Hell & Heaven 2014: cuando el metal dejó de asustar

lunes, 27 de octubre de 2014 · 10:27
MÉXICO, D.F., (proceso.com.mx).- En un mediodía despejado y caluroso, el Autódromo Hermanos Rodríguez aún reciente en varios puntos las fuertes lluvias del último mes, las mismas que entorpecieron el Corona Capital celebrado en el mismo recinto hace dos semanas. Este día 25 se efectúa el Hell & Heaven 2014 y, para más de un asistente, el clima benigno parece un gesto compensatorio por los descalabros sufridos en la realización del festival: aún recuerdan cómo en marzo de este año el evento fue cancelado por el gobierno del Estado de México, medida que fue tomada por algunos como un acto persecutorio hacia la comunidad metalera. Dicha opinión tiene al menos una base histórica: durante décadas el metal en México fue un género marginal y estigmatizado. Sin embargo, la mala imagen se ha revertido: si antes muchos padres prohibían a sus hijos escuchar a Kiss, hoy familias enteras han venido a presenciar el show de la legendaria agrupación. Además de las chamarras de cuero y las playeras negras, el entusiasmo es una fuerte señal de identidad ante un cartel irreprochable que, además de Kiss, tendría a la cabeza a grupos como Venom, padres del death metal, y Korn, agrupación líder del numetal. Sin embargo, ver a grupos de ese nivel a veces requiere un sacrificio de igual magnitud: eso lo sabe bien Gustavo, estudiante de preparatoria, quien trabajó durante meses lavando automóviles para asistir al concierto: “Junté lo del boleto hace un mes y luego me di cuenta de que no tendría dinero para el mero día. Ya sabes: la playera, la cerveza, el regreso. Todo cuesta. Tuve que trabajar otro mes”. Por su parte, el sacrificio de Katerina y Yessenia radicó en las distancias: vinieron desde Guanajuato a ver a Rob Zombie y Korn. Su queja radica en la centralización de este tipo de espectáculos: “Es mucho gasto y mucho cansancio tener que ir a Guadalajara o a México para ver esta clase de conciertos". Son casi las 15:30 y Maligno, una banda regiomontana, acaba de finalizar su presentación en el Heaven Stage, uno de los dos escenarios principales. Con ejecuciones sobresalientes y riffs poderosos, Maligno, junto a otras bandas como Pressive y Naurum, será fácilmente recordada como una de las mejores actuaciones por parte de mexicanos en este festival. No muy lejos del escenario, Eduardo y Bernardo compran cerveza con una tranquilidad propia de veteranos. Escuchaban a Kiss en una época en que un festival de la magnitud del Heaven & Hell era inconcebible en México: “De por sí era difícil conseguir los discos; ahora imagina ir un concierto de U.D.O.” Para ellos el festival tiene un aura de justicia por la marginación del metal en décadas pasadas. De ahí que su sorpresa no fuera tan grande ante la cancelación del Hell & Heaven en Texcoco:“Más que mala leche hubo ignorancia (de parte del gobierno del Estado de México)". En el mismo tenor se encuentra la opinión de Rosa Elena. Su hija Aída, maquillada como Eric Singer de Kiss, revela a quiénes vienen a ver: “Es su regalo de cumpleaños; ya cumplió seis”, dice sonriente. Además de Kiss, quiere ver a Korn y a Venom y, dice, en ningún momento se ha sentido insegura. Muy por el contrario, está conforme con la organización: “Traigo a mi hija porque sé a lo que vengo; los que no saben son los políticos de allá.” Sin embargo, no sólo los que compraron boleto disfrutan del festival: Transmetal toca en el True Metal Stage mientras Salvador vende tacos de canasta a escasos metros de los fans. Despacha al mismo tiempo que sigue con el pie derecho el ritmo del bombo. Ya tiene experiencia mezclando placer y trabajo: “Del Vive Latino me gustó mucho Julieta Venegas y de hoy sí me gustaría mucho ver a Kiss. Vengo a trabajar pero puedo ver tantito.” Por su parte, Mariano atiende los sábados un puesto de playeras en el tianguis del Chopo, y entre semana regenta otro puesto de playeras en el mercado de Pino Suárez. Por invitación de los organizadores, muchos vendedores del mercado del Chopo han traído mercancía al festival, saben que su presencia en el Hell & Heaven es, ante todo, un reconocimiento a su lucha y su trayectoria como nodo cultural. Con veinte años en el negocio, Mariano ha presenciado un cambio significativo en la escena y Hell & Heaven es la prueba indiscutible: “En mis tiempos ya estaba Rock en tu Idioma, pero era otra cosa. No esperabas ver grupos extranjeros en México y menos uno de metal. Más que nada por la gente que se espantaba de ver a los metaleros, siempre piensan mal de uno.” Este cambio por supuesto ha afectado al mercado del Chopo que, si bien ahora es un espacio más popular e incluyente, ha perdido cierto sentido de comunidad: “En cierta forma me agradan estos cambios, pero se está muriendo lo que antes era el Chopo, como con los intercambios de discos; se está perdiendo un sentido cultural.” Si a media tarde grupos como Angra y Annihilator dejaron más que satisfechos a los fans del power metal y del trash en el Heaven y en el Hell Stage, desde las ocho de la noche el numetal y el hard rock se adueñarían de los escenarios principales. En medio de una decoración que rememora viejas películas de terror, Rob Zombie despliega riffs crudos y sintetizadores que bien podrían ambientar una película de vampiros. No en vano hace diez años incursionó en el cine de terror con House of 1000 Corpses. Eso lo saben muy bien sus fans, muchos de los cuales se disfrazaron como si el Halloween se hubiera adelantado una semana. Con esa mezcla de teatralidad y horror vintage era natural que, junto con una magnifica interpretación de “More Human than Human”, uno de los mejores momentos de su presentación fue cuando se colocó una máscara de Blue Demon. Muy diferente sería el show de Korn: en un escenario sobrio, el grupo californiano tocó una buena parte de sus más grandes éxitos como “Got the Life”, “Frak on a Leash y “Blind”,la cual fue presentada con un emotivo discurso de parte de Jonathan Davis. Aunque llena de furia, fue una noche de nostalgia: a lado de un slam por momentos tibio, era común escuchar a los fans recordando lo que hacían o dónde estaban cuando canciones como “Falling Away From Me” inundaban MTV. Esto se hizo patente cuando Fred Durst, vocalista de Limp Bizkit, presentó “Nookie” bajo la consigna de rockear “como si fuera 1999”. Sorpresiva e involuntariamente, el momento político de la noche vino por parte de Limp Bizkit cuando interpretó “Killing in the Name of”, canción original de Rage Against the Machine. Para muchos asistentes fue un justo homenaje al grupo fundador del rapmetal. Sin embargo, muchos otros fans no dudaron en relacionar esa canción, cuya letra habla de la represión policiaca, con la reciente masacre de Iguala. Para finalizar su show, mientras Wes Borland demostraba ser un guitarrista impecable e imaginativo, Fred Durst subió al escenario a una docena de personas, directamente del público, para que cantaran con él “Breaking Stuff”. Hacia las once de la noche, de los cinco escenarios, sólo el Hell Stage sigue activo. En ese momento salta al escenario Kiss con un show de primer nivel donde no fala la pirotecnia, la acrobacia y altas dosis de hard rock. Mientras muchos comprueban por primera vez por qué el grupo neoyorkino es una leyenda, muchos otros disfrutan, como si no hubiera pasado el tiempo, éxitos como “Rock and Roll all Nite” y “Shout it Out Loud”. Con Gene Simmons levitando hacia una plataforma arriba del escenario y con Paul Stanley volando hacia una torre en medio del público, es fácil coincidir en que el show de Kiss es uno de los más memorables que se hayan visto en los últimos años en el país. Sin embargo, a pesar del genial espectáculo de Kiss, el cansancio y el frío se hacían notorios, de ahí que no hubieran grandes quejas entre el público cuando el grupo neoyorkino finalizó su presentación media hora antes de lo programado. Con sus defectos, como el magro sonido del New Blood Stage, y con sus virtudes, como la elección del cartel y la sorpresiva funcionalidad de dos escenarios gemelos (el Hell Stage y el Heaven Stage), esta edición del Hell & Heaven será recordada por el slam de Annihilator, la presentación de Venom, las acrobacias de Kiss, y por Wes Borland y Rob Zombie tocando y cantando entre el público. En el momento en que los asistentes abandonan el Autódromo Hermanos Rodríguez, al cansancio de una larga jornada se añade una sola cosa: la esperanza de que el próximo año el festival crezca aún más, como la furia de un buen slam.

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