Antes de que fueran identificados los autores del atentado del 15 de abril en la maratón de Boston, en Estados Unidos se desató una suerte de psicosis en las redes sociales y en los portales de internet que evidenció dos graves fenómenos: el escaso rigor periodístico de numerosos medios y agencias estadunidenses –que criminalizaron a inocentes en su afán de dar una primicia– y la xenofobia que sigue enquistada en la sociedad estadunidense.
MÉXICO, D.F. (Proceso).- En aras de ser los primeros en dar la noticia sobre los responsables del atentado del pasado 15 de abril en la maratón de Boston –con saldo de tres muertos y 264 heridos–, algunos medios estadunidenses ofrecieron información falsa y señalaron como “sospechosas” a personas que en realidad no lo eran.
A las 14:50 horas del 15 de abril las cámaras de televisión apuntaban a la línea de llegada de los participantes de esa carrera cuando estallaron las bombas. Momentos después las televisoras repetían una y otra vez imágenes en cámara lenta de atletas y espectadores arrollados por la onda de choque de las explosiones. Los comentaristas deportivos que transmitían en vivo no sabían qué decir. Ninguno se arriesgaba a usar la palabra “atentado” hasta que las autoridades lo confirmaran.
A las 16:12 un incendio en la Biblioteca John F. Kennedy de Boston avivó las especulaciones. La cadena de televisión CNN afirmó que había sido causado por otra bomba. Pero no. Fue una coincidencia: El incendio no tenía relación con lo ocurrido en la maratón.
Según The Wall Street Journal la policía “pensó” que habían encontrado cinco bombas adicionales. Resultó falso.
The New York Post –tabloide que forma parte de News Corporation, grupo del magnate de los medios Rupert Murdoch– publicó por la tarde que había 12 muertos. La información era infundada. La policía de Boston comunicó a las 21:00 que habían fallecido tres personas.
Bajo presión, las asociaciones musulmanas censuraron con firmeza el atentado. Nihad Awad, director del Consejo de Relaciones Americano-Islámicas, declaró que “los musulmanes de Estados Unidos, como todos los ciudadanos del país, condenan de la manera más fuerte los ataques cobardes de hoy”.
Era fundado el temor de la comunidad musulmana ante el riesgo de que uno de sus miembros fuera señalado como responsable del atentado. Khaled Beydoum, profesor en la Universidad de California, Los Ángeles, en entrevista con la cadena de televisión Al-Jazeera imploró: “Ojalá no sea musulmán”.
Pero Glenn Beck, quién conduce un programa en la cadena conservadora Fox News –también parte del imperio Murdoch– vociferó: “Ningún ciudadano estadunidense mata al azar; es una escena del Medio Oriente, no una escena que se produce en Estados Unidos. Cuando nuestros locos se pasan, atacan al gobierno, no en calles atascadas (de personas)”.
“Matémoslos a todos”, escribió el columnista Erik Rush en un twit que luego borró. Se refería a los musulmanes.
Lugar y hora equivocados
Al igual que centenares de personas a su alrededor, Abdulrahman Ali Alharbi, saudita de 22 años que estudia en Boston, corrió lleno de pánico. Tenía quemaduras y heridas provocadas por los clavos y pedazos de metal contenidos en las ollas de presión que sirvieron como bombas. Fue llevado a un hospital donde la policía lo interrogó en calidad de testigo. Luego revisaron su casa.
Citando una “fuente policial” –la misma que “corroboró” que fallecieron 12 personas– The New York Post anunció a las 16:28 horas que las autoridades habían detenido a un “sospechoso saudita”. El Departamento de Policía de Boston (BPD) desmintió la versión a las 17:00 horas.
La cadena NBC informó a las 17:39 que el “posible sospechoso” estaba “detenido” en el hospital. Edgard Davis, vocero del BPD desmintió otra vez.
Pero John Miller, corresponsal de la cadena CBS News reportó en Twitter a las 18:28: “Un individuo está detenido; un ciudadano saudita”.
Pese a que las autoridades negaron que hubiesen identificado a un sospechoso, blogs y portales en internet, como Theblaze, insistieron en que la policía no descartó tener “sospechosos potenciales” (Sic).
Un día después –el 16 de abril– circularon en la red fotografías de Alharbi, el saudita hospitalizado. Habían sido tomadas de su cuenta en Facebook. En una de las fotos aparece con el ghutra y el thawb (prendas tradicionales de Arabia Saudita) y llevando una pistola de oro. Ello generó histéricos comentarios racistas. Por ejemplo, un usuario con el seudónimo de MHI afirmó: “Son los jodidos musulmanes los que están atrás de esto, y los jodidos sauditas en particular. #bostonmarathon”.
Pese a los comunicados de la policía que negaban la detención de algún sospechoso, Steve King, representante republicano por Iowa, declaró en el National Review Online que al comprobarse el origen saudita del terrorista, llamaría a cancelar la reforma migratoria en Estados Unidos.
Un equipo de Fox News siguió a los policías durante la inspección en la vivienda de Alharbi. El compañero de departamento del estudiante saudita se sorprendió ante la presencia de los policías en su casa. Fue objeto de un interrogatorio de los agentes... y de los periodistas.
“Ahora, ¡déjenme ir a la escuela!”, suplicó al productor de televisión que lo acosaba con preguntas sobre si su amigo era o no un asesino.
A las 11:39 de ese 16 de abril, un comunicado oficial de la BPD indicó que durante el atentado Alharbi simplemente se encontraba “en el lugar y a la hora equivocados”, como habían estado los otros 263 heridos. El “sospechoso saudita” nunca lo fue, siempre tuvo el estatus de “testigo”.
El 17 de abril la policía seguía revisando una a una las imágenes de las diferentes cámaras de vigilancia. John King, conductor de la cadena CNN, comentó al aire: “Me enteré de que lograron identificar al sospechoso. Y me dijeron –quiero ser muy cuidadoso respecto a esto porque la gente se vuelve muy sensible cuando uno dice estas cosas–, me dijo una de estas fuentes policiales que el sospechoso es un hombre de piel oscura”.
Más tarde las pantallas de los televisores que transmitían a CNN en vivo colocaron letreros que reproducían “la noticia” difundida por King: “Último minuto: arresto en el caso de bombas”. Abajo desfilaba de derecha a izquierda: “Exclusiva de CNN”. La cadena garantizó en un comunicado que gozaba de tres fuentes diferentes que le daban seguridad para anunciar el arresto de un sospechoso de piel oscura.
Varios medios y agencias, como Associated Press, Fox News o The Boston Globe divulgaron también esta información, la cual fue a su vez retomada por numerosos portales de internet. La policía desmintió posteriormente la información.
“Fue una carrera para ser el primero” en dar la noticia, comenta Douglas Rush- koff, profesor de cultura virtual en la Universidad de Nueva York y columnista en la revista Times sobre asuntos de medios de comunicación.
En entrevista con Proceso el especialista explica que para un periodista de televisión “es muy frustrante quedarse parado con cámaras enfrente y no tener nada nuevo qué decir. Por eso los periodistas aceptaron cualquier noticia que pudieron obtener”. Pero advierte que, en un medio comercial, la necesidad de tener audiencia puede orillar a que el periodista cometa errores en los juicios que emite.
Y es que, señala, durante los cinco días que transcurrieron entre el atentado y la identificación de los presuntos responsables –los hermanos de origen checheno Tamerlan y Dzhokhar Tsarnaev– conductores de televisión y reporteros no pudieron establecer un principio y un fin de la historia, sólo les importaba “el momento”. Y “eso puede desorientar: Ya no lograron explicar el evento a su audiencia”
Irresponsabilidades
Salah Barhoum tiene 17 años, es atleta y cursa la preparatoria en la ciudad de Revere, Massachusetts. Acudió a Boston con su entrenador para presenciar la maratón. Se fue cuando vio los primeros corredores pasar la línea de meta, dos horas antes de que explotaran las bombas.
La noche del 17 de abril un amigo le habló por teléfono para advertirle que en la plataforma Reddit unos usuarios lo identificaron en fotos que difundió el FBI. Lo exhortó a acudir con la policía. Barhoum lo hizo a la 1:30 de la madrugada y salió de la comisaría 20 minutos después. Los policías le aconsejaron “borrar su cuenta de Facebook”.
A la mañana siguiente The New York Post publicó en primera plana una foto de dos jóvenes que observaban la maratón. Se puede ver el rostro de uno de ellos: el de Barhoum, que llevaba una mochila azul. En enormes caracteres, el titular: “Hombres con mochila” y una descripción: “Federales buscan a estos dos, fotografiados durante la maratón de Boston”.
Varios portales publicaron la nota, entre ellos The Smoking Gun, en el que aparecen el nombre de Barhoum y su historia, acompañados de sus fotos bajadas de la red.
“Muchas personas llevaban una mochila, no era el único ¿Por qué yo?”, preguntó el adolescente ante periodistas que lo entrevistaron ese 18 de abril. “Lo único que miraron fue mi color de piel, y como soy marroquí la tengo un poco oscura”. Y afirmó sentir vergüenza al caminar por la calle ya que la gente le apuntaba con el dedo y decía “¡Hey! es el tipo de las noticias”.
The New York Post no pidió disculpas. Al contrario, Col Adams, su editor en jefe, afirmó el 18 de abril en un comunicado que mantenía su decisión de publicar las fotos. “Recibimos la imagen por un correo electrónico de la policía ayer por la tarde. Buscaban informaciones sobre el hombre, tal como lo reportamos en nuestra historia. Nunca los identificamos como sospechosos”.
En un twit enviado el 20 de abril Murdoch dijo que sus medios retiraron las imágenes cada vez que lo pedía el FBI. No obstante, ¿cómo quitarlas de la primera plana de un periódico impreso?
“Sospechoso 1, sospechoso 2”
A las 17:00 horas del 18 de abril el FBI difundió las fotografías de dos personas que traían gorras. Las nombró “sospechoso 1” y “sospechoso 2”. Pedía ayuda a los ciudadanos para identificarlos pero exhortaba a no acercarse a ellos.
Usuarios de la red recibieron el mensaje. Centenares de ellos se movilizaron en Twitter y en la plataforma Reddit para realizar sus propias investigaciones. Muchos utilizaron Broadcastify, un programa de escaneo que capta y digitaliza las frecuencias de radiocomunicación de la policía. Luego éstas pueden compartirse de manera similar a un podcast. El uso de este programa es legal.
Una adolescente vio las fotos del FBI y en Reddit juró que reconocía a un compañero suyo de la Universidad de Brown que había desaparecido: Sunil Tripathi.
Fragmento del reportaje que se publica en la edición 1905 de la revista Proceso, actualmente en circulación.