Saldos de la reunión de la Unesco en Bakú

miércoles, 10 de julio de 2019 · 18:40
CIUDAD DE MÉXICO (apro).- Las autoridades mexicanas suelen anunciar de manera festiva cuando la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) inscribe un sitio nacional en la Lista del Patrimonio Mundial. Y se destaca siempre que es el país de América Latina con más reconocimientos y el sexto en el mundo, sólo detrás de Italia, España, China, Francia y Alemania. Sin embargo, frente a la inscripción en la Lista del Patrimonio Mundial en Peligro de las Islas y Áreas Protegidas del Golfo de California --debido a la inminente extinción de la vaquita mariana--, las instituciones del nuevo gobierno mostraron discreción, no obstante que en realidad heredaron el problema de la administración de Enrique Peña Nieto. En abril pasado, la revista Proceso (No. 2217) publicó en un reportaje de Olga Aragón y Javier Cruz que el problema de la desaparición de la vaquita marina y el totoaba --ambas especies “víctimas de la pesca ilegal relacionada con grupos criminales”-- era “un conflicto a punto de estallarle al presidente (Andrés Manuel) López Obrador”. Las secretarías de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) y de Relaciones Exteriores, emitieron un boletín conjunto para precisar que estar en la Lista en Peligro “debe verse como un mecanismo” cuyo propósito es “fortalecer la cooperación internacional en la conservación y mantenimiento del Valor Universal Excepcional de los Sitios Patrimonio Mundial”, y anunciaron algunas medidas de protección. La Secretaría de Cultura no hizo pronunciamiento. Tampoco el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), que cuenta con la Dirección de Patrimonio Mundial, no obstante que su director Diego Prieto declaró el 17 de febrero de 2018, al finalizar una procesión de concientización sobre el problema de la vaquita, que el instituto “entiende claramente que el cuidado del patrimonio cultural está vinculado estrechamente con el entorno natural”. Wright y Barragán La inscripción del sitio del Golfo de California en la Lista del Patrimonio en Peligro se dio en la 43ª reunión del Comité del Patrimonio Mundial de la Unesco, que concluyó este 10 de julio en Bakú, Azerbaiyán. Durante la misma se declararon como Patrimonio de la Humanidad ocho obras del arquitecto Frank Lloyd Wright, construidas en diferentes sitios de Estados Unidos en la primera década del siglo XX: Fallingwater, en Mill Run, Pensilvania; el Museo Guggenheim de Nueva York; y las casas de Herbert y Katherine Jacobs, en Madison, Wisconsin; Frederick C. Robie, en Chicago; la Taliesin Est, en Spring Green, Wisconsin; la Taliesin West, en Scottsdale, Arizona; y Hollyhock, en Los Ángeles, California; y el Unity Temple, en Oak Park, Illinois. La Fundación que lleva el nombre del arquitecto estadunidense destaca en su sitio en internet que trabajó durante más de quince años para lograr este declaratoria. Y hace mención de que la inclusión en la Lista del Patrimonio Mundial es “honoraria” y no impone nuevas regulaciones o restricciones a las propiedades. Es interesante la precisión porque se sabe que la legislación en nuestro país privilegia la propiedad privada, que se ha vuelto un impedimento para que obras arquitectónicas del siglo XX sean declaradas como patrimonio artístico nacional, requisito indispensable para ser presentadas posteriormente como candidatas a la Unesco. Hace algunos años, ya se dio el caso del edificio de la compañía Bacardí en México, construido por Mies van der Rohe, del cual existía el proyecto para presentar su candidatura ante el Comité del Patrimonio Mundial e incluso aparecía en la llamada Lista Representativa de México elaborada entonces por el INAH, pero los propietarios se opusieron a la declaratoria de monumento artístico. La reunión en Bakú coincidió con la celebración en el Palacio de Bellas Artes del décimo quinto aniversario de la declaratoria de Patrimonio Mundial de la Casa Estudio Luis Barragán, ubicada en Tacubaya, propiedad de la Fundación de Arquitectura Tapatía Luis Barragán, A. C. Fue el primer bien representativo de la arquitectura mexicana del siglo XX inscrito en dicha lista de la Unesco. En 2007 se logró la incorporación de Ciudad Universitaria, pero es propiedad de la Universidad Nacional Autónoma de México. Como bien individual sólo la Casa de Barragán es Patrimonio de la Humanidad y no se ha dado el caso de que un conjunto de obras significativas de un arquitecto relevante del siglo XX, en México, tengan declaratoria de monumento. Pero la condición de bien universal de la Casa Barragán no fue limitante para que la artista estadunidense Jill Magid pasara una semana en ella, como si de un hotel de lujo se tratara y hasta cortara fragmentos de una alfombra y usara con desparpajo objetos personales del arquitecto Barragán, sin oposición de la Fundación de Arquitectura Tapatía, como consignó Proceso en su momento. Es preciso recordar lo señalado entonces por el arquitecto Víctor Jiménez al semanario, sobre el papel del Instituto Nacional de Bellas Artes, que guardó silencio ante el convenio de Magid y la directora de la Casa Barragán, Catalina Corcuera (presente en la ceremonia conmemorativa del aniversario): Dijo no poder imaginar que Magid hiciera lo mismo con la obra del arquitecto estadunidense Frank Lloyd Wright, porque entonces “le ponen esposas y la entregan a la policía”.

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