'Una cosa descaradamente buena”

miércoles, 20 de junio de 2018 · 22:16
CIUDAD DE MÉXICO (apro).- Dos actores en ropa interior arrastran sus calcetines de colores sobre un escenario al que le falta la escenografía, pero donde quedan los rastros de un plano trazado, suerte de vestigio de un proyecto interrumpido; uno de ellos intentó vestirse, pero algo le venció antes colocarse la camisa. Una cosa descaradamente buena -escrita por Misael Garrido- cuenta la historia de Ramón, un empleado de banco quien un día simple amanece derrotado. Lo derrotan el amor y los trastes sucios; las promesas inconclusas y la gingivitis; la explotación, la ignominia y el tráfico; el sabor de la justicia social y su incapacidad para reconocer sus rotundas falencias y errores. El texto es una narración escenificada repleta de peripecias cotidianamente extraordinarias. Dirigida por el mismo autor y codirigida por Daniela Luque, la obra retrata la divertida miopía de un tipo cualquiera al que de pronto, en la zona más desamparada de su vida, le brotan convicciones de los puños y comienza a reventarlas sobre lo que él podría interpretar como una suerte de “enemigos de clase”. Ese día, Ramón toca fondo. Justo él, de quien nadie se imagina que podría venir, decide que las cosas no pueden seguir igual y comienza a tomar acciones, a luchar por los derechos de las personas normales y de clase media. Una explosión al estilo del memorable filme estadunidense Un día de furia (1993), dirigido por Joel Schumacher. Los actores Camila Torres Cantú y Daniel M. Cervantes logran alternar a todos los personajes con la sola afectación de sus voces y cuerpos. Los espacios y objetos son producidos enteramente por la imaginación de los espectadores, hábilmente conducida por los intérpretes. Aun así, permanece confusa la delimitación arbitraria del espacio. Definitivamente sobre la duela del escenario existe algo parecido a un plano trazado cuya funcionalidad permanece interrogante. Asesorados también por Luque, los actores logran dibujar con detalles el recorrido por una ciudad atormentada, indiferente y donde parece que sólo pueden pasar cosas descaradas. Pero siempre habrá alguien que decida romper la rueda. Porque tenemos un límite y una vez que se llega a él no hay marcha atrás. Una cosa descaradamente buena se presenta los jueves de junio a las 20 horas en el Teatro La Capilla, Madrid 13, entre Aldama y Centenario, colonia Del Carmen, en Coyoacán.

Comentarios