En dos décadas se han normalizado las malas condiciones de trabajo, señala académica de la UNAM

martes, 30 de abril de 2019 · 19:22
CIUDAD DE MÉXICO (apro).- Los trastornos psicosomáticos, emocionales y físicos son consecuencia de malas condiciones laborales, según un estudio de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Erika Villavicencio-Ayub, coordinadora e investigadora de psicología organizacional de la facultad de Psicología (FP), señaló que “en los últimos 20 años se han normalizado las malas condiciones de trabajo y el impacto en la salud es, en muchos casos, irreversible”. Algunos de esos trastornos son: Mala alimentación, afecciones gastrointestinales; incremento de consumo de café, alcohol, tabaco; dolores musculares; migrañas; resfriados frecuentes; insomnio; enfermedades mentales como depresión, ansiedad y neurosis; ausentismo; relaciones interpersonales distantes; incremento de conflictos familiares, incluido el divorcio. Además, expresó, los trastornos psicosomáticos, emocionales, comportamentales y físicos como el síndrome burnout (desgaste), tecnoestrés y adicción al trabajo, además del acoso laboral, evidencian esta situación en México. Con base en datos de la OCDWE, dijo que 43% de los mexicanos padece estrés laboral, lo que lo convierte en el país con mayores índices a nivel global; además, los empleados mexicanos son los que más número de horas trabajan a la semana, pero con los menores índices de productividad. La experta universitaria agregó que las principales razones para ello son las jornadas inflexibles y prolongadas de hasta 55 horas a la semana; los trayectos a la oficina de cerca de dos horas, sobrecarga de tareas, condiciones laborales inadecuadas como iluminación, espacio, equipo, clima laboral negativo; jefes con liderazgo deficiente, acoso laboral o mobbing, e incapacidad para manejar los conflictos. Derivado de sus estudios y con base en diversas estadísticas de los últimos años, Villavicencio-Ayub, informó que 35% de los mexicanos son considerados adictos al trabajo (principalmente los empleados de 29 a 48 años de edad) y 85% de las empresas recompensan este trastorno, confundiéndolo con compromiso y efectividad laboral. Asimismo, subrayó que la adicción se vuelve más común por el uso inadaptado de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC), pues al estar conectados mediante dispositivos móviles, correo electrónico y redes sociales la mayor parte del día, incluso de noche, fines de semana, vacaciones, y aún enfermos, incrementa entre cinco y 20 las horas de trabajo a la semana. Ello hace surgir nuevas adicciones: al WhatsApp, la tecnoadicción, la infoxicación y el tecnoestrés, que empiezan a ser preocupantes por el acelerado crecimiento de las TIC. “En nuestros estudios encontramos que el tiempo dedicado a estas aplicaciones, mentir sobre cuánto se usan, presentar alucinaciones o vibración fantasma (creer que se reciben notificaciones cuando no es así) y el síndrome de abstinencia si no se tiene acceso al wifi o se acaba la batería, afectan las horas de sueño, el cuidado personal, la alimentación y relaciones interpersonales.”, alertó la especialista. Y advirtió que esta situación se agrava cuando el individuo se aísla, baja su desempeño laboral y no consigue limitar su uso. En ese mismo sentido, la universitaria resaltó los altos índices del síndrome burnout, dijo, afecta a 40% de los mexicanos. Este padecimiento produce síntomas de agotamiento físico y emocional, indiferencia ante los clientes o compañeros de trabajo, insatisfacción personal y frustración, así como casos –ya reportados– de Karoshi (muerte por infarto al miocardio derivada de la sobrecarga laboral). En cuanto al acoso laboral o mobbing, aseguró que, de acuerdo a sus estudios, 62% manifestó haberlo sufrido en algún momento, principalmente por parte de sus jefes (60%). Otro de estos trastornos, aseveró, es el presentismo, que implica estar en el centro laboral sin ser productivo, y, agregó, en uno de cada tres casos este trastorno se debe a problemas de salud que imposibilitan a las personas a desempeñarse de manera adecuada; es decir, acuden enfermos física o psicológicamente al trabajo a falta de opciones para justificar sus ausencias. Además, una tercera parte pierde el tiempo viendo páginas de Internet no relacionadas con sus tareas, en chats con amigos, encuentros casuales de pasillo, salir a fumar con los colegas o piden permiso para atender actividades personales. “Siete de cada 10 personas se conectan a Internet en equipos de oficina, y nueve de cada 10 en sus dispositivos personales; la tecnología y sus distractores provocan que el tiempo productivo de los trabajadores se reduzca en un 40%”, explicó. La también académica universitaria manifestó que lo anterior evidencia que la “fórmula empresarial” ha fallado y tiene afectaciones graves en la calidad de vida de los trabajadores, lo que representa una baja en la productividad, además, “alguien estresado tiene mayor probabilidad de renunciar”. [caption id="attachment_581959" align="alignnone" width="702"]La “fórmula empresarial” ha fallado y tiene afectaciones graves en la calidad de vida de los trabajadores, señaló la académica Erika Villavicencio-Ayub. Foto. Cortesía UNAM La “fórmula empresarial” ha fallado y tiene afectaciones graves en la calidad de vida de los trabajadores, señaló la académica Erika Villavicencio-Ayub. Foto. Cortesía UNAM[/caption] Por ello, aseguró, la calidad y bienestar laboral no están garantizadas, así que “los involucrados esperamos ver los primeros resultados de la entrada en vigor de la NOM-035 de factores psicosociales”, lo que puede ser el camino para promover espacios organizacionales favorables. Pero, advirtió, que esta debe ir más allá de su cumplimiento, pues ocho de cada 10 empresas se desarrollan con una cultura laboral tóxica y no atienden de raíz la verdadera responsabilidad que tienen con sus empleados. Finalmente, señaló que un cambio de paradigma donde se acepte que el estrés no es igual a productividad, es indispensable. “Las empresas deben invertir en áreas estratégicas para gestionar a su talento, en capacitación de buen nivel, en la implementación de políticas que aseguren condiciones libres de violencia laboral, protocolos de no discriminación y evaluaciones de desempeño objetivas”, concluyó.

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