Equipos mixtos

domingo, 23 de marzo de 2014 · 01:53
MÉXICO, D.F. (Proceso).- En la Unión Europea (UE) la Gender in Science Organization es un proyecto dirigido a mejorar la excelencia de la ciencia europea a través de la inclusión de la dimensión de género en el proceso de investigación y del conocimiento científico. En noviembre de 2011 la UE realizó la Primera Cumbre Europea de Género, auspiciada por la presidencia del Consejo de Europa, el Programa de Ciencia y Sociedad de la Comisión Europea, el Science and Technology Options Assesment del Parlamento Europeo, la Fundación Europea para la Ciencia, y varias instituciones, como la Agencia Sueca para la Educación Superior y el Consejo de Investigación de Noruega. Al final de la Cumbre todas ellas, reunidas en Euroscience, elaboraron las Recomendaciones para la acción sobre la dimensión de género en la ciencia. Destaco algunos de los señalamientos más relevantes de dichas Recomendaciones: “Queda claro que el tiempo por sí solo no resuelve la infra-representación de las mujeres en el liderazgo científico y de investigación”. “Se necesitan medidas específicas para apoyar las carreras científicas de las mujeres, y para abordar los factores de género en el proceso de investigación”. “Las investigaciones recientes han demostrado que la inteligencia colectiva que se encuentra en grupos de personas que cooperan se extiende más allá de las habilidades cognitivas de los integrantes individuales de un grupo”. “La tendencia a cooperar de manera eficaz está relacionada con el número de mujeres en el grupo”. Sí, una de las conclusiones principales es que cuando los equipos son mixtos se incrementa la inteligencia colectiva y hay mejores resultados. Por eso una recomendación enfatizada de esa Cumbre Europea de Ciencia es el “equilibrio” entre mujeres y hombres, o sea, la paridad, pues mejora la eficacia y la dinámica de trabajo. Esta propuesta respecto a la importancia de trabajar en equipos mixtos se inscribe en la tendencia actual de producción de conocimiento vía modos colectivos de investigación, donde grupos de investigadores trabajan juntos y durante años para desarrollar proyectos innovadores. La innovación se ha convertido en una aspiración no sólo científica sino también política, pues se le visualiza como la producción de nuevo conocimiento, la combinación del conocimiento existente de maneras distintas a lo usual y, sobre todo, la transformación del conocimiento en procesos significativos para la sociedad. De ahí que Daniel Innerarity, un filósofo vasco, señale que la función más importante del conocimiento consiste en convertirse en el dispositivo más poderoso a la hora de configurar un espacio democrático de vida común entre los seres humanos. Innerarity sostiene que “el conocimiento, más que un medio para saber, es un instrumento para convivir”. Tiene razón, pues el conocimiento disipa mistificaciones e ignorancias reconfortantes y permite una comprensión más lúcida de los mecanismos que rigen las dominaciones y las sumisiones producidas por el sistema social. Por ejemplo, gracias al conocimiento ya ha sido posible comprender que las diferencias socioeconómicas y políticas entre mujeres y hombres no provienen de la diferencia anatómica, sino de los usos y costumbres –el género– que se han desarrollado a lo largo del tiempo. El conocimiento es clave para la organización de la vida social, porque aclara lo que hay que hacer y sobre quién tiene la responsabilidad de hacerlo. El proceso por el cual una demanda social pasa a ser considerada un problema público requiere que no solamente las personas afectadas se movilicen sino que todo mundo comparta la comprensión sobre dicha situación. Y como hay problemas sociales que viven específicamente las mujeres, y otros que viven los varones, de ahí la importancia de los equipos mixtos. También el conocimiento permite entender que la paridad en los equipos que toman las decisiones es una estrategia de acción y un modo de razonamiento para alcanzar una sociedad más justa. Por eso es indispensable debatir sobre la importancia que tiene el hecho de que sea paritaria la conformación de los equipos que gobiernan tanto las instituciones públicas como las privadas. Ahora bien, mientras en Europa la paridad es un tema que se implementa no sólo en relación con la conformación de instancias de gobierno, sino incluso con la composición de los consejos de administración de las empresas privadas, en nuestro país la paridad es una figura retórica que brilla por su ausencia en las cúpulas de toma de decisiones, como la del Pacto por México, la de la Conferencia Nacional de Gobernadores (Conago) y las de las cámaras empresariales. La especie humana está compuesta mitad por mujeres y mitad por hombres. La sobrerrepresentación de varones en los espacios de toma de decisiones de todo tipo (políticas, económicas, culturales, etc.) no favorece ni la innovación ni el avance democrático. Somos una sociedad mixta, y los equipos en todos los ámbitos relevantes de la toma de decisiones y de la representación política también deben serlo, pues esa es una vía para construir un sistema menos desigual e injusto que el actual. El objetivo de compartir la toma de decisiones entre mujeres y hombres conlleva el desafío de impulsar comportamientos colectivos más libres y solidarios, más democráticos y modernos. Miremos cómo esto ha ocurrido en otros países.

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