'Los secretos de Notre Dame” en 'Historia”

martes, 16 de abril de 2019 · 19:21
CIUDAD DE MÉXICO (apro).- La revista número 174 Historia de National Geographic, circulando desde junio de 2018 en puestos de periódicos y librerías de México, dedicó su portada y 17 páginas a “Los secretos de Notre Dame”, con las palabras de su director Josep María Casals en el editorial que comienza así: “Un día lluvioso subes los 422 escalones de la vieja torre izquierda de Notre Dame como un turista más, y al final de la ascensión te asomas, de repente, al cielo de París. La lluvia amortigua el ruido de la urbe, y sólo oyes el tenue murmullo de las gotas caer sobre la piedra. De repente, las ves. Están allí. Son las quimeras, monstruosos seres de piedra que contemplan París desde lo alto. Vistas de cerca, son enormes. Impresiona Le Stryge, el pensativo monstruo de piedra, pero ¿quién puede saber que no salió de la mano de un cantero medieval, sino de la mente de un grabador del siglo XIX?” La portada de Historia es una foto a todo color de Luigi Vaccarella y muestra a la famosa gárgola Le Stryge observando la ciudad de París desde lo alto de la catedral de Notre Dame. Continúa Casals: “Porque Notre Dame es la gloria del gótico; pero también es, en parte, la creación de un hombre: el arquitecto Viollet-le-Duc, que restauró la inmensa basílica según su personal visión de la Edad Media. De manera que, en parte, la catedral que vemos hoy hunde sus raíces en su visión idealizada del mundo medieval, en el romanticismo. De hecho, fue un escritor de aquella época quien la salvó. Notre Dame podía vencer al tiempo, pero no a los hombres: la Revolución francesa la había dejado en ruinas, y un hombre, Víctor Hugo, escribió una novela para evitar su destrucción: Nuestra Señora de París, que devolvió a la vida la ciudad medieval. “Se publicó en 1831, y su éxito fue instantáneo: los parisinos se aprestaron a rescatar la antigua catedral, la gran protagonista de aquella obra junto con la hermosa y desdichada Esmeralda, el frívolo capitán Phoebus de Châteaupers, el torturado archidiácono Frollo, consumido por el deseo y los celos. Y Quasimodo, el jorobado campanero de la catedral, de cuerpo deforme, pero el más humano d todos, el más noble, el más desventurado… Ellos salvaron Notre Dame. Ellos y el poder de la palabra, el don de Víctor Hugo.” A continuación, algunos fragmentos de este interesante capítulo en Historia de National Geographic, revista fundada en 1888 y distribuida en castellano por IBERMEX. Peripecias de una catedral 1163.- Comienza la construcción de Notre Dame de París bajo el patrocinio del obispo Maurice de Sully. Los trabajos concluyen en el siglo XIV. 1630-1707.- La Catedral sufre importantes modificaciones durante el reinado de Luis XIV. En el coro se erige un conjunto escultórico relacionado con el culto a la Virgen María. 1793.- La Revolución Francesa provoca graves destrucciones en Notre Dame. Durante unos años la catedral es desconsagrada y se usa como almacén. 1844.- Surge la idea de la importancia de la conservación del patrimonio medieval. Se decide restaurar Notre Dame y se encarga al arquitecto Viollet-le-Duc. El renacimiento de un símbolo El texto principal de Historia sobre Notre Dame lo escribe Almudena Blasco Valles, de la Escuela Politécnica de París. En uno de los apartados, el llamado “Restauraciones polémicas”, leemos: Las restauraciones de Viollet-le-Duc fueron criticadas, ya en su época, a causa de sus supuestas licencias. Sin embargo, el arquitecto era consciente de los riesgos de una intervención excesiva. En 1842, antes de empezar los trabajos en Notre Dame, escribió: “En semejante labor no se podría actuar con demasiada prudencia y discreción; somos los primeros en decirlo, ¡una restauración puede ser más desastrosa para un monumento que los estragos de los siglos y las furias populares! Pues el tiempo y las revoluciones destruyen, pero no añaden nada”. Y a continuación observaba: “El artista debe desaparecer enteramente, olvidar sus gustos, sus instintos, para estudiar su objeto, para recobrar y seguir el pensamiento que ha presidido la ejecución de la obra que desea restaurar, pues no se trata en este caso de hacer arte, sino solamente de someterse al arte de una época que ya no existe”. La flecha que corona Notre Dame “Sobre el Crucero del transepto de Notre Dame se elevaba una flecha que fue desmontada a finales del siglo XVIII, Viollet-le-Duc decidió erigir una nueva, construida entre 1858 y 1861. Sus dimensiones son imponentes: realizada con 500 toneladas de madera y 250 de plomo, alcanza una altura desde el suelo de más de 90 metros. “La base es octagonal, sostenida por los cuatro pilares del transepto, y está rodeada por cuatro grupos de doce apóstoles con los símbolos de los cuatro evangelistas –el propio Viollet se representó a sí mismo en los rasgos de Santo Tomás--. La flecha crea la ilusión óptica de elevarse sin fin hacia el cielo, el gran objeto de la arquitectura gótica.” La gárgola más emblemática “El visitante que sube hasta los tejados de Notre Dame se topa con una de las gárgolas más famosas del mundo: Le Stryge, un monstruo alado que, apoyado en la balaustrada, mira la ciudad sacando la lengua. Su espectacularidad nos puede hacer olvidar que no es medieval, sino una de las muchas recreaciones del siglo XIX, en este caso obra del prodigioso e imaginativo grabador Charles Méryon, que dedicó su talento a crear imágenes de un gótico fantástico. “Walter Benjamin, en su obra sobre París, considera esta gárgola como una alegoría, ya que ve en su gesto burlón una crítica a la modernidad que estaba demoliendo París, a su entender, sobre la base de un mal entendido progresismo.” La guillotina llega a Notre Dame “La destrucción más grave que sufrió la catedral de Notre Dame durante la Revolución francesa afectó a las estatuas que decoraban la fachada occidental. Las situadas sobre las tres puertas representaban a los monarcas del reino bíblico de Judá, pero ya desde la Edad Media se creyó que eran los reyes de Francia. Por eso, cuando tras la ejecución de Luis XVI en enero de 1793 las autoridades revolucionarias ordenaron la destrucción de todos los símbolos de la realeza, las estatuas de la catedral parisina quedaron bajo el punto de mira. “En octubre de ese año se retiraron un centenar de esculturas –cuidando de no dañar el resto del edificio--, entre ellas las 28 de la galería de reyes, a las que les cortaron la cabeza a golpe de maza, imitando la decapitación de Luis XVI. En 1977 se descubrieron en una casa de París veintiuna de estas cabezas, aún con las marcas de la violencia revolucionaria.” (ver www.notredamedeparis.fr)

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