Siria: El gran juego de Ginebra 2
MÉXICO, D.F. (apro).- La cumbre Ginebra 2, iniciada el miércoles 22 de enero en la localidad suiza de Montreux para buscar una solución a la guerra civil siria -que ya lleva tres años y 130 mil muertos-, empezó con el pie izquierdo al dejar por fuera a Irán, la principal potencia regional, y en medio de duros cruces entre los representantes del gobierno de Bashar al-Assad y los miembros de la oposición.
Con este escenario, deja pocas esperanzas para los 2 millones de refugiados, los millones de desplazados internos y los 10 millones de personas desesperadas por alimentos, en un país que se deshace.
La desinvitación a Irán, que días antes había sido convocado a participar por Ban Ki Moon, secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), dejó a la conferencia sin uno de los protagonistas decisivos de la contienda del Medio Oriente.
Sin embargo, el solo hecho de que se haya logrado congregar en la misma mesa al gobierno sirio y a la Coalición Nacional de Oposición, con la presencia de representantes de cerca de 40 países, y las principales potencias involucradas -Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña, Rusia y China-, ha sido considerado un notable progreso.
El Comunicado de Ginebra
En mayo de 2013, Rusia y Estados Unidos acordaron "sentar a la mesa de negociaciones" al gobierno y la oposición siria, iniciativa que tomó impulso tras el acuerdo logrado para destruir el arsenal de armas químicas de Bashar al-Assad.
El Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas convocó a una conferencia internacional para "implementar el Comunicado de Ginebra” emitido en junio de 2012 por el Grupo de Acción para Siria, en el cual se reclama el establecimiento de un gobierno transicional que incluya miembros del actual gobierno y de la oposición, con la participación de todos los grupos de la sociedad siria, para realizar elecciones libres.
El principal escollo es la discusión sobre la formación de un gobierno de transición. Para Estados Unidos y la oposición siria, en ese gobierno no podría participar el presidente Assad, tal como lo expresó el secretario de Estado, James Kerry, en su exposición al iniciar la cumbre.
Mientras, para Rusia, Irán y el gobierno sirio tal condición es inaceptable, ya que entienden que un futuro régimen de transición debe ser producto de un acuerdo entre las dos partes, sin exclusiones.
Yezid Sayigh, del Centro Carnegie del Líbano, dice a Apro desde Beirut que, si bien las expectativas son muy bajas, “la cuestión es si Rusia, Estados Unidos e Irán están dispuestos a tener un verdadero diálogo para cerrar la brecha entre ellos sobre la posibilidad de un gobierno de transición".
Explica: "se puede avanzar en medidas para crear confianza, como ceses al fuego temporales, ayuda humanitaria, lo cual sería muy importante para la población, pero si no se avanza en una discusión de sustancia política, mi temor es que el proceso de paz se desviará. Será un proceso sin paz, como el de Israel y Palestina, donde ha habido más de 20 años de negociaciones pero ninguna paz".
No los une el amor sino el espanto
Si el Consejo Nacional Sirio aceptó participar en la cumbre de Suiza, es porque en los últimos meses viene debilitándose en el terreno, frente a las fuerzas radicales más vinculadas con Al Qaeda y frente a un relativo fortalecimiento del régimen.
Según un amplio informe del Janes Terrorism and Insurgency Center, las corrientes jihadistas cuentan con la mitad de las fuerzas rebeldes, frente al 10% o 15% del Ejército Sirio de Liberación, que respondería al Consejo Nacional Sirio.
De acuerdo con el estudio citado, existen cerca de mil grupos militantes con alrededor de 100 mil combatientes, que van desde las variantes nacionalistas, hasta los miembros de Al Qaeda.
Los más importantes son Jabhat al-Nusra, que inició sus acciones en 2012, con una cifra de 5 mil a 7 mil combatientes. En abril de 2013, Al Qaeda anunció la expansión a Siria de su agrupación iraquí formando el Estado Islámico de Irak y el Levante (EIIL), con una base inicial de 5 mil miembros, atrayendo una gran cantidad de combatientes extranjeros, especialmente de Chechenia, y obteniendo control en importantes ciudades y en la frontera con Irak.
Harakat Ahrar al-Sham al-Islamiyya, de orientación más moderada, es la base del Frente Islámico Sirio con 11 grupos islamistas, que propone cambiar el carácter secular del Estado para imponer la Sharia o ley islámica.
Pero lo que más preocupa a los gobiernos occidentales, es lo que se ha denominado la “jihad europea”: miles de jóvenes del viejo continente, que se unen a las filas de los sectores más radicales de la resistencia islámica.
Eduardo Febbro, en un artículo publicado en el diario Página 12 de Argentina, informó que los ministros de Interior de Francia y Bélgica, Manuel Valls y Joëlle Milquet, respectivamente, revelaron que entre mil 500 y 2 mil europeos se trasladaron como “combatientes” a Siria, triplicando la cifra de 2012. Para Valls, “en términos de peligro, es para Francia y para Europa el desafío más considerable que se presenta de cara al futuro”.
Según datos aportados por Febbro, 18% de los combatientes extranjeros provienen de Europa, a los que se suman más de 11 mil combatientes de Libia, Túnez o Marruecos.
Andrey Riabov, del Instituto de Economía Internacional de la Academia de Ciencias de Rusia, dice a Apro desde Moscú, que el principal temor que permitió la realización de la conferencia es precisamente "el aumento de la influencia de los fundamentalistas islámicos. En Moscú creen que es una amenaza muy seria, no sólo para el Medio Oriente, sino para el sur de Rusia.
En segundo lugar, continúa, existe el temor de que una división de Siria en una serie de ‘Estados fracasados’, cree una estabilidad crónica en la región".
El renovado papel de Rusia e Irán
Frente al crecimiento de las variantes jihadistas que tanto atemorizan, se agranda el papel de Rusia e Irán, que durante 2013 han sido los únicos portadores de buenas noticias: el acuerdo firmado por el nuevo presidente iraní, Hasan Rohani, para frenar el programa nuclear; y el acuerdo obtenido gracias a la mediación del presidente ruso Vladimir Putin para que el régimen de Assad destruya su arsenal de armas químicas.
Estos dos hechos han dado a Moscú y Teherán una voz más fuerte, mientras que los aliados occidentales desconfían del poco peso en el terreno del Ejército Sirio Libre, dependiente del Consejo Nacional Sirio, y del incremento de las fuerzas que luchan por un estado islámico y de los jihadistas de Al Qaeda.
Por eso, mientras que la presencia era negada en la ciudad de Montreux, el presidente Rohani cautivaba a los líderes mundiales reunidos en la influyente cumbre de Davos, a pocos kilómetros de allí, demostrando que, sin participación iraní, no puede haber ningún acuerdo sostenible sobre Siria.
“Iran debe ser parte de las negociaciones, tarde o temprano. No puede haber una solución política sin Irán. Occidente asume que Rusia e Irán tienen que aceptar la interpretación occidental de los acuerdos conocidos como Ginebra 1, según la cual Assad no puede ser parte de un régimen de transición. Pero al mismo tiempo, Occidente no ha querido dar un apoyo político y militar importante a la oposición, por temor al radicalismo islámico. En la medida que Assad está más fuerte, la posición de Irán y Rusia es la más poderosa y relevante”, asegura Yezid Sayigh, del Centro Carnegie del Líbano.
Fedor Lukyanov, director de la revista rusa Global Affairs, escribió el 21 de enero que, por estas razones, la conferencia es un avance de Rusia e Irán: “a comienzos de 2013 la visión más generalizada era que el régimen de Bashar al-Assad estaba condenado. Hoy nadie habla del inminente colapso del poder en Damasco. Incluso, algunos en Estados Unidos dicen que esto no sería deseable. Los países occidentales giraron hacia los que creían desde el principio que sacar a Assad sería el peor resultado. Comparado con las expectativas de hace un año, la agenda del hipotético proceso de paz ha cambiado. Ahora hablan de tratar de encontrar un compromiso, más que desmantelar el régimen”, asegura.
Paul Salem, director del Centro Carnegie en Líbano, en un artículo publicado el 24 de enero en la página web del centro, señala que estamos presenciando la "desintegración del Levante"; es decir, de las naciones que surgieron a principios del siglo XX como resultado del hundimiento del imperio otomano y de la partición realizada entre Francia y Gran Bretaña a punta de líneas de regla y escuadra trazadas en el desierto: Líbano, Siria, Jordania, Irak, Arabia Saudita, y más tarde Israel.
La inestabilidad en Irak tras una década de guerra y la salida de las tropas de Estados Unidos, la amenaza de desintegración siria, el nuevo peso que adquieren los kurdos iraquíes, sirios y turcos, reclamando la constitución de su propio Estado, el enfrentamiento entre musulmanes chiitas proiraníes predominantes en Irak, Siria y el sur libanés, y los sunitas dirigidos por Arabia Saudita, todos estos factores están destrozando el mapa tan cuidadosamente trazado por los imperios europeos hace un siglo, en una batalla donde miden fuerzas Irán y Arabia Saudita, respaldados por sus patrocinadores externos, como Rusia y Estados Unidos.
“Las sociedades del Levante están en bancarrota política. El siglo XX fue un siglo perdido, pues en 2013, la región se encuentra peor que en 1913”, concluye.
Por eso, para Lukyanov, la conferencia de Ginebra 2 “puede ser el evento más intrigante desde la Guerra Fría: por un lado es un ejemplo de cooperación entre potencias para resolver un conflicto regional, pero por el otro, es un clásico ‘gran juego’, en el cual todos los participantes temen errar el cálculo y perder las oportunidades que puedan surgir. Todo esto está sucediendo, pero el resultado es impredecible.”
Ginebra 2 es, pues, una jugada más en ese enorme ajedrez regional: Teherán lucha por recuperar su influencia. Rusia pretende imponer su principio de no intervención en asuntos internos y de mantener el orden internacional para dejar fuera de la región a Estados Unidos.
Al mismo tiempo, los jeques árabes quieren eliminar al contrincante persa. Israel teme por su existencia y Estados Unidos, tras las fracasadas experiencias de Afganistán e Irak, la pérdida de control en Egipto y el desorden en Libia, no quiere ser borrado de una región estratégica. Demasiadas metas para ser resueltas en una sola jugada.