… pues el buen pastor Malthus consideraba que demasiadas personas… sobre todo de las jodidas de siempre… significaban demasiadas bocas peligrosamente hambrientas para los menos… o sea para los que mandan y los ricos. Bueno, esto es lo que piensa y deseaba expresar servidor; el buen juicio del estimado lector dirá si estoy en lo cierto o no. Con la esperanza e no haberme equivocado. ARMANDO LIOS

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