Válvulas de escape

viernes, 19 de noviembre de 2010 · 01:00

MÉXICO, D.F., 17 de noviembre (apro).- ¡Sopla respetado Judío Errante! ¡Resopla, mi nunca bien estimado coronel Aureliano Buendía! Sus respectivas cartas a este buzón me han dejado aturdido. Esperaba más de ustedes.

En la de usted, respetable Judío Errante, no encontré más que desconfianza e incluso desprecio hacia el humano, al que ve como burro que nada más da vueltas y vueltas a la rueda de la noria de sus ilusiones por mejorar el mundo en que vive, a las que siempre convierte en angustioso y desesperado desengaño al llevarlas a la práctica.

En la suya, mi coronel Aureliano Buendía, comprobé con dolor que, después de haber actuado a favor del sueño común de tantos de cambiar para mejor el mundo en que vivimos, terminó usted por abogar y hasta por justificar la realización de los sueños personales, aunque con ello se atropellen sueños de otros; como quien dice, que termina sin decirlo que cada quien se rasque con sus propias uñas.

Siento decirles que para este servidor de ustedes, sus juicios no hacen más que echar leña al fuego, a la teoría “del final de la historia”, de Francis Fukuyama, que en el fondo no es más que la apología del neocapitalismo a la visión empresarial de la historia que creyó (¿y todavía lo creé?) con la caída del Muro  de Berlín, el haber ganado la llamada guerra fría y la desaparición de la Unión soviética, haber puesto fina la historia, que lo único que le queda al mundo ( y a los humanos, por supuesto), es la administración de la economía basada en el consumismo sustentado y regulado por la mano invisible del libre mercado competitivo, mundo en el que, ¡sopas!, los conflictos, los viejos y los nuevos, irán desapareciendo poco a poco.

Lo lamento, mis estimados, pero sus maneras de pensar flaco servicio hacen al bienestar social; más bien les vienen como anillo al dedo a semejante ideología (la del neoliberalismo), ya que, por una parte, al decirle a los humanos que son como burros de noria, al imbuirles, al sembrarles en la cabeza las ideas de “nada cambia”, de que por más que se esfuercen, “todo sigue igual”, pues son incapaces de realizar sus deseos, pues por más que le echen el resto y se pongan como se pongan, “Juan se llama”, sólo contribuye para hacer seres pusilánimes, conformistas y no ciudadanos participativos y críticos. Por otra parte, el decirles a los hombres que sí, que se vale soñar y hacer realidad sus sueños, pero únicamente si se trata de lo de interés personal, y se llevan a cabo de manera competitiva y sin miramiento alguno; si se les da a entender, de manera abierta y sesgada, que si en esa competencia se olvidan y atropellan los sueños de otros, no importa, pues lo que cuenta es ser vencedores, triunfadores, conseguir el éxito ¡Cuidado!, es como para ponerse a temblar, pues si bien exalta lo individual, bien puede hacer cera y pabilo de lo social y , peor aún, se quiera o no, fomenta la indiferencia, cuando no el desprecio, de la fuerza potencial del número, de la masa, de los más, hecho que favorece a la fuerza organizada de los intereses creados, lo que contribuye a que todo siga igual, a que el número, los más sigan recibiendo y recibiendo más de lo mismo por parte de los poderes, organizados, de los poderes fácticos.

Insisto: sus dos posiciones, la de desencantar al género humano y la de exaltar la individualidad, ambas dividen, con lo que despojan de su fuerza de unidad y luego absorben a la ilusión, al sueño de hacer al mundo mejor para todos. Les pregunto: ¿Con eso no se alimenta y robustece la visión empresarial de la historia? ¿Eso no convierte a sus posiciones en simples válvulas de escape? Y hay más: ¿Sus posiciones no alientan e incluso justifican la falta de solidaridad, el no asumir responsabilidades para con los otros, los más jodidos, y hasta sirven para apaciguar posibles remordimientos de conciencia… cuando los haya?... Y con todo ello, sus posiciones, ¿no fomentan en grado sumo a que los humanos sigan siendo burros de noria de sus ilusiones y de sus sueños por un mundo mejor? ¿Qué me dicen?

En espera de que no me la tomen a mal, de que entiendan que la presente no e más que otra idea, como la de cualquiera, con mis mejores deseos para ustedes,  mi respetado Judío Errante y mi apreciado coronel Aureliano Buendía.

JEAN PAUL L’AUTRE

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