Morena: Partido y movimiento
MÉXICO, D.F. (apro).- Salvo el tono cordial y hasta nostálgico, desprovisto de reproches y amarguras --“estamos a mano y en paz”--, no hay ninguna sorpresa en la separación de Andrés Manuel López Obrador del Partido de la Revolución Democrática (PRD): Se anunció hace un año, exactamente el 2 de octubre.
Ese día, emblemático en la historia de México por la matanza de estudiantes en Tlatelolco en 1968, se registró como asociación civil el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) y se convocó también a su primer congreso nacional para el 20 de noviembre de 2012.
En este espacio lo apuntamos al día siguiente: “El registro Morena como asociación civil, este domingo 2 de octubre, tiene un significado insoslayable: Pase lo que pase en la elección presidencial, en la que no es seguro que sea candidato, López Obrador dispondrá de una estructura partidaria sin el sabotaje interno que supone su coexistencia con el perredismo.
“La convocatoria al primer congreso nacional de Morena, en noviembre de 2012, un mes antes del fin del desastroso gobierno de Felipe Calderón, marcará, aunque aún no se acepte, la ruptura plena de López Obrador con el PRD, cuyo proyecto de izquierda se corrompió por los contubernios de Los Chuchos, la facción que domina la estructura burocrática.
“La elección presidencial, entonces, es un acontecimiento clave para Morena, pero no es su razón de ser, porque --sostienen sus participantes-- aun en la hipótesis de que López Obrador gane la candidatura y aun la Presidencia de la República, el proyecto en el que participan más de 4 millones 100 mil mexicanos va más allá.”
Un año de distancia, lograda la candidatura y con 16 millones de votos que sus enemigos jamás imaginaron que conquistaría, pese a todo el aparato volcado a favor del priista Enrique Peña Nieto, López Obrador formaliza la creación de Morena como partido político, pero se propone que sea, al mismo tiempo, un movimiento que defienda causas sociales.
El modelo partido-movimiento ya lo aplicó López Obrador en el PRD en Tabasco, siendo su presidente y dos veces candidato a gobernador, y cuando lo presidió a nivel nacional (1996-1999), el periodo en el que obtuvo la mayor votación en su historia en elecciones intermedias, en 1997, y desplazó al tercer lugar al PAN de Felipe Calderón, como en las elecciones de este año.
En Tabasco movilizó a sus simpatizantes no sólo en época electoral, sino para demandar, por ejemplo, solución a Pemex por los derrames de hidrocarburos en campos agrícolas, y como presidente nacional del PRD implementó diversas acciones para evitar que el multimillonario quebranto bancario mediante el Fobaproa fuera pagado por los mexicanos, que el PAN solapó.
Como en Tabasco, en el PRD nacional y luego como candidato a la Presidencia, los fines de López Obrador son los mismos, como se describen en los ”fundamentos” de Morena:
Por la revolución de las conciencias y un pensamiento crítico y solidario; contra la corrupción y por una ética republicana; contra el autoritarismo y por la democracia al servicio del pueblo y de la nación; contra el entreguismo y por la defensa de la soberanía nacional; por una nación pluricultural y el respeto a los pueblos indígenas; por la democratización y el acceso a los medios de comunicación masiva; por un nuevo modelo económico; contra la desigualdad y por los derechos sociales; contra la violencia y por el respeto a los derechos humanos; contra la depredación de los recursos naturales y por un medio ambiente sano.
En los Estatutos de Morena, cuyo proyecto se conoció ayer, tampoco hay ambigüedades en sus fundamentos, como el uso de los derechos de expresión, asociación, manifestación y rechazo a las arbitrariedades del poder, garantizados por la Constitución.
Por ejemplo, se establece que a los integrantes de Morena “no los moverá la ambición al dinero ni el poder para beneficio propio”, “buscarán siempre causas más elevadas que sus propios intereses, por legítimos que sean”, porque “el poder sólo tiene sentido y se convierte en virtud cuando se pone al servicio de los demás”.
Puntualiza: “En Morena no se permitirá ninguno de los vicios de la política actual: el influyentismo, el amiguismo, el nepotismo, el patrimonialismo, el clientelismo, la perpetuación en los cargos, el uso de recursos para imponer o manipular la voluntad de otros, la corrupción y el entreguismo.”
En los Estatutos subraya que “en Morena la participación será libre e individual, sin corporativismos de ninguna índole. No se reconocerán facciones, corrientes o grupos”, y “quedarán excluidos aquéllos a quienes se prueben actos de corrupción, violación a los derechos humanos y sociales o actividades delictivas”.
Algo muy claro para Peña, el PAN y el mismo PRD: “Los miembros de Morena no se subordinarán ni buscarán alianzas con representantes del régimen actual y de sus partidos, a partir de la presunta necesidad de llegar a acuerdos o negociaciones políticas pragmáticas, de conveniencia para grupos de interés o de poder”.
Uno de los problemas del partido al que convoca López Obrador es que puede depender de la voluntad de un solo individuo, él o su grupo más cercano, y que se suprima el disenso.
Qué hacer: “En Morena se rechazará la práctica de la denostación o calumnia pública entre miembros o dirigentes de nuestra organización, prácticas que suelen ser inducidas o auspiciadas por nuestros adversarios con el propósito de debilitarnos o desprestigiarnos. Si existe causa fundada o motivada de señalamiento de faltas graves deberá acudirse a las comisiones de honestidad y justicia estatal o nacional, las que resolverán lo que corresponda”.
Aun con su liderazgo, que enfada hasta la patología a la derecha y a un sector de la izquierda, López Obrador --con cuyo alejamiento el PRD entra en una agonía-- sólo ofrece a los integrantes de Morena más sacrificios que fortuna, una suerte de militantes franciscanos.
Mientras logra el registro, y por tanto las prerrogativas oficiales, no contará con los recursos económicos que le proveyeron el Partido del Trabajo (PT) y los legisladores afines, ni gozará de tiempos en radio y televisión, además de un extenuante trabajo de organización desde una sección hasta el comité nacional.
Morena, sin embargo, no comienza de cero: Desde que se constituyó, en 2010, suma casi 5 millones de afiliados, más de 2 mil 217 comités municipales y 37 mil 453 seccionales, integrados por 179 mil dirigentes, cifras que se deben tomar con reserva porque --como ilustran las elecciones del Estado de México y las federales-- no fueron capaces de vigilar un porcentaje significativo de casillas.
Con todo, puede anticiparse que, por lo menos en las elecciones de 2015, será exitoso por dos razones: Por el partido-movimiento que inicia y, sobre todo, porque nadie ha sido capaz de arrebatarle las banderas que ondea.
¿No el que prometió que lo rebasaría “por la izquierda” fabricó 12 millones de nuevos pobres y sumió al país en la violencia y la inseguridad?
Apuntes
Contra los vaticinios, que lo ubicaban llamando a la rebelión, López Obrador dio ayer también dos noticias a Peña Nieto, una buena y una mala: La primera es que podrá tomar posesión de la Presidencia de la República sin ningún problema --apenas protestas testimoniales en las plazas públicas-- y la segunda es que lo tendrá como su opositor más tenaz…
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