Olga Pellicer

Ucrania: pocas esperanzas de que termine la guerra

La guerra prolongada en Ucrania constituye, sin lugar a dudas, una de las amenazas más serias para el futuro de la paz en el mundo. Terminarla, sin embargo, permanece en puntos suspensivos.
domingo, 3 de marzo de 2024 · 07:00

Han transcurrido dos años desde que Rusia invadió Ucrania desencadenando una de las guerras más letales y con mayores consecuencias para la paz mundial. Desde los primeros momentos diversas voces se han alzado para buscar los caminos para la paz. Sin embargo, ésta parece cada vez más difícil de alcanzar. 

Lejos de avizorarse un final, diversos elementos se combinan para prolongar el conflicto que, entre otras consecuencias, está obligando a repensar y reconstruir los mecanismos creados desde finales de la Segunda Guerra Mundial para el mantenimiento de la paz. 

El primer obstáculo para avanzar hacia la paz es la presencia de un autócrata convencido de la posibilidad de reescribir la historia y devolver a Rusia el dominio que ejerció en el inmenso territorio de lo que fue la Unión Soviética.  

Las acciones y la narrativa de Putin ponen en evidencia los objetivos y los motivos que lo inspiran. Sus avances están muy lejos de obtener lo que pretende. Empero, lo que sí ha logrado, es resistir en buena medida el desmoronamiento de la economía rusa pese a las duras sanciones económicas que se le han impuesto; mantener el dominio sobre la población, pese al malestar indudable que provoca participar en una guerra en que muchos van a encontrar la muerte y pocos creen que se obtengan beneficios; finalmente, ha mantenido a raya la ofensiva ucraniana, que, con enorme valentía, encabeza el presidente Zelensky, cuyo heroísmo no puede, por sí sólo, hacer frente a la acción militar rusa.

Zelensky. Resistencia. Foto: AP/Evgeniy Maloletka 

La guerra de Ucrania no puede verse aislada del papel que desempeña la OTAN y las relaciones que se dan entre el mundo occidental y otros poderes del llamado Sur Global y China. De allí que algunas reflexiones sean necesarias sobre las debilidades que atraviesa la OTAN, así como las perspectivas tan inciertas sobre el orden internacional que surgiría al finalizar la guerra de Ucrania, si ello se logra antes de que la utilización de armas nucleares produzca un caos insuperable.

Los grandes cambios que han ocurrido en la OTAN desde que empezó la guerra de Ucrania son conocidos. Pese a la influencia de tales cambios, la organización no logra superar su principal desafío: por una parte, la dependencia económica de Estados Unidos y, por la otra, las vicisitudes al interior de este país que repercuten severamente sobre la capacidad de acción y la legitimidad misma de la organización. 

Sin duda hay un esfuerzo por elevar los gastos de defensa en países tan importantes como Alemania. Pero las cifras palidecen cuando se comparan con la contribución estadunidense. El armamento que solicita Zelensky sólo lo puede proporcionar Estados Unidos. Es una guerra que, desde el punto de vista del acceso a armamento, se pierde o se gana a partir de lo que decida ese país.

Ahora bien, pocos episodios ilustran tan bien el grado en que los problemas internos de Estados Unidos impactan en su política exterior, como es el fracaso de la negociación para un acuerdo bipartidista que resolviera el envío de la tan necesitada ayuda militar a Ucrania. 

En efecto, la decisión del partido republicano de bloquear ese acuerdo para no beneficiar a su opositor demócrata, el presidente Biden, en la lucha electoral que se está librando, deja claro dos puntos: Estados Unidos ha colocado en segundo término su papel como líder del mundo occidental y, segundo, si Trump gana las elecciones, la ayuda a Ucrania disminuirá hasta casi desaparecer. 

OTAN. Ambivalencia. Foto: @ndc.nato.int/Facebook

Con tales antecedentes, el comportamiento de la OTAN es ambivalente y despierta escepticismo respecto del papel que desempeñará en el enfrentamiento con Rusia y el futuro de Ucrania. La reciente reunión de seguridad celebrada en Múnich fue buena ocasión para observar la dirección que están tomando los acontecimientos.  

En lo que concierne a Ucrania le preocupación central sigue siendo cuándo y qué proporción tendrá la ayuda militar que está solicitando. No obstante, la preocupación ucraniana va más allá: ¿se hará realidad la promesa de integrar a Ucrania a la OTAN? 

La pregunta anterior es pertinente porque permite ver el panorama a largo plazo. Se trata, por lo pronto, de avanzar en el enfrentamiento con Rusia. Pero cuáles son las perspectivas de este país en el futuro. Sin ser parte de la OTAN su seguridad es muy incierta.

En reuniones anteriores, la pertenencia de Ucrania a la OTAN se ha quedado en pronunciamientos generales que ponen por delante muy complicados procesos de admisión, el cual requiere de la unanimidad de todos los estados miembro. Nada sugiere que haya voluntad política para prescindir de tales requisitos. 

En ese contexto, son interesantes las revelaciones sobre el interés de algunos ucranianos en recuperar su capacidad de tener armas nucleares. Así lo expresan en conversaciones citadas en The Washington Post, (23/02/2024).  Cabe recordar que Ucrania era uno de los Estados miembro de la URSS que tenía las instalaciones nucleares más importantes. Renunció a ellas en el Memorándum de 1994, firmado en Budapest, a cambo de la seguridad que le ofrecía Rusia que, sin embargo, la invadió.

Ante la posibilidad de que el peligro nuclear adquiera nuevas dimensiones, el futuro de la seguridad ucraniana se vuelve una preocupación más urgente, obligando a tomar conciencia del riesgo que todo ello representa. No es por lo tanto trivial el constante interés de países del Sur Global, como Brasil o Sudáfrica, por colocar en el centro de la agenda internacional la búsqueda de acercamientos para iniciar negociaciones de paz en Ucrania. 

Trump. Peligro para la ayuda a Ucrania. Foto: AP/Chris Carlson

Desafortunadamente, no hay indicaciones de que los involucrados más directamente en el conflicto crean que es el momento de tales negociaciones. La guerra prolongada en Ucrania constituye, sin lugar a dudas, una de las amenazas más serias para el futuro de la paz en el mundo. Terminarla, sin embargo, permanece en puntos suspensivos.

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