Ecos musicales en Leticia Luna
CIUDAD DE MÉXICO (apro).- El pasado 11 de junio, la poeta Leticia Luna (DF, 1965), autora de Fuego azul. Poemas 1999-2014 (Índole Editores, San Salvador, 2014), fue nombrada directora de Literatura del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL).
En 20 años, tras Lety Luna publicar Hora lunar, su obra múltiple presenta sonoridades trashumantes y esquinas de sorprendente rítmica, por lo cual ofrecemos a nuestros lectores algunos versos suyos con evocaciones musicales, a partir del poemario El amante y la espiga (2005), donde leemos en el canto primero de “Tequila doble”:
Canté un bolero con un desconocido
y acepté que me pagara un trago
para hablar de asuntos que a ciertas horas
conmueven sólo a los borrachos.
La vida es una fila larga de tequilas dobles
y una canción ranchera bajo el brazo.
“La caída”
(A mi amigo Arturo Souza +)
No volveremos nunca
a ver la caída de la estrella en el charco
a caminar los desiertos de luna
con el Sueño que nos enlazó el ombligo
No se verán más lágrimas
en el dolor del cementerio
que ve partir a los amigos
No más el polvo del eucalipto y el ciprés
cubriendo el Tercer Mundo
con su estela de hojas
en el camino
en las piedras rodantes
en las canciones de amor
y en los Cien años de Macondo
Las tardes tranquilas devoran libros
de la Biblioteca Universal Circulante
e iluminan anárquicas miradas
al amparo del hongo rosa de la fiesta
Para extrañarlo todo
la foto de Elisa en el póster
(de la universidad
los poemas de Wirikuta
las canciones de Paraíso
el manifiesto pacheco
la expedición a Tamazunchale
(para buscar al unicornio
y las manos alzadas en los mítines.
Las pintas en las bardas de la ciudad
los conciertos de rock
las enseñanzas de Burroughs
y las etílicas madrugadas de lucidez
(para el poema
El llanto de luciérnagas
el día de tu muerte
la voz de Patti Smith
la inocencia perdida del suicidio
y el paradigma de Jesús
en la cripta 33 del ciprés y el eucalipto
No volveremos nunca
a ver la caída de la estrella
en el vaso de cerveza
pues la soga ha quedado vacía
y nuestros cuerpos mueren
en esta tarde ebria
donde la tristura
cobra con creces los cien años de Lolita
quien espera en la llegada de la aurora
la canción más íntima
o los ladridos de los perros
que anuncien la próxima partida
No volveremos juntos
a ver la caída de la estrella
en el charco
“La constelación de Scorpio”
(A Eduardo Balderas y José Agustín Ramírez)
La muerte de John Lennon
(nos tenía afectados
De las botellas del alba bebíamos
escuchando Imagina y Den
(oportunidad a la paz
La casa era una constelación
(a punto de extinguirse
de sucumbir en las alas rojas
(de la noche
Como siempre
nos deseábamos en oleadas
(de antiguas emociones
alguien dijo que lo podíamos ver
en un viaje de hongos
(amanita muscaria
John Lennon toca su guitarra
y todos lo acompañan haciendo coros
Nadie ríe
irremediablemente estamos tristes
En la entrada del baño
dos mujeres se besan
un escritor de ciencia ficción
(se cree astronauta y flota
Los enamorados dibujan un grafiti
(sobre la pared:
¡Lennon te amo!
La casa es la constelación de Scorpio
aguijoneándose a sí misma
“Concierto de rock”
(A Julio Revueltas)
Cuando la luna se asoma en el estadio
y el público grita con su estruendo
(fugaz
U2 aparece:
bolas de cristal y un macho cabrío
entre glucosas violetas y amarillas
El cantante
es un vaquero que emerge
de una escalinata multicolor
El guitarrista nos recuerda a
John Lennon Jimmy Herndrix
(o a Bob Marley
mientras la gente baila y con
(las manos
forma la ola
Y yo soy una gota de tiempo
en la explosión interna
(de la máquina que suda rock
“Fuegos artificiales”
Esbelta
rabiosa y solitaria
la Poesía es una orquídea
que en el cenit
es-
ta-
lla
(Del libro Poemas urbanos)
“Apache mountain”
(A Juan Armando y Jennifer)
I
En el corazón de la tierra desértica
el tiempo se mide por la altura
(de los cactus
las montañas calcinadas y el nacimiento
(de flores amarillas
En el amanecer de un día
que recuerda la muerte de Dios
--un arameo llamado Joshua--
Las gotitas de luz en el Desierto
Son la lluvia de una sangre eternamente
(implorada
II
Tierra roja
Cuyamunque
Camel Rock
agujeros que el viento talla
en la arena petrificada
pueblos de estuco y barro
arcoíris y maíz
En el cielo de Ácoma
espiga el canto del Viento Sur
Phoenix y Los Ángeles
Tucson y su mariachi
S e m i l l a s
nietos de una abuela
y un abuelo de ciudad de México:
Hermanitos “del otro lado” del Río Bravo
“El Desierto”
(A Rosalba López)
En la Estación Catorce
después de un concierto de Santana
(en León
era el año del dragón y tu sonrisa
(una enciclopedia
leíamos a Simon de Beauvoir
y los duendes efectivamente eran verdes
¡Los duendes y la mezcalina no se llevan!
Exclamaste cuando en la Estación Catorce
encontramos un refugio frío donde pasar
(la noche
que calentamos con música y fuego
(de linternas
No valían las explicaciones
tan sólo las metáforas
de dos chicas hablándose historias al oído
Tú utilizabas todas las ingenierías
(para estropearme
--Para que la máquina fuera
(lo más humana posible--
Buscábamos fiestas donde no existían
pequeñas fantasías que nos hacían
(cómplices del amanecer
Eras como una virgen desnuda
(y tu llegada un circo
Después del desierto partimos
a veces regresabas para hablarme
(de las incandescencias de la aurora
Hoy mamá ha muerto y nada entendemos
La estación Catorce es una nube
(que sigue perdida en el armario
(Del libro: Poemas del desierto migratorio)
ap/
--FIN DE NOTA--