De Corea del Norte a Lecumberri

domingo, 10 de agosto de 2003 · 01:00
En el libro En las profundidades del MAR, que se presenta este miércoles 20 de agosto en la Ciudad de México, se cuenta la historia de un grupo de jóvenes que viajó a Corea del Norte para recibir adiestramiento guerrillero Su objetivo era regresar a México para protagonizar la "revolución democrática popular" e instaurar mediante la vía armada un gobierno socialista Pero una delación, a los pocos meses de estar de vuelta, los puso tras las rejas en Lecumberri La primera imagen que llega a la memoria de Fernando Pineda Ochoa sobre el entrenamiento guerrillero que recibió entre 1969 y 1970 en Corea del Norte es la de un hombre bajito, de ojos rasgados, cabello corto y que hablaba el español con acento cubano Lo conocían como Singh, su seudónimo, pues al mismo tiempo era un prominente dirigente del Partido del Trabajo de Corea Había sido designado para guiar al grupo de 17 mexicanos que en septiembre de 1969 llegó a Pyongyang La instrucción militar la recibían en un campamento situado a las afueras de la capital del país Pineda Ochoa tenía 22 años cuando, a principios de agosto de 1969, salió de México con destino a París, donde esperó durante cuatro semanas a que llegara el grupo de estudiantes mexicanos con los que viajaría a Berlín Formaban parte del segundo contingente que en aquel año viajaba a Corea del Norte para recibir preparación guerrillera En febrero, habían estado los primeros 10 en entrenamiento; los 17 que siguieron comenzaron su periplo una mañana de principios de septiembre, cuando después de 15 días de estancia en Berlín Occidental, de dos en dos subieron al Metro y atravesaron el Muro para, unas estaciones adelante, bajarse en la parte oriental de Alemania De ahí salieron hacia Moscú Días antes, el enlace que contactó Fabrizio Gómez Souza, uno de los dirigentes del grupo de mexicanos que iban a Corea, entregó a los viajeros pasaportes coreanos y entregaron toda su documentación mexicana Al regreso, por la misma ruta, devolverían el pasaporte y se les entregarían sus documentos de identidad Ni el paso del grupo por Europa Oriental ni su estancia en Corea fueron detectados por el gobierno mexicano No fue sino hasta principios de 1971 -ya en México los jóvenes- cuando fueron desarticuladas varias células armadas del Movimiento de Acción Revolucionaria (MAR) Singh era uno de los instructores mejor preparados ideológicamente y conocía Latinoamérica, pues había estado en Cuba, lo que le había servido para conocer cómo se perfilaba la lucha de los grupos armados que buscaban instaurar gobiernos socialistas en sus países "La vida durante el entrenamiento fue dura, pues estábamos en un campo militar; había un jefe de escuadra y un mando rotativo, una especie de comandante general que cambiaba cada día Cada escuadra tenía su jefe; el comandante general en nuestro grupo fue Horacio Arroyo, quien a la fecha está reportado como desaparecido", cuenta en entrevista Pineda Ochoa Su experiencia en Corea, la vida en la clandestinidad, su detención y su reclusión en la cárcel de Lecumberri son contadas en el libro En las profundiades del MAR (El oro no llegó de Moscú), editado por Plaza y Valdés, y que será presentado por el escritor Carlos Montemayor y el subdirector de este semanario, Pascal Beltrán del Río, este miércoles 13 en el centro cultural Javier Barrios Sierra, de la delegación Tlalpan El hoy militante del PRD, oriundo de Zirándaro, Guerrero, reconoce que el libro tiene limitaciones de información, pues tuvo problemas para profundizar en aspectos analíticos, como la forma en que se debería haber desarrollado la estrategia subversiva "Considero que se requiere más profundidad en el análisis, hubo colaboraciones, hubo gente que participó, como mis compañeros que aportaron aspectos de aquel momento Ésta es una versión parcial y limitada, al final lo digo, creo que las condiciones político-sociales -represión, un solo partido en el poder, sin libertades ni democracia- fueron los ingredientes que hicieron que proliferaran los grupos armados Pero dentro de los cánones de la guerrilla, aquí en México, no se cumplían muchas cosas; el Estado mexicano era paternalista a la vez que represivo, cosa que no sucedía en El Salvador o en Argentina; entonces, no había las condiciones para tener un foco guerrillero" Pineda Ochoa relata que al grupo entrenado en Corea del Norte tuvo que demostrar su firmeza cuando comenzaron las disidencias: "Como era una disciplina rígida, tres compañeros comenzaron a hermanarse y a sabotear las normas ¿Cómo? Siendo lentos, tratando de convencer a compañeros de que era incorrecta la forma, renegando de todo, haciendo aspavientos de cansancio excesivo; los 14 restantes manifestamos una actitud firme y no dejamos que nos carcomieran la desidia y el desaliento y la moral de lucha, de esos tres compañeros, sólo uno desertó y los otros dos se integraron bien, cayeron conmigo en la cárcel" Estructurada como organización clandestina durante la estancia de un grupo de jóvenes mexicanos en la legendaria universidad Patricio Lubumba de la Unión Soviética, el MAR vio acción como tal en contadas ocasiones en 1971, año en el que Pineda Ochoa fue detenido Sobre su detención, asegura que se precipitó cuando era urgente para la organización rentar una casa para continuar con el adiestramiento de un grupo de jóvenes que habían reclutado Pineda Ochoa, quien era el encargado de la logística en el entrenamiento político-militar, rentó una casa en Xalapa, Veracruz, cuyo propietario había sido policía Observó que el grupo de jóvenes salía poco y cuando lo hacía, era de manera muy cautelosa, como quien oculta algo Los denunció Detenido por la Dirección Federal de Seguridad (DFS) y trasladado al Distrito Federal, cuenta que durante la sesión de tortura a la que fue sometido, el personaje central era un individuo de ojos azules inexpresivos a quien llamaban "coronel Martínez" En realidad se trataba de Miguel Nazar Haro, quien era apoyado por un corpulento hombre de más de 180 de estatura, el cual a todos los detenidos los amenazaba de la siguiente manera: "Soy Max Toledo, grábatelo bien hijo de la chingada, soy Max Toledo" Sobre su estancia en Lecumberri, Pineda Ochoa dice que perteneció a la "generación de reos a la que le tocó clausurar el Palacio Negro" Cuenta que los presos comunes con los que convivieron en la Crujía O mostraban una gran solidaridad con los detenidos por motivos políticos Toda la preparación militar, logística, táctica y estratégica de poco sirvió a los integrantes del MAR, que en pocos años quedó prácticamente desarticulado Nada más un número reducido de sus miembros nunca fue detenido De aquel momento, el autor señala: "Lo más importante, en retrospectiva, era la entrega, 90% éramos jóvenes con promedio de edad de 25 años Nadie pedía algo a cambio, nos impulsaba el ideal de intentar cambiar las cosas Esto no quiere decir que fuéramos santos o apóstoles, ni que no hubiera hijos de la chingada, muchos lo éramos, siempre lo fuimos y lo seguiremos siendo, pero había compañeros que, en términos generales, entregaron todo"

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