De primavera árabe a verano kurdo

lunes, 21 de noviembre de 2011 · 12:39
MÉXICO, D.F. (apro).- La vida de Mano Khalil sería la de cualquier artista viajero si no le estuviera prohibido regresar a su país. Cineasta kurdo --un numeroso pueblo sin Estado--, salió de Siria para Checoslovaquia con la meta de aprender cine. Fue a raíz de su documental El lugar donde Dios duerme (1992), que trata sobre la situación de una familia kurda en Siria, que el gobierno de este país vetó su retorno. Actualmente, tras 20 años de exilio y en plenas revueltas, Khalil tiene la esperanza de volver a pisar el lugar de su infancia. Según Khalil, la primavera árabe inspiró al pueblo kurdo, formado por 50 millones de personas que luchan por sus derechos y contra la represión que sufren dentro de los países entre los que se encuentran dispersos: Irak, Turquía, Irán y Siria. “Las cosas están cambiando desde que los kurdos vieron a ese joven tunecino quemándose, prendiéndose fuego en la revolución”, dice Khalil en referencia a Mohamed Bouazizi, quien se inmoló el 4 de enero de 2011, acción que desató las revueltas árabes. “La primavera árabe está dando frutos en un verano kurdo, pero de otra forma”, afirma Khalil. Las revueltas kurdas comenzaron en Turquía el pasado 24 de marzo a raíz de un llamado a la desobediencia civil por parte del partido Paz y Democracia (BDP). El cineasta explica: “Los kurdos nos hemos dado cuenta que años y años de luchar con las armas y no ganar no sirve. Ahora sabemos que salir a las calles, protestar puede ser mucho mejor”. Desde 1978, los guerrilleros del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) luchan contra las fuerzas de seguridad turcas en una guerra que ha costado la vida de 45 mil personas. En agosto de 2010 el PKK había anunciado un alto al fuego que terminó en marzo de 2011. El 18 de octubre, el PKK asesinó a 26 soldados turcos. Desde entonces ,la represión contra los kurdos se recrudeció. La Comisión Europea en Contra del Racismo y la Intolerancia, en su reporte sobre Turquía publicado en el 2010, declaró que el uso del idioma kurdo y de sus intereses como grupo hace a las personas objeto de persecuciones, algunas fundamentadas en el Código Penal de ese país. El reporte también anota que la amenaza del PKK ha hecho que Turquía “abuse de sus acciones contra el terrorismo”. De acuerdo con Khalil, las protestas en Diyarbakir, la mayor ciudad kurda en Turquía, se realizan cada viernes desde junio. Durante la protesta se reza en las mezquitas, pero en idioma kurdo. “Esto está prohibido y hay miedo. La gente dice: ‘queremos tener nuestra religión, pero en idioma kurdo’”, explica el cineasta. Hermanos sin derechos La situación en su natal Siria es mucho peor, anota. En 1986, las fuerzas de seguridad dispararon contra kurdos que celebraban ataviados con ropas tradicionales su festival de primavera, Newroz. En 2004, después de un violento partido de futbol entre un equipo de la ciudad kurda de Al Qamishli contra un equipo árabe visitante, las fuerzas de seguridad dispararon contra los kurdos, reprimieron manifestaciones posteriormente y torturaron a los detenidos. Todo está documentado por Human Rights Watch (HRW). De acuerdo con la página de Internet de HRW, los kurdos en Siria no pueden usar su idioma, no se les permite registrar a sus niños con nombres tradicionales, no pueden crear negocios con nombres no árabes, no pueden crear escuelas privadas y no pueden publicar libros y otros materiales en kurdo. “Para el régimen sirio si no hay cultura y lenguaje, no hay kurdos. Los profesores no pueden hablar en kurdo. En Siria puedes aprender todas las lenguas, incluso se puede aprender hebreo, pero el kurdo está prohibido”, denuncia. “Si escribes algo contra el régimen tienes 3 años de cárcel, pero si escribes algo en kurdo tienes 10 años de cárcel”. La situación es parecida en Irán. Desde la dictadura de Mohammad Reza Pahlevi, los kurdos iraníes tienen prohibido hablar su idioma. A partir de la revolución islámica, la Constitución iraní reconoce al idioma y las costumbres kurdas. Sin embargo, de acuerdo con el informe de Amnistía Internacional Irán: violaciones de derechos humanos contra la minoría kurda, publicado en 2008, cuando los kurdos hablan de derechos humanos y ligan el tema con su identidad kurda, son sujetos de “violencia y discriminación sistemática”. La represión por parte del régimen revolucionario iraní data de las masacres de Qalatan en 1979, cometidas contra los activistas del Partido Democrático Kurdo de Irán y contra de la organización marxista Komala. Los primeros incluso habían apoyado la revolución. En 2005 hubo manifestaciones por la muerte del activista Shivan Qaderi, que terminaron en asesinatos y torturas. “En Irán dicen que todos los musulmanes son hermanos, pero los kurdos son hermanos sin derechos”, dice Khalil. “Está el caso de Bahman Ghobadi (director de cine kurdo-iraní famoso por su cinta Las tortugas pueden volar), quien criticó a los mullás. Tuvo muchos problemas y ahora no pude regresar”. “Esta es mi situación como artista. En todos los países es lo mismo, con algunas ligeras variaciones”, denuncia. Unidos… contra los kurdos El 21 de octubre, el ministro de Relaciones Exteriores de Irán, Ali Akbar Salehi, anunció que su país cooperaría con Turquía en operaciones militares contra el PKK. Khalil condena estas acciones. “Todos estos países son enemigos entre sí, pero se unen contra los kurdos. La Armada laica de Turquía odia al régimen de Irán, pero se unen, se hacen muy amigos para combatir al pueblo kurdo”, dice. Sostiene que ello también sucede con “los partidos Baath (nacionalistas) de Irak y Siria: se odiaban mutuamente, pero se unen contra los kurdos”. Expone: “No tenemos poder ni un cabildeo en el mundo”. Los kurdos resisten en las montañas, adentro de sus casas, peleando, nunca han atacado una embajada”. Aclara: “Peleamos culturalmente”. Y señala que en su caso utiliza el arte del cine y donde vuelca “mis sentimientos sobre la tragedia del pueblo kurdo”. Democracia: la solución Para el director kurdo, la única forma de resolver el problema es la democracia. Explica: “La democracia traerá a árabes, turcos, persas y kurdos la noción de que somos lo mismo. Más allá de la dictadura en Siria, en Irán, la ideología nacionalista de Turquía, nos daremos cuenta de que todos somos seres humanos”. Ve lejana la posibilidad de un Estado kurdo, pero piensa que eso no es lo importante. Lo principal, dice, es la libertad. Según Khalil, en su país las cosas no volverán a ser iguales, a pesar de que el régimen sirio ha tratado de “comprar a los kurdos” otorgando la ciudadanía a decenas de miles de kurdos que fueron tildados de “extranjeros” por un controvertido censo de 1962. “Desde marzo, los kurdos asisten a las protestas de cada viernes con banderas kurdas. Lo hacen por toda Siria”, relata Khalil. Esta rebelión ya causó muertos entre la población kurda. Amnistía Internacional (AI) reportó este 11 de octubre el asesinato de Mesh’al al-Tammo, fundador del Partido del Futuro Kurdo en Siria y miembro del opositor Consejo Nacional Sirio. Khalil piensa que los días de Bashar al-Assad, su familia y el régimen del partido Baath están contados. “Caerá –dice--, como cayeron Hussein, Ben Alí, Mubarak y Gaddafi”. El cineasta confiesa que mantiene la melancolía por volver a su país. No tiene claro si vivirá todo el tiempo en Siria, pero tiene muchos proyectos de trabajo en su país. Sabe que tras tantos años de exilio pudieron haber cambiado muchas cosas: su padre murió hace dos años y no pudo ir al entierro. Sin embargo, hay una cosa segura, “Volveré a ver a mi familia en nuestra vieja casa, no en hoteles de otros países, no a través de las rejas de las fronteras…”, afirma.

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