Ecos musicales en Leticia Luna

jueves, 13 de junio de 2019 · 08:46
CIUDAD DE MÉXICO (apro).- El pasado 11 de junio, la poeta Leticia Luna (DF, 1965), autora de Fuego azul. Poemas 1999-2014 (Índole Editores, San Salvador, 2014), fue nombrada directora de Literatura del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL). En 20 años, tras Lety Luna publicar Hora lunar, su obra múltiple presenta sonoridades trashumantes y esquinas de sorprendente rítmica, por lo cual ofrecemos a nuestros lectores algunos versos suyos con evocaciones musicales, a partir del poemario El amante y la espiga (2005), donde leemos en el canto primero de “Tequila doble”: Canté un bolero con un desconocido y acepté que me pagara un trago para hablar de asuntos que a ciertas horas conmueven sólo a los borrachos.   La vida es una fila larga de tequilas dobles y una canción ranchera bajo el brazo.   “La caída” (A mi amigo Arturo Souza +) No volveremos nunca a ver la caída de la estrella en el charco a caminar los desiertos de luna con el Sueño que nos enlazó el ombligo   No se verán más lágrimas en el dolor del cementerio que ve partir a los amigos   No más el polvo del eucalipto y el ciprés cubriendo el Tercer Mundo con su estela de hojas en el camino en las piedras rodantes en las canciones de amor y en los Cien años de Macondo   Las tardes tranquilas devoran libros de la Biblioteca Universal Circulante e iluminan anárquicas miradas al amparo del hongo rosa de la fiesta   Para extrañarlo todo la foto de Elisa en el póster (de la universidad los poemas de Wirikuta las canciones de Paraíso el manifiesto pacheco la expedición a Tamazunchale (para buscar al unicornio y las manos alzadas en los mítines.   Las pintas en las bardas de la ciudad los conciertos de rock las enseñanzas de Burroughs y las etílicas madrugadas de lucidez (para el poema   El llanto de luciérnagas el día de tu muerte la voz de Patti Smith la inocencia perdida del suicidio y el paradigma de Jesús en la cripta 33 del ciprés y el eucalipto   No volveremos nunca a ver la caída de la estrella en el vaso de cerveza pues la soga ha quedado vacía y nuestros cuerpos mueren en esta tarde ebria donde la tristura cobra con creces los cien años de Lolita quien espera en la llegada de la aurora la canción más íntima o los ladridos de los perros que anuncien la próxima partida   No volveremos juntos a ver la caída de la estrella en el charco   “La constelación de Scorpio” (A Eduardo Balderas y José Agustín Ramírez) La muerte de John Lennon (nos tenía afectados De las botellas del alba bebíamos escuchando Imagina y Den (oportunidad a la paz La casa era una constelación (a punto de extinguirse de sucumbir en las alas rojas (de la noche   Como siempre nos deseábamos en oleadas (de antiguas emociones alguien dijo que lo podíamos ver en un viaje de hongos (amanita muscaria   John Lennon toca su guitarra y todos lo acompañan haciendo coros Nadie ríe irremediablemente estamos tristes   En la entrada del baño dos mujeres se besan un escritor de ciencia ficción (se cree astronauta y flota Los enamorados dibujan un grafiti (sobre la pared: ¡Lennon te amo! La casa es la constelación de Scorpio aguijoneándose a sí misma   “Concierto de rock” (A Julio Revueltas) Cuando la luna se asoma en el estadio y el público grita con su estruendo (fugaz U2 aparece: bolas de cristal y un macho cabrío entre glucosas violetas y amarillas   El cantante es un vaquero que emerge de una escalinata multicolor El guitarrista nos recuerda a John Lennon  Jimmy Herndrix (o a Bob Marley mientras la gente baila y con (las manos forma la ola   Y yo soy una gota de tiempo en la explosión interna (de la máquina que suda rock   “Fuegos artificiales” Esbelta rabiosa y solitaria la Poesía es una orquídea que en el cenit es- ta- lla (Del libro Poemas urbanos)   “Apache mountain” (A Juan Armando y Jennifer) I En el corazón de la tierra desértica el tiempo se mide por la altura (de los cactus las montañas calcinadas y el nacimiento (de flores amarillas   En el amanecer de un día que recuerda la muerte de Dios --un arameo llamado Joshua-- Las gotitas de luz en el Desierto Son la lluvia de una sangre eternamente (implorada II Tierra roja Cuyamunque Camel Rock agujeros que el viento talla en la arena petrificada pueblos de estuco y barro arcoíris y maíz   En el cielo de Ácoma espiga el canto del Viento Sur Phoenix y Los Ángeles Tucson y su mariachi   S e m i l l a s nietos de una abuela y un abuelo de ciudad de México: Hermanitos “del otro lado” del Río Bravo   “El Desierto”   (A Rosalba López) En la Estación Catorce después de un concierto de Santana (en León era el año del dragón y tu sonrisa (una enciclopedia leíamos a Simon de Beauvoir y los duendes efectivamente eran verdes   ¡Los duendes y la mezcalina no se llevan! Exclamaste cuando en la Estación Catorce encontramos un refugio frío donde pasar (la noche que calentamos con música y fuego (de linternas   No valían las explicaciones tan sólo las metáforas de dos chicas hablándose historias al oído Tú utilizabas todas las ingenierías (para estropearme --Para que la máquina fuera (lo más humana posible-- Buscábamos fiestas donde no existían pequeñas fantasías que nos hacían (cómplices del amanecer   Eras como una virgen desnuda (y tu llegada un circo Después del desierto      partimos a veces regresabas para hablarme (de las incandescencias de la aurora   Hoy mamá ha muerto y nada entendemos La estación Catorce es una nube (que sigue perdida en el armario (Del libro: Poemas del desierto migratorio) ap/ --FIN DE NOTA--

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