Chile

Boric: el izquierdista millennial que quiere gobernar Chile

El candidato presidencial Gabriel Boric cree que es la hora de los millenialls, generación a la que él pertenece, y que en Chile están dadas las condiciones para transformar el modelo ultraneoliberal que le heredó al país la dictadura de Augusto Pinochet.
sábado, 18 de diciembre de 2021 · 14:04

BOGOTÁ, Col. (proceso.com.mx).– A sus 35 años, Gabriel Boric aspira a convertirse en el presidente más joven en la historia de Chile para impulsar las transformaciones sociales que demandan millones de ciudadanos excluidos de los sistemas de salud, educativo y de pensiones.

Es un hecho que la apuesta del candidato presidencial de la izquierdista alianza Apruebo Dignidad es muy alta y que, si resulta ganador en los comicios de este domingo, su principal desafío será financiar su programa de gobierno con una ambiciosa reforma tributaria que le deberá aprobar el Congreso, donde no tiene una clara mayoría.

Pero Boric cree que es la hora de los millenialls, generación a la que él pertenece, y que en Chile están dadas las condiciones para transformar el modelo ultraneoliberal que le heredó al país la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990) y que los gobiernos de centroizquierda y centroderecha que le sucedieron fueron incapaces de modificar a profundidad.

El abogado de la Universidad de Chile es parte de la generación posdictadura que no conoció los horrores de la represión, las ejecuciones extrajudiciales y los desaparecidos que dejó Pinochet, pero que vive los efectos de un modelo de desarrollo instaurado por el militar golpista y el cual privilegió el mercado sobre el Estado, y privatizó servicios esenciales como la salud, la educación y las pensiones.    

Boric ha construido su carrera política en el movimiento social que hace 15 años comenzó a demandar, desde las calles, una mayor participación del Estado en esos sectores, a fin de reducir la inequidad que limita las posibilidades de las clases medias y populares de acceder a la salud y a las universidades y que tiene viviendo en la pobreza a cientos de miles de jubilados por las exiguas pensiones.

En 2011, como presidente de la Federación de Estudiantes de Chile, Boric fue uno de los más notables dirigentes de las marchas universitarias en demanda de educación pública gratuita y de calidad, y en 2013 fue electo diputado por un pequeño partido de izquierda. Desde 2014, es legislador.

Junto con otros dirigentes surgidos del movimiento estudiantil y que también llegaron a la Cámara de Diputados –entre ellos Camila Vallejo y Giorgio Jackson–, el candidato presidencial construyó una nueva corriente progresista que tomó distancia de la centroizquierdista Concertación que gobernó Chile tras la dictadura de Pinochet y criticó sus tibias acciones para modificar el modelo heredado por el dictador.

Esa corriente, que confluyó en la coalición Frente Amplio, respaldó el estallido social que se registró en Chile en octubre de 2019 contra el modelo de mercado y fue determinante para convocar a una Convención Constitucional que ahora redacta una nueva Carta Magna y la cual está integrada mayoritariamente por sectores de izquierda, centroizquierda e independientes.

“Boric es producto de esa movilización nacional que busca un país más equitativo y de alguna manera encarna una demanda muy radical de cambio que hay en el país para avanzar en una agenda social y democratizadora”, dice a Proceso Isabel Castillo, doctora en ciencia políticas de la Universidad de Northwestern, en Estados Unidos.

De acuerdo con la investigadora en la Escuela de Gobierno de la Universidad Católica de Chile, el candidato de Apruebo Dignidad representa también la renovación de la izquierda y un cambio político generacional que defiende causas como el feminismo, el ambientalismo, la pluralidad étnica y sexual y los derechos indígenas.

El adversario de Boric en la segunda vuelta presidencial de este domingo, José Antonio Kast, representa en cambio “la restauración” del modelo económico pinochetista y del orden social que ha vivido Chile desde el retorno de la democracia, en 1990.

El gasto público que requieren los cambios que propone Boric en materia de educación, salud y pensiones sólo puede ser financiado a través de una reforma fiscal que, según ha dicho el candidato, contempla nuevos impuestos a los sectores de más altos ingresos, a las empresas mineras y a los combustibles fósiles.

El problema para cualquiera de los dos candidatos que gane la contienda de este domingo es que en el Congreso hay un virtual empate entre las fuerzas de izquierda y derecha y eso complicará sacar adelante cualquier iniciativa, en especial las que contemplan transformaciones de fondo.

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