La NASA: burocracia en manos de contratistas (Cuarta Parte)

sábado, 8 de febrero de 2003 · 01:00
Las fallas En su lista de denuncias, Space Projects señala además la estación espacial Alpha, que “ya ha costado a los contribuyentes fiscales por lo menos 8 mil millones de dólares más de lo previsto inicialmente” La compañía encargada de construirla, Boeing, “ni siquiera está por terminarla ni en el corto ni en el mediano plazo”, asegura la organización, la cual completa señalando que el mantenimiento de la estación espacial rusa Mir “cuesta nada más que el 3 por ciento de lo que está costando nada más construir la estación de la NASA” Grossman recuerda que “gran parte de la NASA comenzó a ser privatizada en los años 80, durante el gobierno de Ronald Reagan, cuando gran parte de las labores gubernamentales fueron entregadas a las grandes corporaciones, no con mucho éxito” Peor aún, según el experto, que coincide con el análisis de García, “existe falta de coordinación entre los contratistas y una falta de supervisión de parte de la NASA” Para Robert Park, de la Universidad de Maryland y otro experto en el programa espacial, la vocación privatizadora de la NASA y su decisión de confiar ciegamente en las corporaciones “evidentemente no derivaron en una gran mejoría” Una auditoría realizada en el 2001 sobre las actividades de la NASA parece darles la razón a Grossman y Park, ya que criticó fuertemente la laxitud de la supervisión que la NASA ejerce sobre las operaciones de seguridad que la United Space Alliance dentro del programa del transbordador Esto quedó evidente esta semana cuando surgieron las numerosas denuncias que afirmaron que los técnicos de la NASA no prestaron atención a las advertencias sobre las debilidades de seguridad de varios sistemas del transbordador, inclusive el revestimiento térmico, señalado como una de las posibles causas del desastre Además, no sólo los funcionarios de la agencia espacial no dieron importancia a esas preocupaciones sino tampoco a la investigación que ellos mismos encargaron a los expertos de la Carnegie Mellon University en 1990 Incluso, después de estallado el escándalo, pidieron una nueva copia del reporte porque no encontraban la que habían recibido oportunamente a principios de la década pasada, según reveló Elisabeth Pate-Cornell, una de las autoras del informe El descubrimiento de cuál fue el sistema que falló y causó la tragedia del sábado tendrá también su impacto en la relación de las corporaciones y la NASA, ya que de ello dependerá si los familiares de los astronautas muertos podrán o no hacer juicio Si se establece que la culpa fue de la NASA, es decir, de un organismo oficial, las leyes excluyen la posibilidad de que la familia de un empleado gubernamental se presente ante los tribunales si esa persona murió cumpliendo sus labores Y seis de los siete tripulantes del Columbia eran empleados federales Todo será distinto si se reconoce una falla en alguna parte de la nave espacial entregada por un contratista, como sucedió con el Challenger, que explotó en el aire poco después de despegar en 1986 En aquella ocasión, los familiares de las víctimas, entre ellas la recordada “maestra espacial” Christa McAuliffe, demandaron judicialmente a Morton Thiokol, empresa proveedora de los cohetes defectuosos señalados como los responsables del accidente Thiokol --ansiosa por sacarse de encima un problema que le traía muy mala publicidad, en especial por la enorme simpatía que la tripulación del Challenger había despertado en Estados Unidos-- llegó a un acuerdo extrajudicial con los querellantes, cuyo monto nunca fue informado oficialmente, pero que habría llegado a los 77 millones de dólares para repartir entre las familias de los astronautas Thiokol pagó el 60 por ciento y el gobierno estadounidense el restante 40 por ciento, según trascendió en aquel momento También trascendió que el acuerdo se alcanzó rápidamente ante el temor de que los directivos de Thiokol dieran a conocer que, presuntamente, habían advertido a la NASA sobre la posibilidad de fallas en la seguridad de los cohetes Por si acaso, la Lockheed, que podría quedar en el ojo de la tormenta si se descubre que el sistema de recubrimiento térmico tuvo la culpa del desastre del Columbia, ya dejó en claro que los paneles que sirven a ese mecanismo son producidos con la colaboración de otros por lo menos 200 subcontratistas Siempre en el terreno del dinero, la carrera espacial norteamericana está mostrando nuevamente que varios puntos en común con la industria del armamento, no solamente porque comparte muchos objetivos sino tambien porque es una enorme fuente de recursos para varias de las grandes corporaciones de la tecnología pesada, las cuales son también tradicionales sostenedores de los gobiernos republicanos en Estados Unidos y habituales proveedores de los proyectos más caros de Washington Algunas de ellas podrán sobrevivir más tranquilamente a una eventual racionalización de la NASA, como Lockheed Martin, la vencedora de la pulseada por el contrato para construir el nuevo avión caza norteamericano, el Joint Strike Fighter (JSF) En cambio, la Boeing, protagonista principal de la aventura del transbordador y primer proveedor de la NASA, podría verse afectada por el desastre del transbordador Esta empresa fue la perdedora de la carrera por el JSF, el proyecto para el “caza del futuro” que en el presupuesto del 2004 prevé una inversión de 4 mil 400 millones de dólares Después de la dura competencia por el JSF, Boeing y Lockheed Martin se están viendo las caras también en este terreno, ya que ambas tienen casi a punto sendas versiones de los nuevos cohetes que podrán impulsar a los transbordadores de la próxima generación Los proyectos del Delta IV de Boeing y el Atlas V de la Lockheed recibieron unos mil millones de dólares de subvención federal en los últimos años “El papel del Pentágono en el programa espacial se ha venido expandiendo –dijo Bruce Gagnon, director de la organización no gubernamental Global Network Against Weapons and Nuclear Power in Space-, especialmente desde que se ejecutaron los recientes recortes de presupuesto” Para Gagnon no hay dudas sobre las características del futuro del programa espacial “Declaraciones recientes del exsecretario de la Marina y actual administrador de la NASA, Sean O’Keefe –señaló- indicaron que todas las futuras misiones de la agencia espacial serán de ‘uso dual’ o, en otras palabras, que el Pentágono seguirá adelante con su conquista del programa espacial” Por todo esto, en la Tierra algunas preocupaciones se hicieron más urgentes El desastre del Columbia dio nueva voz a los científicos que vienen advirtiendo sobre los riesgos de la exploración espacial tal como la está llevando adelante el gobierno de Estados Unidos “La tragedia del Columbia llegó en momentos en que la NASA se mueve hacia un expandido programa para el uso de energía nuclear en el espacio”, recordó Grossman El experto apuntó hacia el controvertido proyecto Prometeo iniciado el año pasado por la agencia espacial en el marco de la Nuclear Systems Initiative, que cuenta con una inversion de unos mil millones de dólares para desarrollar cohete de propulsión atómica

Comentarios