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El espionaje de EU a cuatro periodistas del Times

El Departamento de Justicia consiguió en secreto los registros telefónicos de los reporteros Matt Apuzzo, Adam Goldman, Eric Lichtblau y Michael S. Schmidt.
martes, 15 de junio de 2021 · 18:32

Ciudad de México (apro).- El viernes 4 de junio, The New York Times publicó una delicada nota sobre el espionaje que el gobierno de Estados Unidos ha venido realizando a cuatro periodistas que laboran en ese diario.

Durante la administración del presidente Donald Trump, el Departamento de Justicia consiguió en secreto los registros telefónicos de Matt Apuzzo, Adam Goldman, Eric Lichtblau y Michael S. Schmidt, reporteros del Times, correspondientes a los primeros cuatro meses de 2017. El gobierno del presidente Trump no informó de ello a los directivos del Times.

Las investigaciones han continuado durante el gobierno del presidente Biden. Un reducido grupo de altos directivos del diario fueron informados de ello. Las autoridades federales impusieron una orden de silencio a los altos directivos del diario.

El Departamento de Justicia de Estados Unidos considera que efectivamente fue filtrada información clasificada a los periodistas del Times, y se ha propuesto identificar a los posibles responsables de la filtración.

El director de The New York Times, Dean Baquet, indignado afirmó que el espionaje “socava gravemente la libertad de prensa” y “amenaza con silenciar a las fuentes” de las que los periódicos dependen para poder informar al público “sobre lo que el gobierno está haciendo”. 

Un poco tarde, el presidente Joe Biden señaló que esas conductas “están sencillamente mal” y aseguró que no permitirá que tengan lugar bajo su administración.

Estados Unidos es uno de los países que, en teoría, pregonan la importancia de dar total protección a la libertad de prensa, tal como establece la Primera Enmienda de la Constitución, reafirmada en 1971 tras la publicación de los famosos Papeles del Pentágono, por parte de The New York Times, los cuales contenían información confidencial sobre la guerra de Vietnam.

La historia previa

El 22 de abril de 2017, el Times publicó un interesante artículo de periodismo de investigación firmado por Apuzzo, Goldman, Lichtblau y Schmidt -Coney Tried to Shield the FBI From Politics. Then he Shaped an Election- en español: Coney intenta proteger al FBI de la política. Luego dio forma a una elección.

En esa nota, los periodistas analizaron el proceder de James B. Comey, entonces director del Buró Federal de Investigaciones (FBI, por sus siglas en inglés), quien poco antes de la celebración de los comicios presidenciales de noviembre de 2017, decidió reabrir la investigación sobre el uso que Hillary Clinton dio a un servidor privado de correo electrónico, cuando se desempeñó como secretaria de Estado durante la administración del presidente Barack Obama.

Las investigaciones del FBI por presuntas irregularidades en el manejo de información clasificada dieron inicio el 10 de julio de 2015 bajo el código “Midyear”

Mientras el FBI. investigaba a Hillary Clinton, algunos servidores del Comité Nacional Demócrata fueron blanco de ataques de hackers rusos, quienes mediante tácticas de spear phishing consiguieron tener acceso a determinadas cuentas de correos electrónicos.

En el FBI tardaron en comprender que el presidente ruso Vladimir Putin había puesto en marcha una compleja operación para poder influir en los comicios presidenciales en la Unión Americana. Cuando finalmente reaccionaron, lograron identificar algunos de los documentos que habían obtenido los hackers rusos.

Uno de los documentos recuperados llamó poderosamente su atención. Ese documento fue escrito por un operador demócrata, quien expresó su confianza en que Loretta Lynch, la entonces fiscal general en el gobierno de Barack Obama, no presentaría cargos contra Clinton.

Comey consideró la posibilidad de que la señora Lynch pudiera estar coludida con el autor del documento. Con base en tal hipótesis, el director del FBI decidió dar a conocer a la opinión pública la investigación que el FBI venía realizando a la señora Clinton.

En julio de 2017, Comey informó que el FBI había revisado 30,000 correos de la candidata presidencial demócrata, y había descubierto 110 que contenían información clasificada.

El director del F.B.I. cuestionó la limitada cultura de Clinton en materia de seguridad informática, llamándola “extraordinariamente descuidada”. El tono empleado por Comey insinuó la posibilidad de recomendar cargos criminales contra la candidata presidencial del Partido Demócrata.

Poco después de las declaraciones vertidas por Comey, WikiLeaks publicó algunos correos electrónicos que comprometían a Hillary Clinton. Además, Roger Stone Jr., asesor del candidato republicano Donald J. Trump, afirmó estar en contacto con WikiLeaks y sugirió tener conocimiento de nuevas filtraciones. Trump elogió a Putin y pidió más correos electrónicos que pudieran agravar la situación de Clinton. “Rusia, si estás escuchando”, dijo Trump, “espero que puedas encontrar los 30,000 correos electrónicos que faltan”.

Comey decidió iniciar una investigación sobre la posible colusión entre miembros de la campaña de Trump con agentes rusos. Sin embargo, de ello no informó al Congreso. En agosto de 2017, el director del FBI recibió información sobre el posible contubernio de importantes miembros del equipo de campaña de Trump con operadores rusos, referencias a reuniones secretas, la relación de Trump con el Kremlin y las amenazas de chantaje. Tal información fue proporcionada por Christopher Steele, un exagente de inteligencia británico, quien fue contratado por una firma que trabajó para un oponente de Trump.

Comey consideró que la opinión pública estadounidense debería conocer el alcance de la interferencia rusa, y consideró la posibilidad de publicar un artículo de opinión en The New York Times, en el cual no mencionó la investigación que el FBI realizaba a Trump, pero expuso cómo el gobierno ruso pretendía intervenir en las elecciones estadounidenses. El FBI logró identificar algunas transferencias de información entre Alfa Bank, uno de los más grandes bancos en Rusia, y un servidor de correo de la Organización Trump.

Preocupado por la injerencia rusa en los próximos comicios presidenciales, John O. Brennan, director de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), decidió informar a Harry Reid, entonces líder demócrata en el Senado sobre las relaciones de Trump y sus principales asesores con el gobierno ruso.

Reid compartió esa información con Jerrold Nadler, representante demócrata de Nueva York, quien decidió cuestionar a Comey y al FBI por el peculiar manejo de la información, destacando la particular disposición del director de la agencia para informar al público estadounidense sobre las investigaciones realizadas a Clinton, pero omitiendo informar de las investigaciones que el FBI también realizaba a Trump.

En septiembre de 2017, el F.B.I. estaba convencido de que Moscú no solo se estaba entrometiendo en las elecciones presidenciales. Peor aún, pretendía hacer todo lo necesario para inclinarlas a favor de Trump.

El 7 de octubre, Jeh Johnson, secretario de Seguridad Nacional, y James R. Clapper Jr, director de Inteligencia Nacional, afirmaron que altos funcionarios de Rusia habían alentado una operación cibernética para interrumpir las elecciones presidenciales. Esa misma noche, WikiLeaks publicó miles de correos electrónicos extraídos de la cuenta privada de John D. Podesta, presidente de la campaña de Clinton.

Además, el Daily Mail, un tabloide británico, publicó información relativa a la inapropiada correspondencia que Anthony D. Weiner, excongresista de Nueva York, había sostenido con una niña de 15 años. La correspondencia podría derivar en cargos criminales contra Weiner por pornografía infantil. Huma Abedin, la esposa de Weimar, era una de las confidentes más cercanas de Hillary Clinton.

Dos semanas antes de las elecciones presidenciales, agentes del FBI descubrieron que algunos de los correos electrónicos que comprometían a Hillary Clinton se habían movido a través del antiguo servidor BlackBerry de la señora Clinton. Las evidencias que buscaban los investigadores del FBI podrían estar en los correos electrónicos. Para poder tener acceso a esos correos resultaba indispensable reabrir la investigación contra Clinton. El viernes 28 de octubre, Comey decidió informar al Congreso su decisión de reabrir las investigaciones a la señora Clinton. Ello no solo causó indignación en el equipo de Hillary, también en el FBI por considerar que la independencia política de la agencia sería cuestionada.

Las encuestas relativas a la intención del voto ciudadano revelaron el impacto que tuvo el anuncio relativo a la reapertura de las investigaciones a la señora Clinton. Algunos especialistas anticiparon la posible trascendencia del “efecto Comey” el martes 8 de noviembre, día de las elecciones. “Esto lo cambia todo”, afirmó Trump.

En los últimos correos que el FBI revisó de la señora Clinton, los cuales motivaron la reanudación de las investigaciones, nada relevante fue encontrado. Sin embargo, el “efecto Comey” fue determinante en los resultados. El triunfo de Trump no era esperado.

Pocos días después de la celebración de los comicios, Hillary Clinton señaló: “Nuestro análisis es que la carta de Comey, que generó dudas infundadas, que se demostró que lo eran, detuvo nuestro impulso”.

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