Hijos incestuosos

lunes, 9 de agosto de 2010 · 01:00

MÉXICO, D.F., 4 de agosto (apro).- Atribulados humanos: reciban mi sincero pésame por los desastres naturales que están sufriendo. Sí, recíbanlo, pero por favor hagan lo mismo con mi pedido de que reflexionen y reconozcan que, en gran medida, ustedes mismos son la causa de esos males naturales de los que son víctimas.

Me van a perdonar, pero el que ésta les escribe sinceramente piensa que ya va siendo hora de que dejen de ser hijos desmandados de la Naturaleza. De que entiendan qué es y cuál debe ser su relación con la misma. Que comprendan que la Naturaleza no es únicamente, como la mayoría de las religiones enseñan, algo creado por la divinidad para beneficio y placer exclusivos de los humanos. Que entiendan que tampoco es nada más una serie de fenómenos cuyas relaciones son analizables, mesurables y manipulables, como descubrió su antepasado, el hombre de su llamado Renacimiento. Que ya va siendo el momento de que reconozcan y admitan que la misma no es algo móvil que rodea al hombre, pero que no incluye, como creen, al ser humano.

El de la voz considera que ya es hora de que vayan dejando de lado esa su fatua idea de que ustedes, los hombres, son los reyes del mundo por decreto divino, idea hija de su arrogante vanidad, y admitan de una buena vez que también ustedes, la especie de los humanos, son hijos de la Naturaleza… hijos desmandados que desde su nacimiento han sido y siguen siendo capaces de cometer los mayores, mas brutales y más obscenos actos contra ella.

Si he de ser imparcial, he de admitir que los primitivos humanos, en cierta medida, por no saber lo que hacían, eran inocentes a pesar de que violaron igualmente las leyes de la Naturaleza; pero ustedes, con lo que ya conocen de las mismas, ¿pueden asegurar que son inocentes de las violaciones que están cometiendo contra esas leyes naturales?

Recapaciten por favor. Ese su paulatino descubrimiento de las leyes naturales les ha ido llevando y poniendo en una situación problemática en cierto modo, pues, por una parte, les ha dado la oportunidad de ir comprobando, les guste o les disguste, que la matriz de lo humano es la Naturaleza, y por otra los ha puesto ante una realidad que los entusiasma hasta el punto de perder la cordura: que ya no sea el mundo natural el que gobierne al hombre, sino que sea el hombre el que, de manera creciente, vaya gobernando el mundo natural.

Me horroriza e indigna, lo confieso, el que ese ir descubriendo que la matriz de lo humano es la Naturaleza, no les hay hecho mejores hijos de ella, sino que, olvidando y contrariando la sabia recomendación de Francisco Bacon, padre del método experimental –quien dijo: el dominio de la Naturaleza sólo es posible si se obedecen sus leyes–, y dejándose llevar por el mareo del poder, resultaron hijos descastados. ¿Pues que han hecho? ¿No han ejercido y siguen ejerciendo una intensa y desenfrenada violencia hasta violar las leyes de esa matriz de la que son hijos?

Bien sé que, para no asumir responsabilidades, para justificarse, no faltarán voces que digan: “siempre ha sido así”. “¿Para qué actuar de otra manera si nada cambia?”. De acuerdo. Verdad es que las sociedades humanas nunca han sido perfectas, pero no lo es menos que la actual, en la que viven, sigue haciendo lo mismo, pero a lo bestia, con lo que está dejando de ser lo mínimamente buena para la sobrevivencia del hombre, como para dejarla como es. Les pregunto: ¿No ha llegado la hora señalada para cambiarla con todos los sacrificios que hay que hacerse para ello, con todos los privilegios adquiridos y todos los privilegiados que haya que afectar? ¿Qué dicen?

Les recomiendo que lo piensen, pues, insisto, ustedes como sí Edipo, no tienen la disculpa de no saber lo que hacen, por lo tanto no son inocentes de sus violencias e incluso violaciones de las leyes de su matriz, de la Naturaleza. Saben muy bien, con los conocimientos que han adquirido, que lo humano no trasciende a la Naturaleza, así que les recomiendo que no se dejen cegar por el poder.

No me malinterpreten, en modo alguno deseo, como hizo Edipo, que se cieguen para redimirse de sus transgresiones, no. Sigan soñando, sigan deseando y buscando los modos y los medios de ir mejorando su mundo, es lo natural y legítimo, como natural y legítimo es que lo hagan con los ojos bien abiertos, ejerciendo su poder obedeciendo a las leyes de la Naturaleza, de la matriz de donde proceden, ya que de esa manera pervivirán de manera más placentera y más próspera. ¿Serán capaces?

No duden de lo que les digo, se los dice alguien que sabe más que algo de vivir en la tierra.

Con el deseo de que así sea, por el bien de los de su especie y de la matriz de la que proceden.

ANTEO

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