Lo detienen por beber cerveza en la vía pública y luego aparece muerto

martes, 17 de junio de 2014 · 14:21
MONTERREY, N.L., (apro).- Eustacio se asomó del taller de tapicería donde trabajaba, en la colonia Josefa Zozaya, municipio de Guadalupe, y vio a Hilario El Greñas, que destapaba una cerveza en el exterior de un depósito, al otro lado de la calle. El tapicero cambió de acera y cuando le dio el primer trago a la bebida, apareció una unidad de la policía de ese municipio. Los uniformados detuvieron a Eustacio y a El Greñas por beber en la vía pública. Era la mañana del 31 de julio del 2013, según relatan familiares. Los agentes dijeron que estaban ahí porque habían recibido la notificación de que vecinos vieron en los alrededores a hombres armados. Los dos hombres fueron llevados a la demarcación central de la policía. Hilario Damián Antonio cumplió un arresto administrativo de 24 horas. Eustacio Sorola Hernández fue enviado a la Cruz Verde en la noche, porque presentó convulsiones. Eso fue lo que dijo personal de barandilla a los familiares, quienes ya no volvieron a verlo con vida. El 15 de agosto fue encontrado su cadáver a la orilla del río La Silla, de ese municipio. El cuerpo estaba en los puros huesos. Se lo comieron las alimañas. La necropsia señala que murió por una contusión que le hundió el cráneo. La lesión fue provocada, y no producto de una caída, dijeron los forenses. A casi un año de ese suceso, los familiares demandan justicia. No les han explicado cómo se convulsionó Eustacio, en qué condiciones lo llevaron a la Cruz Verde, por qué hay contradicciones en los horarios en los que, aparentemente, fue dado de alta en el puesto de auxilio y cómo es que su cuerpo apareció a varios kilómetros de la clínica. En suma, quieren saber quién lo mató. Convulsiones tras las rejas María Inés Sorola Hernández llamaba Tacho a su hermano, quien al fallecer tenía 59 años. Estaba separado y era padre de tres hijos mayores. Entrevistada en su casa, la mujer encuentra inconsistencias en los registros de la policía municipal de Guadalupe, y en las instancias médicas que atendieron a su hermano en la clínica municipal. Los policías José Payán y Secundino Treviño, a bordo de la patrulla 148, detuvieron a Tacho y a El Greñas en la colonia Josefa Zozaya segundo sector, colonia conocida como Zozayita, y los llevaron a la comandancia. El hecho era un arresto administrativo. La remisión quedó registrada a las 11:09 de la mañana de los hechos. María Inés fue a buscar a su hermano por la noche a los separos de la demarcación municipal, en la colonia Zaragoza, de Guadalupe. Pero no lo encontró. El detenido había necesitado atención médica. Un reporte de la Dirección de Policía Preventiva señala que a las 01:40 horas del jueves 1 de agosto Eustacio sufrió en las celdas convulsiones. Llegó por él la unidad 44 de la Cruz Verde de Guadalupe, y lo atendieron los paramédicos Rolando Villa y Rodolfo Flores, quienes pidieron que el detenido fuera liberado, para ser trasladado al puesto de auxilio. El juez calificador accedió y, según el parte oficial, Eustacio fue puesto en libertad para que recibiera atención médica. Sin embargo, el reporte del área de Urgencias de la Cruz Verde guadalupense, indica que la hora de ingreso fue las 01:10. El dictamen señala un posible cuadro de deshidratación. Otro oficio de la Secretaría de Bienestar Social y Desarrollo Comunitario de Guadalupe indica que Eustacio fue ingresado a las 00:35 horas a la Cruz Verde por “un cuadro de deshidratación”. Fue atendido por la doctora Juana María Hernández. El oficio dice que fue dado de alta a las 01:05 de ese 1 de agosto. La hermana del ahora fallecido considera que no hay explicación lógica que una la deshidratación con las convulsiones y los desfases de horario de los reportes. No hubo grabaciones en la clínica municipal, porque el ministerio Público las solicitó cinco días después de los hechos, tiempo en el que se conservan los materiales videograbados, según argumentó el personal del centro de socorro. Similar respuesta proporcionó la secretaría de Seguridad de Guadalupe. La unidad donde se hizo el arresto no tenía funcionando su sistema de monitoreo GPS, porque estaba “en proceso de actualización” y no registraba sus trayectos. Por las inconsistencias de los horarios reportados, María Inés sospecha que los oficios fueron elaborados en fechas posteriores, sólo para justificar que hubo registro de los hechos. Señala que esa noche los familiares fueron a la demarcación policiaca, de donde los enviaron a la Cruz Verde. En el centro de emergencias los médicos explicaron que el hombre había sido tratado y que decidió irse por su propio pie a casa. Sin embargo, fueron encontrados en la banqueta de la clínica, en la parte exterior del inmueble, los guaraches que portaba Eustacio. Inexplicablemente se los había quitado antes de retirarse. El 2 de agosto los hijos fueron por las pertenencias de Eustacio a la barandilla. Les entregaron la cartera, pero sin la credencial de elector. Ese día, acudieron al Ministerio Público a presentar una denuncia por la desaparición de Tacho. Fue abierta el acta circunstanciada 213/2013-I-1. María Inés recuerda que denunciaron el hecho en los medios de comunicación que causaron revuelo. El 8 de agosto el secretario de Seguridad Pública, Enrique Sanmiguel, los llamó a su oficina. La mujer dice que el funcionario estaba muy molesto. Incluso, refiere que les pidió su credencial de elector y le sacó copias. Ella considera que lo hizo para intimidarlos. Amenazó con catear sus casas y los presionó para que firmaran una carta en la que eximían a la policía municipal de responsabilidades en el caso de la desaparición de Eustacio. La hermana dice que a diario monitoreaban los periódicos, para saber si habían sido encontrados muertos sin identificar. Varias veces fueron al servicio Médico Forense, llamados por el Ministerio Público, quien les pedían reconocer cadáveres que llegaban. Pero no correspondían al del extraviado. Fueron días de tensión y desgaste. El 15 de agosto fue encontrado un cadáver en el río La Silla, a la altura de la colonia Hacienda Los Lermas. Al día siguiente les avisaron del hallazgo. Puros huesos La identificación se hizo mediante comparación de los perfiles genéticos. El perito en medicina forense, Hilario Ayala Moreno, determinó que la causa de la muerte fue contusión profunda de cráneo. Expuso el especialista: “Aclarando que bajo el estudio, experiencia y experticia laboral del deponente, y ante las dimensiones de la lesión que abarca el cráneo del cuerpo que se hace referencia y la afectación intercraneal, es decir la profunda de la lesión, además que se encontraron hematomas en diferentes partes del cráneo, así como en su región mala, y mandibular izquierdo, se puede determinar que dichas lesiones fueron provocadas”. El 23 de agosto el alcalde priista César Garza y el secretario de seguridad, coronel Enrique Alberto Sanmiguel Sánchez, convocaron a una rueda de prensa para dar una versión de los hechos. Dijeron que el detenido había sido encausado debidamente a la Cruz Verde, por lo que ya no fue responsabilidad de la policía lo que le pudo ocurrir después. Los familiares encuentran inexplicable cómo es que Tacho pudo trasladarse unos 7 kilómetros desde la Cruz Verde hasta el sitio donde fue encontrado muerto, sin llevar puesto calzado. Además se preguntan para qué acudió hasta el sitio donde lo hallaron. Preguntan quién querría matarlo, pues no llevaba objetos de valor que pudieran despertar la codicia de un asaltante. Sobres las causas del fallecimiento María Inés no quiere especular. Supone que algo debió ocurrirle a su hermano mientras estuvo encerrado. Todo indica a que la lesión se la provocó ahí, pero no puede asegurarlo. La policía guadalupense dice que no hay grabaciones disponibles para verificar los hechos. Sin embargo, como demostraron las pruebas forenses, a su hermano lo asesinaron. Lo que quieren, ahora, es que se haga justicia y sean procesados los responsables. Esteban Romero, vocero de la policía de Guadalupe, dijo, en entrevista que, el caso ya se encuentra en manos de la Procuraduría Estatal pues, en lo que a la corporación concierne, ya fue todo debidamente aclarado. El Ayuntamiento ya demostró que ninguno de sus policías estuvo implicado en el hecho, dijo.

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