La marcha y las elecciones

jueves, 1 de julio de 2004 · 01:00
México, D F, 30 de junio (apro)- La manifestación ha puesto a prueba no sólo a los gobiernos de Vicente Fox y de Andrés Manuel López Obrador, sino también a las instituciones judiciales y policiales, así como a la sociedad misma en su parte de tolerancia, organización y continuidad de las propuestas que, muchas veces, se pierden en el camino de la indolencia Hay que ir por partes El gobierno del presidente Fox antes y después de la marcha “saludó” la manifestación genuina de un sector de la sociedad mexicana que ha recibido los golpes más duros de la delincuencia a través de asaltos, atracos, robos y secuestros cometidos con lujo de violencia hasta llegar al asesinato Sólo que al “congratularse” por la manifestación del domingo 27 al jefe del Ejecutivo se le olvidó que ya no es candidato, sino gobernante, y que en sus manos está, precisamente, la mayor responsabilidad que tiene el Estado-gobierno por definición: proporcionar seguridad Cómo si estuviera viendo los toros desde la barrera, como si sólo estuviese contemplando gustoso la crítica a López Obrador, al presidente Fox le cayó el veinte una vez que muchos de los manifestantes enviaron el mensaje de que el gobierno federal no estaba haciendo la tarea y la inseguridad pública había aumentado en su gobierno como lo fue al inicio de la administración de Ernesto Zedillo Fox no aprobó la prueba de fuego que le pusieron cientos de miles de ciudadanos que salieron a la calle a gritar “Ya basta de inseguridad” y cuatro días después decidió recibir al comité organizador, lo cual fue severamente criticado porque a los Pumas los recibió un día después de que ganaron el campeonato de fútbol Pero López Obrador tampoco pasó el examen social En lugar de mostrar sensibilidad ante las familias que públicamente contaron trágicas historias de secuestros, asaltos violentos y asesinatos impunes, el jefe de Gobierno los descalificó al asegurar que fueron manipulados por una “prensa amarillista” Si bien es cierto que en la magnitud de la marcha tuvo que ver el apoyo y la difusión que le dieron principalmente Televisa y Televisión Azteca durante varios días, López Obrador no fue lo suficientemente inteligente y sensible para establecer un dialogo con las familias afectadas Su ideología lo nubló y únicamente vio a la ultraderecha como la causante de una manifestación que rebasó a sus propios organizadores La necedad y la intolerancia del gobierno capitalino han salido a flote y esto, irremediablemente, tendrá un costo Finalmente la sociedad misma fue puesta a prueba y tampoco salió bien librada Las expresiones de desacreditar la marcha porque era “gente de dinero”, individualista, apática y repulsiva a las causas populares, mostró ampliamente lo que ya se había dicho pero en foros más pequeños: que los mexicanos tenemos un grave problema de clase y que eso nos puede enfrentar Tampoco somos muy tolerantes y sólo en casos excepcionales mostramos solidaridad Muchas lecciones nos trae la manifestación del domingo pasado, lecciones que solamente con el tiempo podrán ser leídas y entendidas pero que, indudablemente, traerán sus consecuencias, una de ellas en las elecciones del 2006 El hartazgo social puede traducirse en la elección presidencial en una expresión de abstencionismo ¿Para qué votar por personas que no escuchan, que no son sensibles a los reclamos, que son incapaces de gobernar y que no muestran facultades para proporcionar una de las garantías sociales fundamentales como la seguridad pública? ¿Para qué participar en la elección de personajes que antes de responder a una exigencia desesperada descalifican? ¿Por qué votar?

Comentarios