Israel-Palestina: Juntos, pero no revueltos

lunes, 26 de febrero de 2007 · 01:00
Jerusalén (apro) - A 300 metros de altura es mucho más fácil entender el conflicto palestino-israelí Desde el aire se observan numerosas construcciones de color blanco que se amontonan entre los cerros El piloto del helicóptero, un mayor del ejército israelí, va señalando con la mano: "Ese barrio es palestino, ese otro es judío El que está a la derecha es palestino, el que está un poco más a la izquierda es judío" Desde el aire la única diferencia entre unos y otros es el color de los tanques de almacenamiento de agua: Las casas palestinas tienen tinacos negros En las casas judías, son blancos Otra diferencia: los techos de las casas: Mientras que las casas judías tienden a ser viviendas terminadas, las casas palestinas están en construcción permanente, debido a que los hijos que se casan van agregando pisos a las casas paternas Salvo esos detalles, nadie podría reconocer los poblados judíos de los palestinos, ya que en muchos casos, sólo los separa una calle Pero en tierra las cosas son muy distintas Las diferencias entre Israel y los poblados bajo el control de la Autoridad Palestina son abismales Mientras Israel vive una bonanza económica sin precedentes, impulsada por la industria de la alta tecnología; en los territorios palestinos el desempleo alcanza al 60 por ciento de la población Pero las diferencias no sólo son económicas: Mientras el ciudadano judío puede transitar libremente de un lado a otro del territorio israelí, los palestinos tienen que sortear, incluso en los territorios bajo su autoridad, numerosos retenes militares que hacen la vida prácticamente imposible, dice el doctor Khalil Shikaki, director del Centro de Investigación y Políticas de Palestina Muro "inteligente" En marzo del 2002, el gobierno de Ariel Sharon inició la construcción de un muro para separar el territorio israelí de los asentamientos palestinos Dicha cerca contó con el 80 por ciento de apoyo de la opinión pública de Israel, que en ese año, había sufrido 30 ataques suicidas, sólo en Jerusalén, con un saldo de más de 200 muertos Oficialmente la cerca de seguridad es una medida extrema del gobierno de Israel para detener los ataques suicidas contra su territorio, que a partir de la segunda intifada, en septiembre del 2000, ha costado la vida a más de 850 israelíes Para los palestinos, la cerca tiene como propósito estrangular económicamente a sus poblaciones, anexarse territorios más allá de las fronteras de 1967 y crear una frontera unilateral entre Israel y un futuro Estado palestino "El barrio de Gila es un buen ejemplo de la necesidad de la división", dice Isabel Kirshner, periodista israelí que publicó en noviembre del 2006 el libro La cerca, en el que retoma el tema de la seguridad nacional como elemento crucial para entender la construcción de esta barrera Gila está compuesto por una serie de edificios de departamentos con jardines de niños, supermercados, salones de belleza y otros negocios "Hasta el año pasado, no pasaba una semana sin que hubiera ataques de francotiradores desde los edificios del West Bank, ubicados a unos 800 metros de distancia", dice Kirshner Con la construcción de la cerca de seguridad, dice, se eliminaron por completo los ataques Y es que en esa zona, la cerca en realidad es un muro de casi cinco metros de altura que obstaculiza físicamente los disparos El muro --o "cerca de seguridad" como los israelíes insisten en llamarle)-- tendrá un costo total de unos 2 millones de dólares por kilómetro y está formado por varias capas de vigilancia La primera consiste en una serie de seis rollos de alambre de púas ubicado en la sección oeste de la cerca En ambos lados hay caminos que son utilizados por las patrullas israelíes para vigilar el área En el centro hay otra cerca con sensores que detectan la presencia de cualquier objeto o persona en movimiento A un lado de esa cerca, hay una franja de arena, que corre paralela a la división y cuyo propósito es localizar las huellas de cualquier intruso Un 6 por ciento de los 600 kilómetros de extensión de la cerca está constituido por una pared que protege de francotiradores porciones de la carretera Trans-Israel y a algunas zonas densamente pobladas, como Bat Hefer, Matan y Jerusalén En el lado palestino existe también un foso de contención, con el propósito de evitar que vehículos pesados se estrellen contra la cerca En el lado israelí hay torres de observación De acuerdo con el exministro de Defensa, Shaoul Mofaz, desde la construcción de la cerca se redujo en un 95 por ciento los ataques suicidas contra Israel "La cerca de seguridad es sólo una respuesta a la amenaza del terrorismo y si los palestinos hubieran cumplido con sus compromiso de evitar los ataques suicidas, no habría cerca", agregó Mofaz Acorralados La versión de que Israel sólo actúa en respuesta a los ataques terroristas, no convence a todos Khaleel Ismail Salah, un agricultor de 65 años de edad, asegura que en cualquier momento su tierra va a ser anexada y que la cerca poco a poco está estrangulando a su pueblo Salah es dueño de 200 Dunams (mil metros cuadrados) pero debido a que sus tierras se encuentran cerca del asentamiento judío de Efrart, ahora no puede entrar a ellas libremente En el pasado podía ir y venir fácilmente Ahora su terreno es prácticamente inaccesible, a menos que vaya en burro o caminando Aunque el ejército de Israel asegura que ha colocado 44 puertas de acceso para facilitar el libre tránsito de los agricultores palestinos, lo cierto es que ni es fácil ni es libre, dice Salah, quien asegura que para poder ir a su propia tierra necesita un permiso otorgado por el ejército de Israel "Hay veces que abren la puerta a una hora, otras veces no la abren y así sucesivamente", se queja Adnan Sbeih, alcalde de Al Khader, dijo la semana pasada a la Red de Noticias Palestina que los agricultores están encarando ahora un gravísimo problema: "Por un lado la cerca, por otro los asentamientos que los rodean por todas direcciones A eso hay que agregarle los filtros de seguridad y los toques de queda impuestos por el ejército Parece como si el objetivo fuera agotarnos y provocar la salida de la población palestina de estos territorios" Pero los territorios no quedarían solos, dicen los palestinos, ya que la política de asentamientos judíos en los territorios ocupados continúa avanzando De acuerdo con la Red de Noticias Palestina, tan sólo en diciembre, 90 casas móviles fueron instaladas en el área del West Bank, como parte de la primera fase de una nueva etapa de expansión de los asentamientos en la región De acuerdo con las leyes israelíes, una vez que un asentamiento ha permanecido por cierto tiempo y que cuenta con cierto número de habitantes, el gobierno tiene la obligación de proveerle de servicios públicos, como calles, electricidad y agua A pesar de que el primer ministro israelí Ehud Olmert ha negado que exista una política que favorezca los asentamientos judíos en territorios ocupados, en el West Bank hay ya 250 mil colonos residiendo en dicha región La guerra de los asentamientos Si hay alguien que vive todos los días en las líneas de fuego, son los pobladores de los asentamientos judíos en las zonas ocupadas La mayoría vive ahí por convicción Para los jóvenes ultra-ortodoxos, vivir en los asentamientos, bajo el asedio de los misiles y francotiradores, y en medio de la intifada, es una obligación moral y una forma de recuperar el territorio que, según ellos, les pertenece Pero la defensa de esa misión "moral" de recuperar el territorio ha recaído en los hombros de las Fuerzas de Defensa de Israel, que han empezado a expresar su oposición a la política de los asentamientos En febrero del 2002 un grupo de 54 oficiales del ejército israelí firmó una controvertida carta, en la cual indicaban que no estaban dispuestos a servir más allá de las fronteras reconocidas internacionalmente en 1967 De acuerdo a la página de internet: http://wwwseruvorg, hasta enero del 2007, mil 673 elementos de las Fuerzas de Defensa de Israel se habían negado a cumplir órdenes en los Territorios Ocupados En la mayoría de los casos, estos oficiales y soldados consideran que las cosas serían diferentes si se protegiera el territorio israelí desde sus fronteras legítimas y no desde los peligrosos callejones que se han ido creando para proteger los asentamientos ultra-ortodoxos Pero la inconformidad tiene también un origen muy poco conocido: el resentimiento Y es que aunque todos, hombres y mujeres, son reclutados para servir en el ejército a los 18 años de edad, los hombres ultra-ortodoxos no están obligados a cumplir con el servicio militar Lo único que tienen que hacer es inscribirse en alguna Yeshiva o escuela de estudios religiosos para evadir el reclutamiento Así, aunque los asentamientos son favorecidos mayoritariamente por los sectores más radicales de la sociedad, sus integrantes no tienen que cargar con la pesada tarea de defenderlos Gita Narinsky está dispuesta a todo; ella vive en el asentamiento de Kfar Adumim, en Cisjordania, a unos cuantos kilómetros de la ciudad palestina de Ramalláh Llegó hace 25 años, procedente de Buenos Aires, Argentina Salió del país sudamericano tras los sangrientos golpes militares y después de tres años de residir en Brasil, decidió mudarse a Israel A diferencia de otros asentamientos ultra-ortodoxos y abiertamente anexionistas, el de Kfar Adumim es un experimento político y religioso El 50 por ciento de sus pobladores son laicos y el otro 50 por ciento son religiosos "A pesar de nuestras diferencias, logramos vivir en paz, sin políticas de agresión a nuestros vecinos y con formas democráticas sin precedentes", dice Narinsky, quien asegura que todas las decisiones, desde el arreglo de las calles o de la escuela, se adoptan de manera comunal "Yo llegué a este asentamiento por razones económicas No tenía dónde vivir y pregunté por las diferentes opciones Este asentamiento me ofrecía un lugar barato para construir mi casa y, sobre todo, un estilo de vida comunitario que no había encontrado en ningún otro sitio", explica Hoy Narinsky es la encargada del centro cultural del asentamiento, y da clases de arte y cultura a los niños Sale de su salón de clases y camina unos cuantos metros Tras un pequeño parque lleno de juegos infantiles, muestra a sus espaldas el paisaje montañoso y desértico de Cisjordania "Aquí no ha habido nadie en los últimos 2 mil años", justifica "Es nuestra tierra y venimos a recuperarla" A unos metros del borde de la montaña se encuentra un refugio antibombas y un puesto de observación militar Saben que en cualquier momento los misiles empezarán a caer y que tendrán que esconderse Ya lo han hecho antes y saben que lo tendrán que seguir haciendo "Ya estamos hartos de la guerra Nadie puede vivir así, ni ellos ni nosotros, pero no hay acuerdo y sin acuerdo no queda más salida que la guerra", dice Narinsky, cuyos dos hijos son actualmente soldados en activo de las Fuerzas de Defensa "Yo amo esta tierra, pero si mañana me dicen que para que haya paz, me tengo que ir, me voy a donde me digan", dice convencida mientras saluda a sus alumnos que caminan hacia la Sinagoga para celebrar el inicio del Sabath (26 de febrero de 2007)

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