El expresidente Rafael Correa propone 'ir a elecciones anticipadas” en Ecuador

sábado, 19 de octubre de 2019 · 11:42

Rafael Correa, expresidente de Ecuador y quien ahora vive exiliado en Bélgica, habla en exclusiva con Proceso sobre los acontecimientos más recientes en su país, donde el actual mandatario, Lenín Moreno (a quien tacha de criminal), encabeza una “deriva autoritaria” y quien, señala, ha desatado una represión sin precedente en una democracia. Y la solución que propone el exmandatario es radical: unas “elecciones anticipadas”.

CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- Frente a la crisis que enfrenta la nación sudamericana, Rafael Correa (presidente entre 2007 y 2017) apunta: “En Ecuador hay una salida claramente establecida por la Constitución”. Esa salida consiste en convocar a elecciones anticipadamente para hacer frente a una crisis social y política desatada por un gobierno que “traicionó” el mandato de las urnas.

Correa aclara cuál ha sido su papel y el de sus seguidores en las manifestaciones, rechaza haber promovido cualquier acto violento y hace referencia al rol de México, que ha otorgado asilo a varios militantes de la “Revolución Ciudadana”, hoy objeto de persecución política.

En entrevista exclusiva para Proceso, Correa denuncia la injerencia de Estados Unidos en la región, el uso político de la justicia en Ecuador (nación ahora gobernada por Lenín Moreno) y otros países de la zona, y contrasta la situación por la que atraviesa su país con la Venezuela de Nicolás Maduro.

Moreno, “cabeza de playa” de EU

–Ecuador está inmerso en un nuevo periodo de inestabilidad política que nos hace recordar esos años en los que caían presidentes a cada rato. ¿Estamos volviendo a esas épocas?

–Sí, aunque con una diferencia: hoy existe una gran inestabilidad social y económica que no se traduce en una inestabilidad política, porque tanto los grupos de poder que apoyan al gobierno como Estados Unidos buscan mantener a Moreno a sangre y fuego, a pesar de ser un presidente inexistente que encabeza un gobierno en estado vegetativo.

“Lenín Moreno ha sido la cabeza de playa de Estados Unidos en América del Sur en cuestiones como la destrucción de Unasur, el proceso de integración más importante de nuestra historia. También cuando se trata de atacar a Venezuela, de darles una base militar en Galápagos (contra lo establecido por la Constitución), al entregar a Julian Assange y, por sobre todas las cosas, al apresar a los correístas.”

–¿Usted ve hoy una mano de Estados Unidos en otros países de América Latina, más allá de Ecuador?

–Sí. Hoy más que nunca hay una necesidad feroz de intervención. Basta ver lo que están haciendo con Venezuela, donde existe un bloqueo criminal. El sector público venezolano no puede hacer una sola operación financiera porque le han bloqueado todas sus cuentas, bonos y activos. La injerencia de Estados Unidos ha perdido todo recato y es hoy más evidente que nunca.

–¿En qué sentido se puede afirmar que en Ecuador hay un retroceso democrático?

–La democracia no sólo se rompe con un golpe de Estado, sino también cuando un proyecto político que gana una elección se tira a la basura, como ocurrió con Moreno en 2017. En Ecuador tenemos un presidente corrompido que se ha entregado a los grupos de poder para aplicar el proyecto neoliberal exactamente contrario al que ganó en las urnas.

–¿Qué le parece la postura de la OEA? Luis Almagro ha expresado su respaldo al gobierno de Moreno y dijo que éste debe concluir su periodo...

–¿Por qué debería concluirlo si es un criminal? Es un presidente que traicionó el plan de gobierno, quebró la democracia, ha roto al menos cinco veces el estado de derecho y está reprimiendo. ¿Por qué debería seguir en su puesto si la Constitución contempla una salida?

“Para resolver ese tipo de conflictos la Constitución de 2008 estableció, en sus artículos 130 y 148, la posibilidad de anticipar elecciones. Esa es la solución para lograr la tan ansiada estabilidad social y económica.

“La OEA nunca ha hablado de la brutal represión, a pesar de que mi generación no recuerda algo así en democracia. El gobierno de Moreno declaró un estado de excepción en todo el país, lo cual elimina todas las garantías constitucionales. Pueden allanar tu casa sin orden judicial, intervenir correspondencia y prohibir reuniones; incluso declararon un toque de queda que sólo se había visto en tiempos de dictadura.

“¿Y los ocho muertos? ¿Y los mil 300 heridos? ¿Y los mil 200 detenidos? ¿Y la persecución que están emprendiendo contra los correístas? De esto no hablan la OEA ni la prensa internacional. Sólo dicen que Maduro y yo estamos financiando la protesta y que infiltramos grupos vandálicos…”

–¿Cómo ve las reacciones de los gobiernos latinoamericanos?

–No se ha evaluado la situación de Ecuador en función de principios o de valores, sino de conveniencias. El Grupo de Lima apoyó a Moreno, pese a que los excesos del gobierno son incontestables. Pese a su atentado contra el estado de derecho y al hecho de que hace rato rompió la democracia, no pasa nada. Aquí hay una solución constitucional clara, pero no la quieren utilizar porque le temen a la verdadera democracia.

–A usted le convendría que cayera este gobierno, ¿no es cierto?

–Que caiga democráticamente. Yo fui el primero en decir que en Ecuador hay una salida claramente establecida por la Constitución. Ahí se establece que frente a graves crisis políticas o conmoción social se pueden anticipar elecciones. La respuesta a este problema es democracia.

–¿Usted quisiera volver a ser presidente?

–No. Yo quisiera recuperar a mi patria. Yo no importo. Yo quería retirarme de la política, ¿por qué cree que me vine a vivir a Bélgica? Tengo 29 juicios penales. Ni Al Capone, Pinochet y El Chapo Guzmán juntos tienen tantos. Es una evidente persecución. Necesitamos recuperar la patria, ese proceso tan hermoso que asombró al mundo entre 2007 y 2017 y que fue desbaratado por la traición, la ineptitud, la corrupción y la mediocridad. Lenín Moreno es un impostor experto, el más grande farsante de nuestra era. Su cinismo no tiene límites.

–¿Cuál ha sido el papel de sus simpatizantes dentro de las protestas?

–La Revolución Ciudadana participó en las protestas, pero lo hizo siempre de forma pacífica. Ahora resulta que tenemos tal capacidad de movilización que manejamos todas las protestas, y tenemos tal poder económico que hemos financiado grupos vandálicos y una serie de tonterías más.

–Se ha dicho que las protestas han resultado especialmente violentas. La quema de la antena de un canal de televisión, el intento de incendiar un periódico... ¿Quién tendría interés en quemar la Contraloría, como ocurrió?

–Vea lo que ocurrió en Alemania en 1933, cuando comenzaba el régimen nazi. Para declararse dictador y exterminar a los comunistas y a la izquierda, Hitler mandó incendiar el Reichstag, capturó a los comunistas, los hizo confesar y acabó por fusilarlos a los seis meses. 60 años después la justicia alemana los liberó de todos los cargos, tras demostrar que había sido una farsa. Lo de la quema de la Contraloría y esos episodios que usted menciona son sólo un déjà vu.

“Lo que nos atribuyen en relación a la Contraloría es muy infantil. Dicen que somos tan corruptos que queríamos eliminar todos los vestigios de nuestra corrupción. Eso es una tontería, porque esos casos ya están en la fiscalía y porque –aunque se pudiera encontrar el cajón y quemar todos los expedientes– esas cosas están respaldadas digitalmente. Son idioteces que atentan contra la inteligencia.”

–¿Hubo exceso de violencia entre los manifestantes?

–Desde luego, pero la tónica de la mayoría de las manifestaciones de nuestros hermanos indígenas no fue, en su mayoría, violenta. Hay grupos indígenas que son muy violentos, pero nada comparable con la brutal represión que se dio. En estos casos también se generan saqueos por parte de bandas delincuenciales que operan en los cinturones de miseria alrededor de las ciudades y aprovechan los momentos en que la fuerza pública está concentrada en otras labores. Son bandas delincuenciales fruto de la exclusión y la miseria.

“En cualquier caso, gran parte de la violencia fue una respuesta a las fuerzas policiales y militares que atropellaron manifestantes, los pateaban en el piso y hasta dispararon balas de goma a la cara de un hombre atravesándole un ojo y matándolo. Llegaron incluso a perseguir a los manifestantes en los puentes, hasta hacerlos caer.

“La gente se indignó con la prensa porque mientras pasaba todo eso los medios transmitían dibujos animados y otras variedades, ocultando por completo los excesos del gobierno. Teleamazonas –propiedad de uno de los banqueros más ricos del país y descarado cómplice del gobierno– decía que eran los manifestantes quienes estaban atacando, cuando eran ellos quienes estaban siendo reprimidos.”

–¿Qué está pasando en este momento en Ecuador? El gobierno entabló negociaciones con la Conaie (Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador). Retiró el decreto 883, que eliminaba el subsidio a los combustibles. Pareciera que la situación se está normalizando, ¿es así o se trata de una falsa percepción?

–Ecuador está en picada. Después de los crímenes que cometieron, decir que todo el problema se resuelve con derogar un decreto es absurdo. Esa gente debería estar siendo juzgada.

–La embajada de México fue vandalizada recientemente. Nuestro gobierno presentó una nota de protesta. Aparecieron pintas en las paredes... ¿Tendrá esto que ver con el papel que ha tomado México?

–Por supuesto. Hay una molestia de las élites que, al ver que su títere se caía, se pusieron del lado del gobierno como nunca. Como México ha tenido una posición muy clara de respeto a los derechos humanos, respetando esa tradición tan hermosa, ha acogido primero al excanciller Ricardo Patiño, un histórico de la Revolución Ciudadana. A él le sacaron una orden de aprehensión por un discurso en una reunión partidista en la que llamó a ejercer una resistencia pacífica. Lo acusaron de instigar a la violencia y le giraron orden de aprehensión.

“La embajada de México ha acogido también a otros siete compañeros nuestros a quienes han culpado de violencia provocada y vandalismo inducido. Los persiguen con el pretexto de que ha habido financiamiento del exterior y se ha intentado un golpe de Estado. Todo esto hace que México sea un blanco de grupos fascistas que quieren masacrar al correísmo y cualquier proceso de cambio en América Latina. Seguramente son ellos quienes vandalizaron la embajada.”

El “lawfare”

–Usted ha manifestado ser un perseguido político. En otros países de América Latina también se habla hoy de un uso político de la justicia. Cada vez se denuncia más la presencia de estrategias de lawfare en la región. Ahí están los casos de Brasil o Argentina. ¿También ahí ve la mano del gobierno de Estados Unidos?

–Sí. Las cosas en América Latina no ocurren por casualidad. No fue por azar que en los setenta se instauraron dictaduras militares criminales. Eso fue una política concertada a través de políticas represivas, como el Plan Cóndor. Las estrategias de lawfare que vemos hoy son como el Plan Cóndor II. Estados Unidos tiene infiltrados en nuestros sistemas de justicia. Hay cantidad de jueces y fiscales que frecuentemente se van a preparar a Estados Unidos o acuden a escuelas o seminarios organizados y financiados allá.

“Si en los setenta se mataba y se ­desaparecía a las personas, hoy se matan reputaciones y se roba la libertad. Claro, es menos duro porque no hay un daño físico, entre comillas. Sin embargo, la estrategia puede ser más eficaz. Cuando te inventan pruebas y testigos falsos, y repiten todos los días que eres un ladrón y vives rey en Bélgica, hasta los más grandes militantes empiezan a dudar de ti. La prensa cree que en la repetición está la demostración. En realidad no pueden demostrar nada, porque todas las acusaciones contra mí son falsas.”

–¿Qué papel juega la prensa en todo ­esto?

–El lawfare tiene dos patas: una de ellas es el linchamiento mediático. Aunque no presenten una sola prueba, después de seis meses de decirte ladrón la gente termina por creer que es verdad. Aplican la técnica de Goebbels de repetir una mentira mil veces para que se convierta en verdad. La otra es la presión política, los jueces cooptados por la presión mediática y el poder de Estados Unidos.

“Como no nos pueden vencer en las urnas, tratan de derrotarnos de esta manera; destruyendo nuestra reputación y robando nuestra libertad, como le hicieron a Lula. En Brasil no sólo le robaron la libertad a Lula, le robaron la democracia al país. Pese a no tener una sentencia firme, no le permitieron participar como candidato. Si él hubiera podido competir, hoy sería el presidente de Brasil en lugar del fascista Jair Bolsonaro.

“La prensa en América Latina siempre ha estado en manos de las élites. Esa prensa es nuestra mayor opositora. La prensa está para defender el statu quo.”

–Usted acusa a Moreno de traicionar a la Revolución Ciudadana y el mandato de las urnas, pero me parece que hay más que eso, hay también una dificultad de la propia Alianza País de procesar adecuadamente la sucesión y elegir a un candidato que estuviera más de acuerdo con sus principios. ¿Falló ahí el partido?

–Creo que está usted en un error. Había muchos cuadros. Nosotros no tomamos una decisión equivocada, el tipo nos engañó. Yo soy profesor de economía para la toma de decisiones. Decidimos en función de la información que se tenía en ese momento. Hace dos años y medio yo revisé lo qué hacía Moreno. Era el más revolucionario de todos, para él yo era el mejor presidente de la historia, la Revolución Ciudadana era una leyenda. Cuando vivía Chávez le hacía reverencia. Ahora él cree que el socialismo del siglo XXI está lleno de ladrones, que la Revolución Ciudadana es un fracaso completo y que todos hemos sido corruptos.

“¿Dónde habrá estado esos 10 años de gobierno? Moreno fue seis años vicepresidente, cuatro años delegado ante la ONU para personas con discapacidad y 10, vicepresidente de Alianza País. Estamos hablando de un farsante profesional. Tal vez lo cooptaron en el camino o lo chantajearon por corrupto. Tal vez los gringos descubrieron eso antes que nosotros y lo chantajearon. Hay muchas hipótesis.”

–¿No hay una autocrítica de su parte, presidente?

–¿En qué sentido?

–Me parece que la Alianza País y el proceso de la Revolución Ciudadana se volvió muy dependiente de un liderazgo y que no supo plantearse a tiempo y adecuadamente la sucesión. Me cuesta pensar que un hombre con su inteligencia se deje engañar por un “farsante profesional”, como usted le llama.

–Bueno, lo voy a desilusionar, pero yo fui totalmente engañado, al igual que 90% de Alianza País. Yo podía imponer. Mi candidato de preferencia era Jorge Glas, el vicepresidente, pero era más difícil que ganara y me hubiera creado un gran conflicto con el partido. Sabíamos que Moreno no tenía las cualidades presidenciales de Glas, pero era mejor candidato.

“Hoy pueden hablar de liderazgo, caudillismo, pero éramos un movimiento democrático, 90% de la gente por lo menos, apoyaba la candidatura de Moreno. Incluso formamos muchos cuadros… lo que pasa es que ahora se sataniza el liderazgo. Los liderazgos son buenos, son deseables, eso no quiere decir que no formamos otros líderes, hay muchísimos, pero la mayor parte de la gente apoyaba a Moreno.”

–Yo no satanizo los liderazgos. Mencionaba esto porque en México la autoproclamada Cuarta Transformación y el partido de López Obrador, Morena, son muy dependientes de su figura, con lo que no está garantizada la continuidad del proyecto. ¿Qué lecciones podríamos aprender sobre lo que ha pasado en Ecuador?

–Nuestro proceso fue muy especial. Chávez llegó a Venezuela después de cinco o seis años; formó el Movimiento V República, tuvieron tiempo de prepararse. Evo Morales viene de una tradición centenaria de los movimientos sociales en Bolivia. Algo similar ocurre con el peronismo en Argentina, que tiene 70 años de vigencia y una fuerza enorme. Por eso es que no está presa Cristina Kirchner. De otra manera quién sabe lo que le hubiera pasado.

“En Ecuador las cosas fueron distintas: Alianza País nació y creció con el poder. En abril de 2006 creamos el partido y en enero de 2007 llegamos al poder. En ese contexto fue inevitable tener mucha gente que no era leal a una visión o a un proyecto político, sino al poder.”

–Estuve en Ecuador el año pasado. Buscaba libros sobre la Revolución Ciudadana y encontré muchos publicados recientemente, la mayor parte contrarios a su gobierno. Me llamó la atención que no hubieran salido antes. ¿No había un clima de libertades, no se atrevían a publicar o a qué atribuye esto?

–Luego los esconden en las librerías… Muchos de esos negocios están contra nosotros y por eso no sacan nuestros libros. Se han hecho cosas muy ridículas para sembrar odio.

–¿Por qué lo odian? Yo tengo la hipótesis que a usted le gusta un poco la provocación y usted mismo ha motivado algo de eso.

–Probablemente. Cada quien tiene su personalidad, pero no sé dónde esté eso tipificado como delito. Los falsos testimonios, la persecución y la violencia que ha habido contra nosotros sí son delitos. A mí me pueden criticar el ser provocador, pero ¿a Evo Morales también? ¿Y a Lula da Silva? El denominador común entre Lula, Cristina, Evo Morales y a quien le hablas no es nuestro temperamento, es que somos enemigos de clase de la oligarquía.

“Somos peligros reales para el sistema y rompimos ese pacto por medio del cual las élites dominan y los dominados aceptan esa dominación como algo normal. Ese pacto donde los pobres aceptan tener las peores escuelas públicas porque así siempre ha sido y así debe ser. Nosotros rompimos esos esquemas y por eso somos vistos como un peligro. No nos engañemos, no es que yo sea simpático o antipático, temperamental o no, es que somos el enemigo de clase de esa élite.”

Contrastes con Venezuela

–¿Usted ve una deriva autoritaria en Ecuador similar a la que se ha vivido en Venezuela durante los últimos años?

–No estoy de acuerdo con que en Venezuela exista una deriva autoritaria. Venezuela está bajo ataque y tiene una economía de guerra. ¿Qué mayor agresión que las sanciones económicas que constituyen una verdadera agresión? La derecha venezolana es muy violenta. En Ecuador la situación es distinta. Allí hay un recurrente atentado contra los derechos humanos y la Constitución. Por lo menos hubo cuatro rupturas constitucionales en Ecuador, empezando por la inconstitucional destitución del vicepresidente electo.

–Veo claramente la deriva autoritaria en Ecuador, pero me llama la atención que usted no la vea en Venezuela. ¿Diría usted que en ese país no se ha debilitado la institucionalidad democrática?

–No sé si usted esté enterado, pero en los últimos meses ha habido tres elecciones en Venezuela para elegir autoridades municipales, gobernadores y asambleas constituyentes en las que ha ganado Nicolás Maduro con gran participación.

“Es difícil evaluar la democracia en Venezuela con los parámetros de un país desarrollado, porque existen otras formas de presión y condicionamiento. Venezuela es un país bajo asedio, donde trataron de matar al presidente de la república con drones, donde ha habido graves actos de violencia y un boicot económico tremendo.

“En Ecuador no ha habido nada de eso. Si lo que acaba de pasar en Ecuador hubiera pasado en Venezuela, ya estaría en todos los titulares de los medios del mundo entero. Sin embargo, como se trata de Ecuador y contra la izquierda, entonces no pasa casi nada. Así funciona la doble moral internacional.

–¿Usted no ve un cuadro grave de violaciones a los derechos humanos en ­Venezuela?

–No. Leopoldo López, por ejemplo, indujo la violencia y por eso murieron decenas de personas. Alguien tiene que ser responsable por esas muertes. Como en este caso se trata de un opositor se dice que es un preso político, cuando en realidad es un político preso, hay que precisar las cosas.

–Lo veo cansado, tenso y preocupado. ¿De que se ocupa en estos días? ¿Cómo sigue y participa desde Bruselas de lo que sucede en Ecuador?

–Cómo no estaría cansado, tenso y preocupado cuando veo que están metiendo presos a mis compañeros y están destrozando a la patria, cuando veo esa represión brutal. Han sido unas últimas semanas muy intensas desde que empezó la crisis. Yo hubiera querido que mi actividad central fuera escribir. El problema es que cada día me despierto para ver qué nuevo juicio me habrán puesto. Gasto mucho tiempo en contestar las infamias, traducir documentos, atender los juicios o hablar con abogados. En las últimas dos semanas no he escrito ni una letra porque he estado dedicado a tratar de apoyar a mis compañeros en esta grave crisis o, como dice Moreno, he estado “ocupado dirigiendo las protestas y el vandalismo” (ríe). Esta entrevista se publica en la edición 2242 de la revista Proceso que empezará a circular el 20 de octubre de 2019

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