Regresa Siqueiros a Estados Unidos

lunes, 4 de octubre de 2010 · 01:00

En este minucioso repaso histórico, la crítica de arte Raquel Tibol recoge las diferentes muestras individuales que el pintor y muralista chihuahuense realizó en territorio estadunidense a lo largo de su vida, para desembocar en la que acaba de inaugurarse en el Museo Latinoamericano de Los Ángeles, Siqueiros paisajista. Han pasado 67 años desde la última vez que expuso en Estados Unidos. La muestra vendrá el año entrante al Museo Carrillo Gil.

MÉXICO, D.F., 4 de octubre (Proceso).- Desde mediados de 1943, en que le fue negada la visa para entrar a Estados Unidos, no tuvo David Alfaro Siqueiros (DAS) exposiciones individuales en galerías de aquel país hasta ahora, cuando el pasado 11 de septiembre, en el Museo Latinoamericano de Los Ángeles se inauguró la notable Siqueiros paisajista, selección de 73 piezas de pintura, dibujo y gráfica, la mayoría de las cuales responde de manera rigurosa al tema, y algunas alegorías y figuras necesarias para completar el panorama referido a uno de los paisajistas más originales e inventivos del siglo XX.

Siqueiros paisajista permanecerá en California hasta el 9 de febrero de 2011. Después vendrá al Museo Carrillo Gil del 30 de marzo al 3 de julio de 2011.

Al conjunto plástico se han agregado documentos fotográficos alusivos, así como ejemplares bibliográficos y hemerográficos que permiten al público y a los especialistas revivir una personalidad a la que tanto le debe el arte estadunidense. Como ocurriera con sus colegas José Clemente Orozco, Diego Rivera y Rufino Tamayo, Estados Unidos ejerció en Siqueiros una gran atracción. Prueba de ello es la carta que desde La Habana le escribió el 29 de junio de 1943 a Gregory Zilboorg, psicoanalista del músico George Gershwin; ambos cultivaron la amistad de Siqueiros en el tiempo del Neoyorkino Experimental Workshop. Ambos le encargaron obras. Zilboorg adquirió Suicidio colectivo (1936), donado por él en 1937 al Museum of Modern Art, el cual no quiso prestarlo para la actual exposición, alegando la fragilidad del cuadro.

Le dice Siqueiros al doctor Zilboorg, última esperanza para alcanzar la anhelada visa:

“Como usted sabe, mi mercado artístico ha estado siempre en los Estados Unidos y hoy me encuentro ineludiblemente alejado de esos lugares. A esto hay que agregar los gravísimos contratiempos propios de la guerra. Hechos, todos éstos, que me tienen sumido en una cada vez mayor catástrofe económica, y la cual no podrá desaparecer mientras no termine la guerra y yo me reintegre a mis lugares habituales de trabajo. ¿Qué hacer para esperar con ‘dignidad’ la firma de un contrato realmente importante de pintura mural que me permita desarrollar las nuevas experiencias que inicié en mi obra de Chillán, Chile? (Quizás Lincoln Kirstein, del Museo de Arte Moderno, le habrá transmitido el enorme entusiasmo que le provocó mi mencionada obra.) No me queda más recurso que redescubrir a los amigos de mi labor artística, aquellos que la han honrado adquiriendo algunos de sus originales para los museos, como es el caso de usted, querido doctor Zilboorg.”

Es oportuno recordar las muestras individuales del trabajo que Siqueiros tuvo en los Estados Unidos. El 9 de mayo de 1932 inauguró en la librería Jeke Zeitlin de Los Ángeles una selección de litografías. Del 12 al 31 de mayo de 1932 expone 50 cuadros en la Stendhal Ambassador Galleries de esa ciudad, entre los que se contaban Accidente en la mina, Mexicana deportada, Panadero mexicano, Descanso, Maternidad, Desnudo, Cabeza de minero, retratos de Niña muerta, Emiliano Zapata, Blanca Luz Brum, Gloria Calero de Urueta, Lola Álvarez Bravo, Luis Eychenne, Marguerite Brunswick, Zoma Day. Además se vieron bocetos de murales y varios paisajes. A la inauguración asistieron conocidas estrellas de Hollywood y el director de cine Joseph von Sternberg.

Del 12 al 35 de marzo de 1934, en los Dephic Studios de Nueva York, que dirigía Alma Reed, Exhibition of Paintings and Photographs of Frescoes by Siqueiros. Se incluían los retratos de Gardner Hale, Beatrix Richard y Eve Myers. En 1936, exposición permanente en el Siqueiros Experimental Workshop, a Laboratory of Modern Tecqniques in Art, ubicado en un local de la calle 14 de Nueva York, donde tuvo como discípulos o ayudantes a Jackson Pollock, George Cox, Roberto Guardia Berdecio, Harold Lehman, Sande McCoy (hermano de Pollock), Clara Mahl, Axel Horr, Louis Ferstadt, Conrad Vasquez, Luis Arenal, José Gutiérrez y Antonio Pujol.

Del 9 de enero al 3 de febrero de 1940, en la Pierre Matisse Gallery de Nueva York, mostró 17 ducos sobre madera, todos de 1939: El llanto, Los gigantes, Etnografía, Ejercicio plástico, Autorretrato, El caracol, El sueño, Las mujeres indígenas, Concentración, Los niños tarahumaras, La tormenta, La nube, El maguey, El incendio, El fuego, La descarga eléctrica, Retrato de Angélica.

Del 1 al 6 de enero de 1962, el Artist’s Committe to Free Siqueiros, de Nueva York, cuyos presidentes honorarios eran Alexander Calder y Ben Shahn, auspició en la A.C.A. Gallery una exposición de pinturas y grabados de DAS que fueron prestados por coleccionistas norteamericanos y por The Museum of Modern Art. Asistieron a la inauguración 500 personas, que firmaron una petición al presidente López Mateos para liberar a Siqueiros (preso por el delito de disolución social desde 1960), entregada al embajador mexicano en Washington. Según la directora de la galería, Mrs. Baron, en los 27 años de funcionamiento de ésta no se había visto tal entusiasmo. El comentario del New York Times (2 de enero de 1962) señalaba a Siqueiros como a “un viejo revolucionario que siempre ha tenido el valor para sostener sus convicciones”.

En relación con Siqueiros paisajista adquiere particular importancia la muestra que del 31 de julio al 4 de agosto de 1956 presentó en su propia casa de la calle Querétaro, número 150, con doce cuadros, entre los que se sobresalían Fundición atómica, Ceiba en llamas, Organización industrial en el altiplano, Bosque en llamas, Aeronave atómica, Diques contra la erosión, los cuales ilustraban, según DAS, problemas del realismo, a saber: objetividad mental no imitativa en el paisaje, que él explicaba en los siguientes términos:

“El problema de la objetividad mental no imitativa considero que en el paisaje es un problema totalmente nuevo. En la pintura de todos los tiempos, incluso en las obras de mayor fantasía e imaginación, el paisaje se ha expresado con elementos de posible visibilidad; se ha tratado por tanto de una imitación objetiva. Pero es indudable la existencia en la naturaleza de fenómenos imperceptibles cuya existencia real nuestra inteligencia concibe como un hecho lógico, factible de ser representado. Creo que el hombre de la época del avión no puede tener, respecto del paisaje, la misma lírica, el mismo romanticismo que tuvieron los hombres de las épocas en que aún no dominaba el espacio. Esta necesidad de paisaje cósmico es parte de su nueva naturaleza. La objetividad mental no sólo es solución para los paisajes de panoramas extraópticos; muchos problemas magnos de volumen serán comprendidos mejor desde un punto de vista mental que visual. De esto se deduce que la comprensión mental de los problemas debe modificar el concepto de objetividad, que en las artes plásticas ha adolecido de primario, simplista y mecánico.” (Entrevista con Raquel Tibol en agosto de 1956.)

De la curaduría de Siqueiros paisajista son responsables Itala Smeltz y Alberto Torres, del Museo de Arte Carrillo Gil, con la colaboración de América Juárez, Cristopher Fulton, Tely Duarte, Cynthia MacMullin y Mónica Montes, estas dos últimas funcionarias, respectivamente, del Museum of Latin American Art y la Sala de Arte Público Siqueiros. Los ensayos que lo integran son los siguientes: El paisaje: una forma de arraigo y experimentación, por Esther Acevedo; Siqueiros: la transición de sus paisajes o notas acerca del paisaje en su obra, por América Juárez; El Siqueiros Experimental Workshop de Manhattan, por Irene Herner; La búsqueda del realismo en la construcción del paisaje, por Alberto Torres; Siqueiros: la materia del paisaje, por Manuel Marín; El paisaje alegórico, por Christopher Fulton; Itinerario hacia la comprensión de lo sublime y lo siniestro en el paisaje de Siqueiros, por María Noel Lapujade; Siqueiros y la fotografía, de la fuente al dispositivo óptico, por Laura González; Siqueiros en los Estados Unidos: la era de Roosevelt, por Cynthia MacMullin; Desastres de la Guerra, por Jorge Reynoso; Paisajes con escala urbana, por Lorenzo Rocha; Siqueiros y la necesidad del paisaje cósmico, por Miguel Ángel Fernández, y La vida del último hombre, por Itala Smeltz.

Para adentrarse en las intenciones estético-poéticas que sustentaron el paisajismo siqueiriano resultan oportunos ciertos párrafos que escribió en el tras de las pinturas o en hojas aparte, referidos a obras realizadas durante el durísimo encarcelamiento que le recetó el presidente Adolfo López Mateos entre 1960 y 1964:

–Cerco de la noche: “Los momentos sucesivos en toda la circunferencia global de la tierra en que las sombras van aprisionando a la luz. Negro azul o verde arriba y negro rojo abajo. Negro frío en la atmósfera descubierta y negro caliente en la tierra”.

–La gestosa: “Cardo gigantesco, cincuenta veces más que el hombre; nace y vive milenios –dicen– en los esteros ya vacíos y secos donde la putrefacción de plantas y peces abonó el lodo y el cieno ya seco durante siglos”.

–Diálogo de flores: “Es muy posible que todas las flores conversen entre sí y hasta libren violentas disputas a veces, pero de lo que no cabe la menor duda es que en los lugares más recónditos de las selvas tropicales de América existen inmensos árboles floridos que durante ciertas horas del día dejan oír el ruido ensordecedor de sus conversaciones, que no en pocos casos son horribles blasfemias; árboles de flores que hablan con voces múltiples”.

–Paisaje post-guerra atómica: “Una belleza inmensurable, pero que nadie sobrevivirá para poderla contemplar”.

–La ceiba amate azul: “De los relatos de mi compañero Eustaquio Mendoza; bailando en torno de ella la gente se embriaga sin necesidad de alcohol”.

–La mata de cascabel: “Podría ser llamada palmera meteorológica. Sus inmensas campánulas, especie de flores sólidas como de agave, anuncian con extraños sonidos el principio y el fin de las tormentas”.

–Flores mensajeras: “¿Qué más podría desear el ser humano que las flores fueran hacia él en vez de que él tuviera que movilizarse hacia ellas para poseerlas? Cierto sin duda es que en los lugares más altos de la Sierra Madre Occidental de México existen árboles floridos y caminantes; en verdad se trata de pequeños árboles que conduciendo a cuestas sus cargas de flores cambian de lugar cuando arrecian los rayos del sol. Lo mismo hacen esos pequeños y ágiles arbustos cuando se seca la tierra”.

Con optimismo cabría esperar que la museografía de Siqueiros paisajista en el Museo Carrillo Gil resalte los muchos factores de su desbordada fantasía que quizás anda flotando por el cosmos. No hay que dejar que se seque; hay que regarla.

 

 

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