Un éxodo creciente e imparable

lunes, 21 de marzo de 2016 · 14:32
CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- Después de que los presidentes Barack Obama, de Estados Unidos, y Raúl Castro, de Cuba, anunciaron el 17 de diciembre de 2014 que ambos países restablecerían relaciones diplomáticas, la migración de cubanos hacia territorio estadunidense se disparó. En vuelos comerciales a Miami u otras ciudades estadunidenses, en balsas a través del estrecho de La Florida y por tierra, cruzando siete países –entre ellos México–, el éxodo de cubanos ha sido creciente e imparable. Las cifras son contundentes: en el año fiscal 2015 (que va del 1 de octubre de 2014 al 30 de septiembre de 2015) llegaron a territorio de Estados Unidos 43 mil cubanos, 77% más que en el año fiscal 2014, según datos del estadunidense Servicio de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP). Luego, en los siguientes tres meses –de octubre a diciembre de 2015– llegaron otros 4 mil 573 cubanos, el doble respecto del año anterior. A ellos hay que sumar los 6 mil cubanos que desde noviembre habían quedado varados en Costa Rica y Panamá y para los cuales México y varios países centroamericanos realizaron un operativo de traslado a la frontera con Estados Unidos, que culminó el pasado martes 15. Se trata de una ola migratoria silenciosa pero 40% mayor a la llamada Crisis de los Balseros del verano de 1994, cuando salieron de la isla unas 30 mil personas. Varios son los factores que han provocado este nuevo éxodo. Primero, la reforma migratoria que el gobierno de Raúl Castro aplicó en 2013, la cual eliminó los “permisos de salida” para viajar fuera de la isla. Luego, las autoridades cubanas permitieron que sus ciudadanos con residencia en el extranjero –incluso en Estados Unidos– pudieran mantener sus propiedades en la isla y conservar el acceso a los servicios sociales. Segundo, a pesar de que entre 2014 y 2015 la economía cubana creció de 1.3% a 4%, se prevé que para este 2016 apenas crezca 2%. En los hechos, las reformas anunciadas por el gobierno de Raúl Castro se aplican de manera lenta y aún no han mejorado el nivel de vida de la mayor parte de la población, difuminando en muchos las expectativas que dichas reformas generaron. Tercero, la llamada Ley del Ajuste Cubano que Estados Unidos aplica desde 1966, la cual otorga a los emigrantes de la nación caribeña privilegios que no tienen sus pares de México y Centroamérica. Así, los cubanos reciben una especie de visa llamada “parole” que les permite solicitar al año la residencia permanente. También reciben permisos de trabajo y beneficios federales. Tras la Crisis de los Balseros de 1994, ambos países firmaron nuevos acuerdos migratorios. En virtud de éstos, las autoridades estadunidenses devuelven a Cuba a todo ciudadano de la isla que intenta llegar por mar a Florida, pero admiten a los que logran tocar territorio estadunidense o que ingresan a través de un tercer país (México o Canadá, por ejemplo). Es la llamada política de “pies secos, pies mojados”. A los anteriores se sumó un cuarto factor que, según los expertos, detonó el flujo migratorio: la percepción en la población de la isla de que el restablecimiento de las relaciones diplomáticas empujará a los gobiernos de Obama y Castro a eliminar la Ley del Ajuste Cubano. Así, para muchos ciudadanos de esta nación que desean emigrar, el tiempo corre en contra y hay que salir de la isla antes de que los gobiernos de ambos países lleguen a un nuevo acuerdo en este tema. Existen también los cubanos que llegan a Estados Unidos con una visa de visitante por razones familiares o debido a un intercambio cultural o académico y “se quedan” al término de la vigencia de ésta. Anualmente Washington otorga a los cubanos unas 25 mil visas de este tipo. Ello sin contar que Estados Unidos destina para Cuba una cuota anual de 20 mil visas de residencia permanente. A ello se agregan muchos de los 180 mil cubanos que se han naturalizado españoles al amparo de la Ley de la Memoria Histórica, conocida como Ley de Nietos, que entró en vigor en diciembre de 2008. Muchas de esas personas –conocidas popularmente como “cubañoles”– utilizan la ciudadanía recién obtenida para viajar a Estados Unidos sin necesidad de visa y se establecen en este país. Sin embargo, debido a la política de pies secos, pies mojados, 80% de la migración cubana ingresa a territorio estadunidense a través de la frontera con México. Regularmente el periplo de los cubanos comienza cuando viajan a Ecuador, país que hasta el pasado 1 de diciembre no les exigía visa. A partir de ahí inician una travesía de unos 5 mil 500 kilómetros, que implica cruzar siete países. Primero atraviesan por tierra suelo colombiano. Luego realizan una travesía por mar para llegar a Panamá. Después nuevamente por tierra para cruzar los países de Centroamérica. Ingresan a México por el río Suchiate y pueden avanzar hacia Puebla y la Ciudad de México, o bien toman la ruta del Golfo de México: Tabasco, Veracruz y Tamaulipas. Son las ciudades fronterizas de este último estado las que se han convertido en los principales puertos de entrada de los cubanos a Estados Unidos. El costo del recorrido: entre 6 mil y 10 mil dólares por persona. Este éxodo masivo ya provocó tensiones diplomáticas en la región. El pasado 15 de noviembre Nicaragua cerró su frontera a los cubanos aduciendo riesgos para su soberanía. Unos 6 mil cubanos quedaron varados en Costa Rica y Panamá, cuyas autoridades se vieron obligadas a habilitar albergues y ofrecerles alimentación y servicios básicos. Después de semanas de negociaciones, Costa Rica, Panamá, El Salvador, Guatemala y México implementaron un operativo para trasladar a los cubanos. Una parte de ellos fueron transportados en 38 vuelos directos desde Panamá y Costa Rica a Ciudad Juárez, Chihuahua, y a Nuevo Laredo, Tamaulipas, con el objetivo de que sólo cruzaran el puente fronterizo e ingresaran a territorio estadunidense. Otra parte llegó a Ciudad Hidalgo, Chiapas. El gobierno mexicano les entregó lo que ha negado a los migrantes centroamericanos: “Un documento provisional por razones humanitarias que garantizó su tránsito por territorio nacional”, según un comunicado conjunto de las secretarías de Gobernación y Relaciones Exteriores fechado el martes 15.

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