El retorno de Carlota

martes, 18 de octubre de 2005 · 01:00
México, D F, 17 de octubre (apro)- De tiempo en tiempo el fantasma de la emperatriz Carlota hace sentir su influjo en quienes por inciertas circunstancias se encuentran en un momento dado al frente de los destinos de la nación La consorte de Maximiliano de Habsburgo --al igual que algunas primeras damas de este país un siglo después-- se vio inmersa en la vorágine del poder y empujada a rehacer y deshacer las intrigas palaciegas La princesa Carlota antes, como Marta Sahagún después, desplegó un inusitado activismo político en algo que creyó era su misión de vida Así, embarcada en la fragata Novara y escoltada por el barco francés Themis, la joven Carlota, de escasos 24 años, acompañaba en una trágica aventura a su esposo Maximiliano, quien ya contaba con 32 años aquel 14 de abril de 1864 Para fines de mayo el puerto de Veracruz avistó en el horizonte la silueta del Novara en que viajaba la pareja real Arriban a la Ciudad de México un 12 de junio, fecha en que los capitalinos, expertos como eran ya en recibir con honores a los triunfadores de cualquier signo, organizan tres días de fiesta con sus respectivas noches Maximiliano, como todo flamante gobernante, venía cargado de ideas y buscaba hacer cambios drásticos en la vida del sufrido pueblo mexicano Sin embargo, pronto se hizo evidente lo que era un secreto a voces: el archiduque no sólo carecía de un plan de gobierno sino le faltaba el carácter para colocarse al frente del timón de tan averiado barco, escindido entre conservadores y liberales, y con un presidente republicano puesto en fuga, Benito Juárez, que para esas fechas despechaba de modo itinerante entre Monterrey y Chihuahua La desilusión de los fervientes promotores del segundo Imperio pronto se vio acrecentada cuando, transcurridos unos meses, a Maximiliano le dio por hacer lo que sí sabía y disfrutaba: viajar sin provecho alguno El archiduque era un hombre de mundo, y no por nada poco antes de aceptar aposentarse en tan lejanas tierras, ya había recorrido, junto con Carlota, París, Londres, Bruselas y Viena Incluso en la Ciudad Luz pactó con Napoleón III dos acuerdos, uno público y otro secreto El primero fijaba el número de soldados franceses que lo apuntalarían en México, y el segundo garantizaba intocados los privilegios galos en suelo azteca Incluso en Bruselas, los Habsburgo se dieron tiempo de reclutar un cuerpo elite de 2 mil efectivos belgas, que llevaría el pomposo nombre de "Guardia de la Emperatriz" Así, cuando Maximiliano salía de gira a las provincias, buscaba demostrar a Europa que en el país que le había tocado mandar había tranquilidad, y para ello dejaba la conducción del gobierno a manos de Carlota, quien se desempeñaba como eficaz regente Maximiliano aún no contaba con la asesoría de los modernos headhunter, pero aun así formó su gabinete con personajes de los más disímiles orígenes, especialidades y nacionalidades, sin embargo, el compacto grupo desconocía idioma, costumbres y necesidades de los mexicanos Tanto era el alejamiento, que eran frecuentes las disputas y órdenes contradictorias salidas de los distintos ministerios, lo que a final de cuentas entorpecía la buena marcha del gobierno El gabinete original de Maximiliano sufrió al menos tres reacomodos, y es por ello que Carlota atisbó mejor que su pareja la endeble situación por la que atravesaba el país, por lo que sugirió a su esposo promover fuentes de recursos propios que vivir de los puros ingresos fiscales salidos principalmente de las aduanas Lamentablemente, el trasiego de productos chinos aún era muy exiguo como para que la familia real se aplicara a él como fructífero negocio Ya más adentrada en el quehacer público, la pareja imperial promovió comisiones a diestra y siniestra, obviamente integradas por europeos y nacionales, y una de ellas en particular era con el fin de hacer los estudios que pudiesen mejorar la miserable vida de nuestros indígenas La vena filantrópica de Carlota salió a flote tras los resultados de esos estudios, y así se dio a la tarea de emancipar a los eternos marginados, y para ello dictó la abolición del castigo corporal, redujo la jornada laboral y atenuó la servidumbre por deudas de padres a hijos Todas estas loables medidas, sin embargo, quedaron atoradas en lo que modernamente se conocería como la congeladora legislativa Más tarde, el propio Maximiliano encomendaría diversas misiones políticas secretas a su consorte Una de ellas, viajar a Yucatán a fin de convencer al resto de los estados de América Central a inclinarse hacia la península, todo ello para delimitar claramente el alcance del imperio mexicano como potencia de América, y dejando el norte a Estados Unidos y el sur al imperio de Brasil Tristemente, la situación financiera siguió siendo terrible Maximiliano perdió el apoyo de Napoleón, que ordenó la salida de la fuerza intervencionista, y las guerrillas republicanas hacían imposible la buena marcha de la administración Maximiliano prudentemente dudó y quiso abdicar, pero la propia Carlota lo convenció de seguir hasta el final Se ofreció ir a Europa y hablar con quien fuera necesario Viajaría a Viena a exigir el cumplimiento del tratado de Miramar, solicitaría el socorro financiero e incluso buscaría al Papa para poner fin al enojo entre la Iglesia y el archiduque, atribuible a la falta de pericia de este último, pues el joven monarca nunca supo pactar un buen arreglo con la jerarquía eclesiástica luego de la Reforman juarista Cuando la princesa partió de la capital, un 8 de julio de 1866, los conservadores atisbaron en su salida los signos de la caída del imperio (Historia general de México, Varios autores, El Colegio de México, tomo 2, tercera edición 1981) Finalmente, Carlota fracasó en sus gestiones, enfermó en Europa y ya no pudo regresar al lado de su consorte Tantas presiones, tantas negativas provocaron el extravío mental de la emperatriz Maximiliano encabezó el último acto de resistencia en Querétaro, el 19 de junio de 1867 en el Cerro de las Campanas, y fue pasado por las armas al lado de dos de sus generales, Miramón y Mejía, lo que pondría fin al eterno sueño de una monarquía en México Comentarios: mvazquez@procesocommx

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