MÉXICO, D.F. (apro).- Primero fue el argentino Líonel Messi, considerado el mejor jugador del mundo. Su tiro penal se estrelló en el travesaño y el Barcelona acabó, el martes, eliminado por el Chelsea de la Liga de Campeones de Europa. Veinticuatro horas después, el portugués Cristiano Ronaldo, catalogado como el segundo mejor futbolista del orbe, abría la tanda de penales del Real Madrid contra el Bayer Munich y su tiro flojo, casi raso, al costado derecho, era desviado por el arquero alemán. Dos minutos más tarde, el brasileño Kaká, calificado como uno de los jugadores mejor dotados técnicamente, copió la fuerza y dirección de la ejecución de su compañero Ronaldo y el portero teutón repitió la estirada. Las fallas de Ronaldo y Kaká, serían fundamentales en la eliminación del Real Madrid del torneo europeo. No resultó cosa menor lo ocurrido futbolísticamente entre martes y miércoles en el Viejo Continente. Los errores de los más grandes jugadores del momento, se sumaron a la eliminación de sus clubes, Barcelona y Real Madrid, estimados los mejores del universo. Si ayer gozaban los hinchas madrileños la derrota de los barcelonistas, hoy los culés, sin sonrisa de por medio, sintieron ante la debacle merengue un pequeñísimo sabor de venganza. La final esperada entre el Barcelona y el Real Madrid se transformó en un duelo sin interés universal: Bayer Munich-Chelsea. Un comentarista deportivo cerraba la transmisión televisiva del Real Madrid-Bayer Munich, con un contundente epitafio: Toda España… llora esta noche. Y alguien en el anonimato concluyó: Y los futboleros de corazón que no saben de fronteras… también.