Los huesos de Cervantes: Sí, pero todavía no...

domingo, 29 de marzo de 2015 · 12:12
Ha sido una ardua y larga tarea la de los especialistas españoles comandados por el profesor Francisco Etxeberría para identificar los restos del Manco de Lepanto en la iglesia de las Trinitarias de Madrid. Al fin esta semana dieron su resultado: los vestigios atribuibles al escritor son varios huesos de brazos y cadera y una mandíbula que registra caídas de piezas dentales, algo que coincide con la descripción que de sí mismo hizo. Pero es imposible practicar pruebas de ADN. El contexto dice sí, pero la ciencia no. Ya se planea una nueva etapa de investigación. MADRID (Proceso).- El profesor Francisco Etxeberría suele decir a sus allegados: “Cuando hay poco hueso, es mejor hablar poco”. Este reputado antropólogo forense de origen vasco, director del proyecto de búsqueda de los restos del escritor Miguel de Cervantes Saavedra, recurre a ese principio de su especialidad cuando en una búsqueda su equipo enfrenta dificultades para cubrir todos los protocolos científicos planeados al inicio de un proyecto. Y la búsqueda de los restos mortales del autor de El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha no estuvo ajena a vicisitudes. No obstante, la noticia del hallazgo de los restos del más célebre de los novelistas hispanos, que hizo público el martes 17, dio la vuelta al mundo y se convirtió en un hito. Fue Etxeberría quien encabezó la conferencia de prensa donde se difundió que el nicho encontrado en la iglesia de las Trinitarias, en el Barrio de las Letras, en pleno centro de esta ciudad, sí contiene restos óseos de Cervantes. “En definitiva, a la vista de toda la información generada desde el punto de vista histórico, arqueológico y antropológico es posible considerar que en la reducción (de huesos) localizada en el suelo de la cripta de la actual iglesia de las Trinitarias, se encuentran algunos pertenecientes a Miguel de Cervantes.” “Son muchas las coincidencias y no hay discrepancias”, dijo con el respaldo de los trabajos, por casi un año, de los 36 expertos involucrados. Con fama de ejercer gran rigor científico, Etxeberría aclaró que, aun con ese respaldo, “no podemos hacer una verificación matemática” de los restos de Cervantes, “expresada en términos de certeza absoluta, como puede darse a través de la herramienta del estudios de ADN, que puede expresarse con esa precisión matemática. Es algo que no hemos podido resolver y por eso somos prudentes, pero estamos muy ilusionados”. Colaborador de Naciones Unidas y el Comité Internacional de la Cruz Roja, ha colaborado en la búsqueda de datos de los restos de tres ilustres chilenos: En 2009 encabezó el equipo que exhumó y estudio los del cantautor Víctor Jara, torturado y asesinado por la dictadura de Augusto Pinochet; dos años después formó parte de la investigación de los del expresidente Salvador Allende, del cual concluyó que se suicidó durante el golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973; y en 2013 participó en la exhumación del poeta Pablo Neruda. Este experto examinó en el 2000, en la provincia de León, la primera fosa común con 13 víctimas de la Guerra Civil Española. Todos los miembros del equipo, explicó, están convencidos de que “tenemos entre esos fragmentos algo de Cervantes, no obstante no lo puedo decir con certeza absoluta”. Estamos en el límite, dijo, “si tuviéramos una descendencia podríamos hacer una pedigrí de Cervantes, aún podríamos hacer unos intentos. Pero no sabiendo ni siquiera si la muestra que tenemos delante va a rendir para hacer una extracción suficiente de ADN para tener un perfil suficiente para hacer un cotejo y comparación”. El equipo interdisciplinario encontró en el mes de enero un nicho que contenía una tabla con las iniciales M.C., en el que encontraron los restos mortales de diecisiete personas, además de otros enterramientos. El historiador Fernando de Prado, quien desarrolló toda la investigación documental, advirtió al equipo que no había certeza de que las iniciales fueran de Miguel de Cervantes, porque las normas de ortografía se establecieron hasta el siglo XIX. El profesor Etxeberría le explicó al periodista del diario El País Rafael Fraguas –verdadero instigador de la búsqueda de los restos de Cervantes– que el hallazgo de un ataúd con las iniciales MC cambió la valoración de los trabajos, porque pese a que uno de los expertos “nos dijo que las tachuelas que claveteaban el féretro no eran tan antiguas como creíamos”, estimaron que tal claveteo –sólo en ese ataúd– pudo obedecer a que alguien, en fechas posteriores a la muerte de Cervantes, decidiera colocar sus iniciales sobre el féretro, con el objeto de permitir a la posteridad identificarlo. El 23 de febrero es cuando los trabajos antropológicos, arqueológico e históricos coinciden que el enterramiento en donde están los restos de Cervantes junto con los de 16 individuos (cinco mujeres, cinco hombres y seis niños), incluida su esposa Catalina de Salazar. De acuerdo con la investigación, la reducción de los restos encontrados obedeció al traslado en 1673 de la iglesia primitiva –donde los restos del novelista habían permanecido desde el año de su muerte, en 1616– a la nueva ubicación por las obras de remodelación del templo, catalogado de interés cultural. Los vestigios óseos encontrados atribuibles a Cervantes son varios huesos de brazos y cadera y una mandíbula que registra caídas de piezas antes de la muerte, algo que coincide con la descripción de sí mismo que hizo antes de morir: que tenía menos de seis dientes en total. El equipo del profesor Etxeberría identificó que en la cripta había dos momentos de enterramiento: Uno con cuerpos momificados, ropas bien conservadas, pero posteriores a la época de Cervantes, y otro con cuerpos infantiles procedentes de distintas clases sociales, incluso algunos con signos de raquitismo. En la esquina sureste de la cripta aparecieron dos ataúdes datados en el siglo XVII por sus ropas y por una moneda de 16 maravedíes de Felipe IV. Al trabajo historiográfico del genealogista Fernando de Prado se unió el historiador Francisco José Marín Perellón, experto en el Madrid barroco y moderno, quien cotejó las bitácoras de las monjas trinitarias, lo que dio un impulso a la investigación sobre la ubicación del último desplazamiento y que los restos de Cervantes nunca abandonaron el recinto. La ciencia y el hidalgo El experto explicó que aún podría haber una tercera fase del proyecto de búsqueda de Cervantes, que sería con estudios de carácter bioquímico, para obtener el perfil genético. La primera fase fue la prospección del edificio de la iglesia y el convento de las monjas de clausura de las Trinitarias, fundado en 1612, que encabezó Luis Avial y un grupo de investigadores equipados con un georadar, máquinas de tomografía de alta resolución y escáner 3D para escudriñar el subsuelo de la iglesia. Las lecturas se hicieron entre el 28 de abril y el 2 de mayo pasado y luego pasaron un mes realizando labores de gabinete interpretando la información recabada. Obtuvieron un mapa del subsuelo en 500 metros cuadrados dentro de la iglesia y en la cripta subterránea, y en el informe técnico se concluye que hay cuatro sitios donde encontraron estructuras morfológicas, arquitectónicas y arqueológicas, repartidas en 33 nichos. “La primera de las ‘anomalías’ que detectó en la parte subterránea de la iglesia es la cripta del convento, donde se identificaron 33 nichos con restos humanos y signos de presencia de material arqueológico. Este sitio mide 15 metros de longitud por 4,80 de altura y 6 metros de ancho”, añade. Es la cripta que se reubicó en ese punto en 1673, es decir, 60 años después de la fundación del convento, durante unas obras de su ampliación. En el segundo punto es donde ubicaron un osario, en el que los instrumentos les permitieron registran presencia de aire y material arqueológico. Los dos primeros puntos contienen el 90% de los restos que estudiaron. Luis Avial comentó al corresponsal entonces, que “en este punto sucedió una cosa curiosa. Cuando se lo enseñamos a la madre superiora, nos explicó que desde su fundación y hasta la fecha mantienen una tradición oral, en la que cada madre superiora instruye a su sucesora para ‘que cuide muy bien a Cervantes que está cerca de la (virgen de la) Inmaculada’, y es precisamente este segundo punto”. En el número tres encontraron que puede haber un solo cuerpo, con una lápida; y en el cuatro sitio detectaron anomalías en el subsuelo, que les permitió interpretar la presencia de restos de tres o cuatro personas. La segunda fase fue la instalación en la misma cripta de un laboratorio para los trabajos de antropología forense y de arqueología que posibilitaron la extracción de los restos ubicados en la primera fase, mediante técnicas muy avanzadas y una labor quirúrgica. Euforia, prudencia y ADN Este no es el primer trabajo de tales características en las que se involucra el profesor Etxeberría. En el pasado hizo la inspección del Panteón de San Isidoro, en León, donde están enterrados los condestables de Castilla y León, que eran como los primeros ministros de la realeza española, título nobiliario creado por el rey Juan I de Castilla, y en la búsqueda de los reyes de León. Uno de los miembros de su equipo, el doctor Miguel Botella, participó en Granada en los restos de Cristóbal Colón. Es por ello que Etxeberría contempla la posibilidad de iniciar una tercera fase de la investigación, que sería trabajar con los huesos atribuidos a Cervantes para obtener un perfil genealógico. Lo considera muy importante, para mantenerlo archivado y conservado, a pesar de que no haya un cotejo posible. El inconveniente es que los restos del escritor y militar se encuentran muy deteriorados por el paso de cuatro siglos, lo que limita las posibilidades de obtener ese registro genealógico. Esas secuencias genéticas tendrían que realizarse en alguno de los laboratorios especializados que hay en España. El obstáculo para hacer una comparación de ADN es que la hermana de Cervantes, sor Luisa de Belén Cervantes, que profesó en el convento carmelita, están en un osario en el Convento de la Imagen, de Alcalá de Henares, mezclados junto con los restos de otras monjas, por lo cual, de acuerdo con el profesor Etxeberría, no ha podido documentarse. Asimismo, sostiene que la otra posibilidad es encontrar en el convento trinitario los restos de Isabel de Saavedra, hija natural de Cervantes, y de la actriz Ana Franco, que profesó ahí. Sin embargo, esta idea ha sido descartada. En el ámbito cultural, pero en especial en los medios de comunicación, la noticia dividió las opiniones entre los que la recibieron con euforia y los que respondieron con prudencia ante la falta de una confirmación rotunda. La prensa internacional trató la información con una amplia valoración al trabajo de los expertos. Sin embargo, llamó la atención que las televisoras españolas enfocaran sus noticias en cómo los comerciantes vecinos del convento de las Trinitarias se preparan para lo que el suceso les significará... aunque ni una sola expresión sobre el hito cultural que significa el hallazgo de Cervantes. Incluso, hubo una cierta desilusión de que no se hubiera corroborado plenamente la identidad del novelista.

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