México, D F- Las críticas con frecuencia se convierten en boomerangs que regresan a estrellarse en la cabeza de quien las lanzó
Algo así le pasa al presidente Vicente Fox con uno de los adjetivos que colgó en campaña a su contrincante priista, Francisco Labastida
“Lo que nos faltaba ¡Resultó ser mandilón!”, se burlaba Fox, candidato de la Alianza por el Cambio, el 19 de abril de 2000
Pese a los consejos de su equipo de campaña, Fox no perdía ocasión de pitorrearse de su rival Ya le había dicho mariquita, chaparro, la vestida La ocurrencia de llamarle “mandilón” le nació cuando supo que, la víspera, Francisco Labastida había ido “de compras” al mercado de San Juan, acompañado de su esposa, Teresa Uriarte Castañeda
Un reportero le preguntó al candidato priista si sabía que a los hombres que van de compras con sus cónyuges les dicen mandilones
Antes de que Labastida pudiera responder, su esposa intervino:
--Si viera usted nada más cómo es de mandilón este hombre
La siguiente pregunta no tuvo piedad:
--¿A usted le gusta cocinar?
Fox no necesitó más El daño estaba hecho De visita, al día siguiente, en el Mercado de Abastos, el panista metía el dedo en la herida:
--Lo que nos faltaba ¡Un presidente mandilón, caaaa! Sanguijuela, chaparro y ahora ¡mandilón! Lo que nos faltaba
Faltaban cinco días para el primer debate de candidatos presidenciales Labastida nunca logró reponerse de la burla y eligió la peor estrategia de contraataque: “Me ha dicho mariquita, me ha dicho la vestida, me ha dicho chaparro, me ha dicho mandilón”
Muchos creen que esa estrategia está entre las principales razones de su derrota en las urnas, el 2 de julio
El calificativo de Fox había caído en blandito no porque ese 18 de abril a Labastida se le ocurrió cargar la bolsa del mandado sino porque había incomodidad con el activismo de quien habría sido primera dama de haber ganado las elecciones el PRI
La misma incomodidad que provoca, por cierto, el activismo de Marta Sahagún, cuya boda con Fox no fue tomada en serio como posibilidad sino unos cuantos días antes de efectuarse, el 2 de julio de 2001
En campaña, Marta era la influyente jefe de prensa del candidato con botas, pero nada más En todo caso, eso era para la mayoría de los medios Si sucedía otra cosa entre los hoy miembros de la “pareja presidencial”, pocos hablaban de ello y menos aún lo publicaban
Fox no tenía, en campaña, el equivalente de una Teresa Uriarte Es más, se hablaba más de Lucía Méndez y Viviana Corcuera, como prospectos de primera dama, que de Marta Incluso parecía tener mayores posibilidades de serlo la exesposa de Fox, Lilian de la Concha, que Sahagún
Por eso Fox podía entonces darse el lujo de hablar de hombres mandilones
Qué será hoy que Marta se ha vuelto para Fox tan indispensable como una American Express en aquel viejo comercial “No salga sin ella”
Qué será hoy que en Europa le dicen a su esposa “señora presidenta” y es obvio que la primera dama trae su propia agenda
Qué será hoy que el caricaturista Helguera, en La Jornada, pinta a Fox con mandil, preparando la “sopa de chocolate” que le piensa dar a tomar a aquellos que no comulgan con su idea de una “pareja presidencial”, mientras Marta pregunta desde el cuarto contiguo: “¿Cómo va la sopa, Vicenteeee?”