El proyectista

jueves, 30 de diciembre de 2010 · 01:00

MÉXICO, D.F., 30 de diciembre (Proceso).- El pasado 20 de noviembre, Teócrito Arteaga Nochebuena recibió el Premio Nacional de Deportes 2010, en el campo 2, correspondiente al Fomento, Protección e Impulso del Deporte. Egresado de la Escuela de Educación Física, ha dedicado 40 años de su vida profesional a la formación de entrenadores deportivos.

Es hijo de Pompilio Arteaga, un basquetbolista profesional sonorense que jugó en Estados Unidos en los treinta, y nieto del general Hermenegildo Arteaga, incondicional de Benito Juárez. Su abuelo falleció en 1947 y heredó a la familia un predio agrícola de 200 hectáreas en la huasteca hidalguense, que más tarde fue expropiado por el gobierno de Luis Echeverría.

Ingeniero agrónomo, empresario, investigador y catedrático de educación física, Teócrito realizó tareas de investigación y proyectos que canalizó a través de dos medallistas olímpicos: Raúl González y Ernesto Canto. 

“Cada quien sabe sus limitaciones y sus aciertos. Me queda claro que para lograr mis objetivos debo buscar a alguien que me ayude a realizarlos, más cuando una medalla olímpica vale oro en este país. A un gobernador y a un presidente de la República ponle un medallista olímpico y lo primero que hace es ordenar: ‘ábranle la puerta’. Por ahí me fui”, apunta.

Cofundador de la Escuela Nacional de Entrenadores Deportivos, hace 26 años comunicó sus ideas a Raúl González, medallista olímpico en Los Ángeles 84 y titular de la Comisión Nacional de Cultura Física y Deporte (Conade) en el sexenio salinista. Más tarde mostró sus planes de trabajo a Ernesto Canto, otro medallista de Los Ángeles que se desempeñó como funcionario en el sector deportivo.

Hombre de bajo perfil, Teócrito se incorporó a la Conade durante la gestión de González en el área de desarrollo del deporte. Paradójicamente, fue el primero de los funcionarios despedidos del organismo, luego de que se conoció el informe de la Comisión de Evaluación del Deporte, integrada para analizar el fracaso de los atletas mexicanos en los Juegos Olímpicos de Barcelona 92. En esa ocasión sólo el marchista Carlos Mercenario obtuvo medalla de plata en 50 kilómetros.

“Me tocó el corte, pero no tuve vela en ese entierro. Yo me dedicaba a la formación de entrenadores, no a los resultados deportivos. Pese a todo, Raúl decidió que debía renunciar. Las investigaciones de la comisión revelaron que había áreas que no hacían su trabajo, que no daban resultados”, recuerda Teócrito.

El propio Raúl González comenta a Proceso que ni siquiera conocía a Teócrito Arteaga. “Él se integró con un grupo de maestros que llegaron con el profesor Mario Revueltas y salieron a la mitad de mi gestión porque no encajaban en el proyecto de la Conade. Desde entonces no tengo contacto con él y hasta ahora que me enteré que obtuvo el Premio Nacional de Deportes; desconozco por qué razones lo propusieron.

“Con todo respeto, pero pareciera que los premios se dan como confeti. Esto se ha manoseado tanto que se ha degradado el valor del Premio Nacional de Deportes”.

En el ámbito legislativo, Arteaga participó en 1991 en la elaboración de la Ley de Fomento y Estímulo al Deporte, aprobada por el Congreso de la Unión. Asimismo, en 1996 colaboró con la Comisión del Deporte de la Cámara de Senadores en el diseño de la Ley General de Cultura Física y Deporte, hoy vigente.

Entre 1993 y 2002 acompañó a Canto en las dependencias en que el exmarchista se desempeñó como funcionario en tareas deportivas: IMSS, ISSSTE, PGR y UNAM.

Abandono

 

Es difícil de creer, comenta, que en 26 años de actividades la Escuela Nacional de Entrenadores sólo cuente con 22 egresados. A pesar de todas las limitaciones, esta institución ha superado sus obstaculos. Destaca que durante mucho tiempo contó con un lugar definido y carece de infraestructura debido al desdén y apatía de las autoridades.

Luego del terremoto de 1985, la institución fue desplazada de la Escuela Superior de Educación Física y por un tiempo operó en los sótanos del Palacio de los Deportes.

De 1991 a 1992 ocupó la casona de Arturo El Negro Durazo en el Ajusco. “Hacíamos atletismo en el galgódromo, las clases de natación las impartíamos en la alberca en forma de trébol, acondicionamos el enorme garage en aulas, la pista de baile servía como gimnasio. Durante 10 años no contamos con instalaciones deportivas y por ello tuvimos un retroceso técnico muy grande”, apunta Arteaga.

Ahora la escuela ya cuenta con espacio propio entre las calles de Churubusco y Añil; sin embargo, aún tiene muchas limitaciones.

 “No me pueden decir que vamos a enseñar velocidad en atletismo si hasta la fecha no tenemos una pista; apenas contamos con una recta de 100 metros y un cuarto de curva. Para las clases en la alberca debemos ir al Paralímpico pero dependemos de sus horarios, lo que repercute directamente en el calendario. Aunque el Cnar nos presta sus instalaciones para completar el programa de estudios, lejos de avanzar hemos retrocedido en cosas fundamentales.”

Asegura que destinará parte de los 549 mil pesos producto del Premio Nacional de Deportes al campo en la huasteca hidalguense. Otra suma la utilizará para investigar las primeras trampas del deporte amateur, que tienen su origen en las Olimpiadas que se realizaban en Grecia.

“A los que hacían trampas les llamaban Zanes y los obligaban a construir una estatua con el dinero producto de sus malos ejemplos; de esa manera exhibían a los tramposos. De hecho, hay una avenida de Zanes en la antigua Olimpia”. Ese es el tipo de situaciones que Teócrito pretende plasmar en un libro, además de temas relacionados con el dopaje y la compra de jueces.

También decidió poner en venta su rancho de 10 hectáreas en el Estado de México y planea adquirir un predio más pequeño en la huasteca hidalguense, donde piensa marcharse a trabajar con sus paisanos.

“En primer lugar quiero ayudarlos con la actividad agronómica, uno de los mayores problemas de la huasteca. Quiero llevarles nuevas tecnologías agrícolas que me permitan con mi propia experiencia y capital hacerles la producción, decirles: aquí está el producto, aquí es donde se vende y aquí están los resultados. Lo haré de manera altruista, invirtiendo mi tiempo.”

 

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