MÉXICO, D.F. (apro).- Un equipo de científicos de la UNAM descifró el “misterio” del hundimiento de la cuenca y los incendios que se registran desde hace más de 30 años en el subsuelo en el Valle del Potosí, ubicado a 90 kilómetros de Monterrey.
Dirigidos por Priyadarsi Debajyoti Roy, del Instituto de Geología (IGL) de la UNAM, los científicos documentaban la historia del cambio climático en zonas áridas mexicanas en la zona y se pusieron a observar la combustión con exhalaciones de humo desde el subsuelo, un fenómeno único en el país y sin explicación hasta hace unos meses.
La cuenca registra hundimiento en una zona con una superficie estimada en 18 kilómetros cuadrados y tampoco se sabía por qué.
Tras excavar trincheras y analizar sedimentos, el equipo concluyó que ambos fenómenos son provocados por la combustión de grandes depósitos de turba, es decir, sedimentos ricos en materia orgánica descompuesta, producto de la acumulación y fosilización de residuos vegetales por miles de años.
La falta de interés científico había convertido el problema en un misterio para los pobladores del Valle del Potosí, quienes resienten los efectos de la aridez de sus tierras y de la inhalación de sustancias tóxicas.
De acuerdo con el académico, la turba, que tiene un grosor de un metro, se formó entre 19 mil y 12 mil años atrás en la cuenca que entonces era un lago profundo, con un ambiente cálido y húmedo y vegetación densa.
Se encontraba saturada de agua por estar situada debajo del nivel freático. Desde hace 12 mil años y hasta hace tres décadas, se depositó limo y limo-arena calcárea en un lago somero o seco por periodos largos, lo que formó grietas superficiales, explica Debajyoti Roy.
En las décadas recientes la explotación sin control de agua subterránea en un ambiente seco y cálido, sin recarga de acuíferos, propició la caída del nivel freático por debajo de los depósitos de turba.
Aunado a ello, la sequía y la propagación del fuego durante alguna actividad antropogénica, por ejemplo la preparación de tierra para sembrar, y el flujo de oxígeno a través de las cárcavas, provocaron la combustión de las capas de turba, ricas en materia orgánica.
“Al consumirse, propician una reducción de volumen en el subsuelo y provocan los hundimientos registrados”, afirma el académico de la UNAM.
Los humos de los incendios que se generan contienen óxidos y dióxidos de carbono, nitrógeno y azufre, lo que aumenta la concentración de gases de efecto invernadero en la zona, emisiones contaminantes y de partículas tóxicas, advirtió.
Tras descifrar el “misterio” Debajyoti Roy señala que en los próximos días presentarán los resultados de su investigación en carteles accesibles a la población y autoridades del Valle del Potosí.
“Les recomendaremos prohibir la quema de tierras para sembrar, sellar las fisuras que facilitan el flujo de oxígeno al subsuelo y una política para reducir la extracción de agua en las zonas áridas para mantener el nivel freático de la cuenca por encima de las capas de turba”, detalla.
También les sugerirán promover cultivos que no requieran grandes volúmenes del líquido o técnicas y tecnología para maximizar el recurso.
El académico de la UNAM afirma que es necesario ampliar la investigación en éste y otros lugares con características similares para evitar desastres.
Actualmente trabaja en la reconstrucción de los periodos de sequía y desertificación y su relación con la variación en la precipitación en San Luis Potosí, Zacatecas, Durango, Chihuahua, Baja California, Nuevo León y Tamaulipas.
Los fenómenos climáticos están registrados en los sedimentos de los terrenos y los científicos tienen registros de hasta 80 mil años. Los cambios en la vegetación, la mineralogía y la química del suelo revelan la condición climática.
A escala mundial hay trabajos que analizan el fenómeno en Estados Unidos, España, Reino Unido, Italia e Indonesia.
En México no existían y las personas carecían de información.