La burla de Echeverría a la Comisión Especial 68

martes, 2 de julio de 2002 · 01:00
Con el nombre de Comisión Especial 68, un grupo de diputados de integración plural solicitó una entrevista con el expresidente Luis Echeverría para airear, a 30 años de distancia, las raíces del movimiento estudiantil, la participación del gobierno en la represión que desenlaza en la matanza de Tlatelolco Echeverría la acepta y se fija el martes 3 de febrero de 1998 para realizarla en su casa Es evidente que en el propósito, en los objetivos, abundaron la ingenuidad, la buena fe o el romanticismo Echeverría jugó su juego; tal vez durante los 22 años transcurridos a partir de la extinción de su mandato en 1976, acepta presentarse en público, y fiel a su perfil humano engaña a sus interlocutores Se había previsto una reunión privada, sin medios de comunicación, a puerta cerrada, que permitiera un diálogo inteligente entre la Comisión y el expresidente, y la noticia da cuenta y razón de lo esperado: "Y es que Echeverría dispuso tiempos, sitio, escenario y difusión para su cita con la historia, a la que llegó con un monólogo agotador El entonces secretario de Gobernación abrió las puertas de su residencia a todo el que quiso pasar, acondicionó su biblioteca con equipales formando un círculo para él y los diputados y otros más a los lados para su público, sus hijos, sus nietos, sus excolaboradores y periodistas cercanos en sus tiempos Hubo hasta escenas de álbum familiar Él disertando, etéreo; su hija María Esther, sentada en el suelo, casi a sus pies, escuchando, endiosada, como en los buenos años Por más de dos horas el único 'protagonista vivo' habló de los antecedentes del 68, de la guerra fría, de sus viajes a China y Canadá, de las tendencias económicas mundiales, y se fue de largo se pasó de largo, divagó Y luego de todo ello, de no revelar absolutamente nada, les recetó 25 minutos del informe de Gustavo Díaz Ordaz al que dio lectura una de sus colaboradoras, hasta que el presidente de la Comisión le pidió suspender y aprovechó para aclarar: 'Esto no es una sesión de trabajo, repito, esto no fue una sesión de trabajo de la comisión' Cuando el legislador pedía que salieran periodistas e invitados para iniciar las preguntas, Echeverría se levantó 'Quiero proponerles que nos veamos otro día Desayunamos mañana, cuando quieran, con la cabeza fresca ahí me avisan' Bravo, bravo, lo recibieron sus familiares en el escenario Bravo, bravo, lo despidieron ¿Cómo se siente?, le inquiere un reportero "Muy satisfecho", responde A 28 años de su toma de posesión como presidente de la República, Echeverría es el mismo, nada en él ha cambiado, el mismo estilo, el mismo perfil, los mismos "numeritos" que nos recetaba a los mexicanos todos los días, el mismo aprendiz de alcalde de Huipanguillo venido a más en la gloria que dan Los Pinos, la misma insolencia aldeana, hoy más burda, más grosera, más primitiva, perdidas la impunidad, la aureola y la zalamería que acompañan al poder imperial El "numerito" trae a presencia el sexenio de Echeverría Fue el precursor del desastre como constante en la vida nacional durante 24 años, cuatro sexenios En nombre de la justicia social, del pago de rezagos acumulados con los pobres, de una mejor distribución de la riqueza, Echeverría dinamitó el esquema del desarrollo estabilizador que siguieron puntualmente los presidentes Ruiz Cortines, López Mateos y Díaz Ordaz Para Echeverría, la impaciencia fue su signo, caminaba a zancadas y a zancadas manejaba el destino nacional; confundió lamentablemente la acción con el movimiento; gozaba sus giras de trabajo a través de la inmensa geografía; sus jornadas ?por lo menos así lo afirmaba la comunicación zalamera y sometida? eran de 20 horas diarias, no se daba lugar para el sueño y el reposo; y así, en la vorágine de un movimiento desconcertado, condujo al país durante sus seis años de gobierno Las cosas no resultaron bien; a partir del tercer año se encendieron las luces ámbar en el manejo de las finanzas públicas, la inflación que durante 18 años se mantuvo en niveles de 5% empezó a dispararse y, frente a las advertencias de la sensatez y la prudencia, acuñó una de las frases que le sobreviven: las finanzas se manejan en Los Pinos El país, la geografía de México, le resultó estrecha frente a la hipnosis enfermiza del movimiento y se lanzó a recorrer el mundo para darle recetas de buen gobierno, le inventaron la Carta de los Derechos y Deberes y se erigió en su profeta universal Su discurso, como el de ahora, era largo, tedioso, desconcertado, carecía de consistencia, era un retozo interminable sobre un diluvio de temas sin el hilo conductor que les diera armonía, vigor, lógica y mensaje Entonces como ahora, los mexicanos nos preguntábamos si era ausencia de pensamiento o fuga deliberada para eludir el compromiso En la agonía de su sexenio, los sueños iniciales no se realizaron, las promesas no se cumplieron, la deuda externa creció de 6,000 a 20,000 millones de dólares, la inflación se disparó de 5% promedio en los 18 años anteriores a 23%, la moneda se devaluó, los mexicanos hacían enormes colas en los bancos para canjear los pesos devaluados por dólares norteamericanos, y el gobierno, caprichoso, ensoberbecido, sin visión de horizonte, sin brújula y sin rumbo, aceptó las presiones del pánico y mantuvo durante semanas el canje irrestricto sobre una paridad de artificio En el desenlace del sexenio, México, los mexicanos, padecimos las consecuencias amargas de la peor crisis económica en la historia contemporánea En la medida del desastre, el discurso del presidente Echeverría se vuelve más violento, más confrontado; a los problemas económicos se añaden el desaliento, el temor, abundan los rumores de golpe de Estado, se extinguen los aplaudidores de oficio y, en el denominador común, se cuentan impacientes, desesperados, los días que faltan para que Echeverría desaparezca, por extinción de mandato, del escenario nacional Sobre esos días terminales, las sombras del miedo, la angustia, la impaciencia se proyectaron densas, amenazantes, sobre la vida cotidiana Todo esto que ya es historia o, lo que es más desalentador, olvido, viene a presencia frente a la reaparición fugaz de Echeverría en el escenario nacional En 22 años nada ha cambiado en su perfil humano, en su discurso inconsistente y disperso; el expresidente da testimonio de su fidelidad enfermiza al turbio espejo diario sobre las concepciones del poder, de la gloria, de la vida y de la historia Los integrantes de la Comisión Especial 68 dejan la alentadora certidumbre de que Echeverría y la verdad son como el agua y el aceite, jamás se mezclan Pablo Gómez, sobreviviente del 68, luchador incansable, vida ejemplar, pasión y entrega a las mejores causas de México, protagonista en la lucha perseverante para transitar a la democracia, definió en certera frase su opinión sobre el expresidente: "No quiero tener nada con ese señor", y tal vez pudiera añadirse la definición de la sabiduría popular: Con ese señor ni a bañarse, porque hasta el jabón se pierde (Proceso/febrero de 1998)

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