La masacre de Cumbria

miércoles, 9 de junio de 2010 · 01:00

LONDRES, 9 de junio (apro).- El tranquilo condado rural de Cumbria, en el norte de Inglaterra, se convirtió, el pasado miércoles 2, en una carnicería sangrienta sin precedentes.

Y es que antes de suicidarse en un bosque de la región, el taxista inglés Derrick Bird, de 52 años, abrió fuego de manera indiscriminada y asesinó a 12 personas e hirió a otras 25. Fue el peor ataque de esta naturaleza en Gran Bretaña desde 1996.

El hecho, que conmocionó a la opinión pública británica, podría provocar un refuerzo inmediato a las leyes por posesión de armas de fuego en el Reino Unido, uno de los países con más controles al respecto.

Bird, un hombre divorciado que hacía poco tiempo se había convertido en abuelo y desde hacía 23 años trabajaba como taxista, fue hallado sin vida en una zona boscosa, cerca de la localidad de Boot, tres horas y media después de haber asesinado a balazos a 12 personas, entre ellas su hermano gemelo David y al abogado de la familia, Kevin Commons.

Los ataques se produjeron de forma sucesiva en las localidades rurales de Whitehaven, Seascale, Egremont, Wilton y Gosforth, en el llamado Distrito de los Lagos, una zona muy popular con montañistas, turistas y visitantes extranjeros.

Según testigos, el taxista disparaba indiscriminadamente con un rifle con telescopio a cualquiera que se le acercara. Algunas de las personas atacadas, entre ellas un exjugador de rugby amateur, varios pensionados y un ciclista desprevenido, tenían hasta tres disparos en la cara.

Durante la búsqueda desesperada del atacante por parte de la Policía, se cerró la planta nuclear de Sellafield, en esa región inglesa, como medida de precaución y seguridad nacional.

También se cerraron locales, comercios y otros negocios, por temor a ataques del agresor enloquecido.

Alan Hannah, de 68 años, pudo ver a Bird mientras atacaba, según explicó al diario local The Whitehaven News.

"Cuando giraba, justo al pasar la comisaría policial, vi a muchos agentes de policía corriendo y me di cuenta que estaba pasando algo grave. Me aparté para no obstruir el paso y luego vi que venía un coche desde la izquierda. Al detenerme en el semáforo vi a un hombre con una larga escopeta y con el cristal de la ventanilla roto. Me salté el semáforo y me metí en Lowther Street para salir de allí. Llegué a casa sano y salvo, pero temblando", agregó.

Por su parte, Sue Matthews, una telefonista de la agencia de taxis para la que trabajaba Bird, indicó que el hombre "era una persona tranquila, vivía solo y se le conocía localmente como Birdy (pajarito).

"Diría que era una persona bastante popular en la zona, sin problemas graves que supiéramos. Es como lo que ocurre en Estados Unidos", indicó la mujer, en referencia a los ataques indiscriminados de francotiradores en ese país.

Tras el incidente, la Policía instó a los habitantes de la región a permanecer en sus viviendas hasta que fuera hallado el sospechoso, quien luego de trasladarse en un Citroen Picasso plateado procedió a pie hasta el bosque, donde se quitó la vida con el mismo rifle utilizado en los ataques.

Su cuerpo fue encontrado por los agentes policiales con una herida de bala en la cabeza.

El espectacular operativo policial de búsqueda contó con varios helicópteros, automóviles policiales y más de cien efectivos, en tanto que los servicios de emergencia y ambulancias atendían a los heridos tirados en las tranquilas calles del condado.

Los detectives iniciaron de inmediato una investigación sin precedentes en la historia de esa región, para determinar por qué un taxista aparentemente pacífico, querido por sus vecinos y por su familia, dejó una carnicería en una de las zonas más tranquilas y placenteras de Gran Bretaña.

De acuerdo con las primeras investigaciones, algunos de los motivos habrían sido problemas financieros de Bird, así como una supuesta herencia disputada, además de peleas con otros taxistas locales para conseguir más pasajeros.

Muchos vecinos criticaron la labor del Constabulario de Cumbria y lo acusaron de no haber desplegado las fuerzas suficientes para atrapar más rápido al agresor y evitar que siguiera disparando y matando por doquier.

Tras el hecho, la reina Isabel II de Inglaterra dijo sentirse “consternada” por los asesinatos, en tanto que el primer ministro británico, David Cameron, envió un mensaje de condolencias a las familias y amigos de los fallecidos.

Las principales cadenas británicas reportaban minuto a minuto sobre el incidente, que generó pánico en la población del país y fue portada de los matutinos más leídos.

La masacre del miércoles 2 en el Distrito de los Lagos hizo recordar otros ataques indiscriminados con armas de fuego en Gran Bretaña, un país que cuenta con fuertes controles por la posesión de armas livianas.

Uno de los hechos más notorios ocurrió en 1987, cuando Michael Ryan, de 27 años, asesinó con un arma de fuego a 14 personas en la tranquila localidad de Hungerford, en el sur de Inglaterra.

En 1996, 16 niños de entre cinco y siete años, más un maestro, fueron asesinados a balazos en el gimnasio de una escuela primaria en Dunblane, en el centro de Escocia, en un ataque perpetrado por Thomas Hamilton, de 43 años. En ese incidente sobrevivió el tenista escocés Andy Murray, alumno de esa escuela y quien hasta la fecha se niega a hablar sobre el traumático episodio que vivió de niño.

Ambos hechos llevaron a las autoridades británicas a reforzar fuertemente las leyes de posesión de armas de fuego.

Como parte de las medidas, en Gran Bretaña es necesario contar con una licencia y registro para la posesión de armas, mismas que deben estar resguardadas en lugares seguros.

Las pistolas están prohibidas en el país desde 1997, así como los rifles automáticos, fusiles y escopetas con acción de bombeo.

Un día después del ataque, Cameron no descartó que se refuercen las leyes de posesión de armas, para desalentar a personas que, como Bird, podrían protagonizar carnicerías sangrientas totalmente inesperadas.

 

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