Mentiras peligrosas: avaricia mortal

sábado, 16 de mayo de 2020 · 10:34
MONTERREY, NL (proceso.com.mx).– Mentiras peligrosas (Dangerous lies, 2020) comprueba que el dinero puede destruir cualquier lealtad. Y Katie (Camila Mendes) lo descubrirá de una manera que le traerá decepción y un riesgo mortal. La interesante propuesta que presenta Netflix en su sistema de streaming es una conjugación de suspenso y juego de mesa, para saber cómo murió el hombre, quién es el asesino, dónde quedó el dinero y cómo se encuentran las joyas. La historia, nada original, pero endiabladamente entretenida, sigue a un matrimonio que se encuentra en la bancarrota. Ella es una asistente de un hombre rico y él un desempleado. Al morir el millonario le hereda toda su fortuna a la mujer, quien no cree en su buena suerte, pues apenas comenzaba a conocer al viejo próspero que la convirtió en su heredera universal. Pero, como siempre, hay una detective sagaz (Sasha Alexander) que no se conforma con la versión inicial de los hechos y hurga entre el excremento, hasta encontrar la reluciente verdad. Concebida como una producción mediana, la película le apuesta todo al guión muy bien articulado de David Golden. Aunque se toma muchos permisos para hacer que se teja la trama y trate de ocultar algunos evidentes huecos en la progresión de hechos, la historia consigue cuajar bien y avanza por el laberinto de pasillos y sótanos que tiene la enorme casa que está en disputa. Tras la muerte del viejo, la misma Katie comienza a sospechar de todos, incluso de su propia salud mental, al punto de reconocer como una hipótesis poco probable que le haya sido dada, como caída del cielo, una enorme fortuna, precisamente cuando se encontraba en su momento de mayor desesperación. Es entonces cuando comienza a sucederse los hechos que riegan pistas falsas para desconcertar a la investigadora y a la misma Katie, que se encuentra en medio de un torbellino de acontecimientos. Los personajes entran y salen en puertas giratorias, y comienzan a circular tramas y subtramas que no habían aparecido. El final tipo Scooby Doo conjunta todos los elementos para configurar una farsa criminal, aunque en verdad, detrás de todos los clichés, está el intento por presentar un caso que aparenta ser verdadero, geuino y terrible. Los personajes mendaces en esta trama siniestra estuvieron circulando todo el tiempo alrededor de la pobre chica, quien, desprevenida, no sabía que estaban al acecho. Hasta que, como en un gesto irónico del destino, la implosión hace que los bribones terminen por engancharse, mutuamente, en un rally de destrucción colectiva. Mentiras Peligrosas es un interesante ejercicio narrativo para desenmascarar al culpable. Sirve para pasar un buen rato, pero será olvidada pronto.

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