Los desencuentros

jueves, 23 de septiembre de 2004 · 01:00
México, D F, 22 de septiembre (apro)- La última reunión que sostuvieron fue el 31 de julio del 2003 Ese día el presidente Vicente Fox recibió en Los Pinos al jefe de gobierno capitalino, Andrés Manuel López Obrador, con la idea de hablar sobre los programas de aliento al empleo Catorce meses después, los dos personajes políticos más importantes del momento vuelven a reunirse, pero bajo condiciones completamente adversas que no pronostican buenos augurios Las relaciones entre Fox y López Obrador han sido de las más malas que se tenga memoria entre dos mandatarios Desde que ambos empezaron sus respectivas administraciones en la misma fecha, el 2000, su trabajo y su figura figuraron de manera completamente inversa Sobra decir que los proyectos políticos de los dos chocaron desde el inicio Era irreconciliable la propuesta foxista de una programa social basado en el asistencialismo y un proyecto económico neoliberal, eufemísticamente llamado “de rostro humano”, con la idea de López Obrador de un programa más inclinado al populismo y con una proyecto económico nacionalista, basado en la responsabilidad social del Estado Fox y López Obrador están predestinados –si se permite la licencia literaria de la palabra-- al desencuentro La formación de ambos es completamente antagónica Mientras en su juventud Fox se formaba ideológicamente en la trasnacional Coca Cola, de la que llegó a ser representante para América Latina, López Obrador leía la rica historia política de su estado y era nombrado representante del gobierno de Enrique González Pedrero para atender a los indios chontales, con quienes encabezó nuevas formas de organización políticas y económicas basadas en la autogestión Fox llegó tarde a la política Ya era un hombre adulto, sin ninguna preparación política ni partidista, cuando se enteró de la existencia de Manuel J Clouthier a mediados de los ochenta y, empatando sus pasos empresariales con los del político sinaloense, fue que ingresó a las filas del PAN Todo de manera circunstancial más que por interés político López Obrador, en tanto, desde joven se afilió a la corriente nacionalista del PRI, y en Tabasco creó las primeras asambleas municipales con las que trató de acotar el poder caciquil de los ediles para la integración de los comités municipales del PRI Acción que lo llevó al inicio de su pronto retiro de las filas priistas, pues fue acusado por los alcaldes ante el gobernador González Pedrero de no permitir se siguiera la tradición de imponer en las dirigencias municipales tricolores a sus allegados El gobernador lo llamó para pedirle que dejara el puesto de presidente del Comité Estatal del PRI en Tabasco y se hiciera cargo de la Oficialía Mayor de su gobierno López Obrador aceptó por compromiso el cargo, pero sólo por un día, porque de inmediato renunció y se fue hacia la Ciudad de México, donde en 1987 fungió por un breve tiempo como director del Instituto Nacional del Consumidor, y luego se afilió a la Corriente Democrática del PRI, encabezada por Cuauhtémoc Cárdenas, Porfirio Muñoz Ledo, Ifigenia Martínez, entre otros que, a la postre, dejarían el partido para formar el Frente Democrático Nacional en las elecciones del 88 y, un año después, el PRD Los caminos del tabasqueño y del guanajuatense han sido completamente distintos y hoy se juntan de una manera confrontada, como tendría que ser por su propia naturaleza ideológica Con un gobierno de fracasos y una figura menguante, Vicente Fox paradójicamente tiene en sus manos parte del futuro de López Obrador El caso de “El Encino”, y el posible desafuero por el desacato a una orden judicial dictada al jefe de gobierno capitalino para no seguir con las obras de un camino de acceso a un hospital privado en la exclusiva zona de Santa Fe que, por cierto, se inauguró recientemente, ha sido discutido por el presidente Fox con el presidente de la Suprema Corte de Justicia, Mariano Azuela, quien ha insistido en el desafuero del tabasqueño Entrampado entre el deber ser en la aplicación de la ley y la acción política real, Fox se debate en la posibilidad de dar una salida negociada a un conflicto político que podría empañar las elecciones del 2006 y, con ello, la transición democrática que está a la mitad del camino y que se tiene prevista podrá ser cumplida hasta en los próximos dos sexenios Si López Obrador no estuviera en la picota de las preferencias ciudadanas para la Presidencia en el 2006, el tema ni siquiera sería discutido por el presidente Fox Pero siendo la situación completamente inversa, y López Obrado el más fuerte candidato para sucederlo, el presidente Fox se enfrenta a su propia inexperiencia como hombre de Estado El lunes 29 de septiembre los caminos de Fox y López Obrador vuelven a cruzarse y aunque se ha tratado de minimizar las consecuencias de este encuentro, resulta obvio que el resultado del diálogo que mantendrán por una hora será fundamental para la conformación de los escenarios político-electorales previos a los comicios del 2006

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