Perfume con muchos aromas

lunes, 5 de febrero de 2007 · 01:00
México, D F, 5 de febrero (apro)- Cuenta la leyenda que Stanley Kubrick había dicho que la novela El perfume, de Patrick Suskind, era "infilmable" Afortunadamente, Tom Tykwer demostró lo contrario, y aunque lo hizo de una manera un poco trompicada, consiguió entregar una obra rica en simbolismos Para quien no conozca la trama, habrá que recordarle que El perfume (Perfume: The Story of a Murderer, Alemania, Francia, España, 2006) cuenta la historia de Jean-Baptiste Grenouille (Ben Wishaw), un sujeto con un olfato espectacular, empecinado en crear el perfume perfecto, aquel que pueda llevar a la gente a sentirse en el paraíso como cuenta una vieja leyenda, una ambición sumamente megalómana Sin embargo, su plan contempla la utilización de esencias humanas, propiamente de chicas bellas, las cuales, desgraciadamente, son asesinadas por el protagonista para el cumplimiento de sus objetivos La primera impresión de El perfume no necesariamente es de aceptación, sino más bien de rareza gracias a su tono fársico, combinado con humor negro, y a su sordidez La historia del asesino comienza siendo relatada como una cuento de hadas (desde su nacimiento hasta su muerte) --no es extraño que la cinta Amelia venga a nuestra mente, ni tampoco la obra de Lars Von Trier, Dogville, puesto que el narrador es el mismo--, y una pizca de comedia Sin embargo, el tono inocentón esconde un mundo sumamente oscuro lleno de asesinatos, cuyo protagonista es un ser sumamente perverso, sin moral alguna, no hay nada de mágico o de gracioso en lo que ocurre, de hecho es bastante horrible y grotesco En el medio, el filme se acerca más a un thriller, conserva el humor negro, pero sin el halo fantástico; en esta parte se pierde un poco del ritmo que llevaba También, el protagonista se desdibuja un poco Al final, el director regresa con la fórmula utilizada al principio, situación que contrasta con la progresión de la cinta, lo cual nos saca por un momento de la película Sin embargo, si uno acepta las convenciones propuestas, el resultado resulta sumamente agradable Lo más interesante ocurre cuando se escarba en el interior de la cinta Los resultados son maravillosos no sólo por la capacidad del director de llevarnos al mundo de los olores por medio de la vista, sino también porque la obra cinematográfica posee alegorías acerca de la manipulación de las masas, delirios mesiánicos, esotéricos y hasta explicaciones metafísicas acerca de la muerte Por ejemplo, Grenouille nace sin olor propio, pero es capaz de retener el aroma, en su piel y en sus ropas, de todo lo que le rodea, pero nada más, los perros no lo detectan, al igual que muchos humanos; de igual forma, los que mueren (según el universo de la cinta), pierden también su aroma, lo que sugiere que en realidad, Jean-Baptiste está muerto ¿Cómo es que continúa aparentemente con vida? ¿Por qué nunca le vemos comer? ¿Por qué cada vez que abandona a las personas con las que convive, éstas mueren? Finalmente, todo esto es sugerido de manera simbólica, nada se hace explícito --salvo un poco del mundo interno de Grenouille--, lo cual da pie a la interpretación, así que verla un par de veces no es para nada algo exagerado

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