Desplazó la violencia a 120 mil personas en 2010

viernes, 25 de marzo de 2011 · 01:00

MÉXICO, D.F., 25 de marzo (apro).- La ola de violencia en México, que se recrudeció a partir del año 2006, cuando el presidente Felipe Calderón declaró la “guerra” al crimen organizado, ha forzado a más de 230 mil personas cambiar de residencia o buscar refugio en otro país, principalmente Estados Unidos.

El dato anterior viene contenido en el informe "Desplazamiento Interno Panorama Global 2010", que fue difundido ayer en Ginebra, Suiza, y reproducido por el diario Reforma en su edición de este viernes.

El documento destaca que el número de mexicanos que decidieron huir de la violencia en 2010 es mayor “mayor que la de Afganistán durante el mismo periodo", de acuerdo con el Consejo Noruego para Refugiados.

“La violencia se ha incrementado abruptamente en las áreas cercanas a la frontera con Estados Unidos, particularmente en los estados de Chihuahua y Tamaulipas, en donde los cárteles disputan el control de las rutas para el tráfico de drogas", apunta el reporte del Centro de Monitoreo de Desplazamientos Internos (IDMC, por sus siglas en inglés).

Asimismo, señala que Chihuahua, Durango, Coahuila y Veracruz se encuentran entre las entidades con mayor número de desplazados, y destaca el caso de Ciudad Mier, Tamaulipas, donde al menos 400 personas se vieron forzadas a huir a Miguel Alemán a causa de la violencia generada por Los Zetas.

El IDMC menciona que a diferencia de Colombia, donde en años recientes el gobierno ha realizado un esfuerzo por contar y ubicar a los desplazados, en México las autoridades no han mostrado, hasta ahora, ningún interés en conocer la dimensión del problema y brindar atención a los afectados.

"Las autoridades federales y estatales no han implementado ninguna respuesta al desplazamiento interno causado por los cárteles de la droga”, apunta.

La secretaria general del Consejo Noruego para Refugiados, Elisabeth Rasmusson, consideró que el número de personas que se movilizaron en México es uno de los más preocupantes a nivel internacional.

"En México, la cifra de desplazados en 2010 es mayor que la de Afganistán durante el mismo periodo", señaló.

Sobre el mismo punto, Delia Acosta Beltrán, académica de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez, detalló que tan sólo en la Colonia Finca Bonita, de Ciudad Juárez, cerca de mil 500 viviendas han sido abandonadas por la ola de violencia.

Durante un foro en la UNAM realizado ayer, Acosta puntualizó que la gente comenzó a dejar la ciudad por la falta de empleo y capital social, pero en los últimos años se recrudeció el abandono de vivienda por violencia.

El diario publicó que de acuerdo con la Encuesta de Percepción Ciudadana sobre Inseguridad en Ciudad Juárez, 230 mil personas han abandonado el municipio en los últimos años, y de ese total, 24% de ciudadanos se trasladaron a El Paso, Texas.

En Tijuana, otra ciudad fronteriza golpeada por los índices de violencia, el Instituto para el Desarrollo Inmobiliario y de la Vivienda del Estado (Indivi) ubicó que 1% de las viviendas está abandonada.

Por su parte, el estudio de Incide Social, que retoma investigaciones de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez, revela el crecimiento de residencias "amuralladas".

Sin embargo, es precisamente la construcción de ciudades amuralladas y aisladas, como política de vivienda, uno de los factores que detonan la violencia actual, explicó Clara Jusidman, titular de Incide Social.

"Las ciudades son espacios propicios para la violencia por su crecimiento horizontal, segregado por clases sociales, con fraccionamientos amurallados, numerosos terrenos baldíos, insuficiencia de espacios públicos y creciente desubicación de los servicios sociales", dijo Jusidman durante la presentación del diagnóstico.

En Tijuana, el diagnóstico refiere que ha crecido la tendencia de crear fraccionamientos cerrados que acentúan la fragmentación y segregación urbana.

Al respecto, Luis Enrique Zavala, de El Colegio de la Frontera Norte, refirió que la segregación y fragmentación urbana “puede crear zonas de origen de la delincuencia y zonas de victimización”, a lo que se suman “las deficiencias de la compleja red de vialidades y el deterioro del transporte urbano, lo cual dificulta las actividades cotidianas de los habitantes".

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