GB: Cameron en crisis luego de su derrota en el Parlamento
LONDRES (apro).- El primer ministro británico David Cameron, que el 29 de agosto sufrió una dura derrota en el Parlamento cuando rechazó una intervención militar en Siria, enfrenta ahora una crisis política dentro de su propio partido --el Conservador--, así como en el seno mismo de su gobierno.
Cameron quedó muy molesto con varios de sus ministros y colegas partidarios, y planea anunciar en los próximos días varios despidos “por deslealtad”.
Al menos cinco ministros de alto rango enfrentan la salida del gobierno, luego la humillante derrota que impide a Cameron alinearse con el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, en una eventual acción militar contra el mandatario sirio Bashar Al-Assad por los presuntos ataques de armas químicas en un suburbio de Damasco.
En la votación del 29 de agosto en la Cámara de los Comunes después de una maratónica sesión de siete horas, el primer ministro fue derrotado por 285 votos en contra y 272 a favor. Unos 30 conservadores “rebeldes” optaron por votar con la oposición Laborista, y otros 31 decidieron abstenerse.
De acuerdo con el periódico inglés Daily Telegraph, entre los cinco ministros se encuentran Alan Duncan, David Gauke y Steve Webb, quienes prefirieron seguir de vacaciones a regresar a Londres para votar en la moción clave.
Justine Greening, secretaria de Desarrollo Internacional, y Mark Simmonds, ministro junior de la Cancillería británica, admitieron “no haberse dado cuenta” que estaba en curso la votación en el Parlamento, y se perdieron de votar porque en ese momento estaban en reuniones. El ministro Kenneth Clarke también se abstuvo de votar “por razones familiares”.
En total, incluidos funcionarios liberales democráticos dentro de la coalición de gobierno, diez miembros del gabinete no votaron a favor de la moción que autorizaba una acción militar contra Siria.
“Cameron quedó tan furioso que anunciará esta semana una serie de cambios, con el despido de varios ministros desleales”, agregó el diario.
La derrota parlamentaria generó una profunda división en el seno del Partido Conservador, que según los últimos sondeos ha perdido popularidad de cara a las elecciones generales de 2015, además de causar una de las crisis políticas más serias desde que Cameron asumió el poder en mayo de 2010.
Algunos de sus principales rivales al frente de la agrupación conservadora, entre ellos el alcalde de Londres, Boris Johnson, la ministra del Interior, Theresa May, y el jefe de la cartera de Defensa, Philip Hammon, habían expresado dudas acerca de una intervención militar en Siria, que consideraban “inoportuna y contraproducente”.
Varios parlamentarios conservadores atacaron abiertamente la estrategia de Cameron. El diputado oficialista Richard Shepherd dijo que nunca antes en sus 34 años en el Parlamento había presenciado a un primer ministro “tan debilitado”. “Parece que estamos ante personas muy inexpertas que están tomando medidas en las esferas más altas del poder”, subrayó.
El conservador David Davis, exministro del Interior, dijo que el mandatario “presentó un argumento dudoso” al pedir al Parlamento que aprobara “matar gente” en los bombardeos a Siria.
Para el ministro de Hacienda, George Osborne, la derrota en el Parlamento significa ahora que Gran Bretaña “debe repensar si quiere jugar un papel importante en garantizar el sistema internacional”.
Sondeos
Más allá de las divisiones dentro del gobierno y el Partido Conservador, el voto del Parlamento reflejó el sentimiento popular de los británicos.
Un sondeo del periódico Daily Express dado a conocer horas antes del voto clave del jueves, indicó que 80% de los británicos se opone a una intervención militar en Siria.
De acuerdo con esa encuesta, elaborada por la consultora PollDetails, 12% de los británicos aún está indeciso respecto de una intervención militar; 41% está en contra bajo cualquier circunstancia; y 39% sólo aceptaría una intervención si la ONU confirma que el régimen de Al-Assad utilizó armas químicas.
Del total de los consultados, 92% dijo estar en contra de una acción inmediata, en tanto que 50% se opuso en cualquier circunstancia. Gales contó con el mayor número de personas a favor del lanzamiento de misiles contra Siria, mientras que en el noreste de Inglaterra fue donde hubo mayor oposición.
El sondeo destacó que 44% de las mujeres británicas se opone a una acción militar contra Al-Assad, comparado con 39% de los hombres que comparte esa opinión, ambos no quieren que Gran Bretaña se convierta en el “perro faldero” de Estados Unidos en el mundo.
Otra encuesta, dada a conocer por la BBC de Londres el 2 de septiembre, concluyó que 71% de los británicos considera que el Parlamento hizo lo correcto al rechazar una eventual intervención militar de Gran Bretaña contra Siria.
El sondeo, elaborado por la consultora ICM Research, sostuvo además que para la mayoría de los británicos la decisión de los parlamentarios no dañará la relación entre el Reino Unido y Estados Unidos, en tanto que 66% sostuvo que no le importaría si eso pasara.
De acuerdo con el sondeo, la mayoría de los británicos considera que los legisladores hicieron lo correcto al rechazar la moción por una intervención militar.
Mientras tanto y en la primera sesión parlamentaria de preguntas y respuestas al primer ministro después del receso estival, el pasado 4 de septiembre, Cameron descartó una futura intervención militar de Gran Bretaña en Siria, tras días de especulaciones acerca de que el gobierno pediría al Parlamento reconsiderar la opción de un ataque contra el régimen de Al-Assad.
Cameron declaró que el Reino Unido "no puede ni será parte" de una acción militar contra las fuerzas de Al-Assad.
El mandatario había sido presionado por varios diputados conservadores para convocar a un segundo voto en el Parlamento por una intervención en Siria.
Varios ministros, entre ellos el jefe de la cartera de Defensa, Philip Hammond, se mostraron a favor de un segundo voto en los Comunes "si las circunstancias cambian significativamente en Siria".
Sin embargo, en la sesión de preguntas y respuestas, Cameron excluyó la posibilidad de que Gran Bretaña participe de alguna intervención militar. "Acepto que Gran Bretaña no puede ni será parte de acción militar alguna en ese frente, pero no podemos de ninguna forma rendirnos ante la repulsión enorme que sentimos por los ataques con armas químicas que hemos visto, y debemos presionar en este punto en cada foro del que somos miembros", como el G8, el G20, la ONU y la OTAN, subrayó el jefe del gobierno británico.
"No voy a traer nuevamente planes para una participación británica en una acción militar", reiteró.
Y advirtió que el resto del mundo "le está fallando" a la población de Siria.
Cameron dijo que su gobierno "seguirá ejercitando sus músculos diplomáticos" para presionar por una resolución pacífica al conflicto, aunque consideró que a Al-Assad la comunidad internacional debe ponerle presión.
Durante la sesión en los Comunes, el parlamentario Peter Tapsell advirtió de la posibilidad de un "Armagedon" si Estados Unidos "bombardea ilegalmente a las fuerzas Assad".
Al respecto, Cameron se mostró a favor de "diálogos de paz", y sostuvo que los participantes involucrados en el conflicto en Siria "deben estar preparados para participar en negociaciones".
"Tenemos que asegurarnos que este diálogo sea de su interés. Es por ello que la diplomacia es importante", continuó.
Por su parte, el jefe de la oposición, el laborista Ed Miliband, afirmó que la votación del 29 de agosto en el Parlamento "no se trató de Gran Bretaña deshaciéndose de sus responsabilidades" sino de impedir "apresurarse a entrar en una guerra".
Miliband se mostró a favor de incluir en las negociaciones de paz a otros participantes, incluido Irán.